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El poeta Luis Rosales, su esposa, María Fouz, y su hijo, Luis Rosales Fouz

El poeta Luis Rosales, su esposa, María Fouz, y el hijo de ambos, Luis Rosales FouzLuis Rosales Fouz

30 años de la muerte de Luis Rosales

Luis Rosales Fouz: «Mi padre no fue un poeta del Régimen si se negó a publicar un editorial donde se loara a Franco»

El Debate habla con el hijo del poeta cuando se cumplen tres décadas de su muerte. La Biblioteca Luis Rosales de Carabanchel alto le homenajea este lunes a las 19 horas con un acto de entrada libre hasta completar aforo

Un servidor, que no viene al caso (aunque venga), tiene una relación de media vida con la figura y la obra de Luis Rosales, Premio Cervantes en 1982. En el colegio los poetas del 36 no se estudiaban, quizá por su cercanía a los del 27, de los que aquellos bebieron incluso en las mismas casas y en los mismos bares. Uno se encontró con los libros del poeta español más allá de los veinte, y estaban todos allí, repetidos incluso, en distintas ediciones en una vieja casa de campo. Luis Rosales era el poeta de una familia de la que este servidor (otra vez) empezaba a formar parte casi del mismo modo que empezó a formar parte de los lectores de Luis Rosales, el público que el hijo del mismo nombre decidió un día que su padre debía seguir teniendo. Por esto, acabada su actividad profesional, decidió poner todo su empeño en difundir la obra del que fue el discípulo y el desdichado amigo de Lorca (quien se encontraba en su casa cuando se lo llevaron para no volver) o de quien fue también amigo de Neruda y de Panero. El gran autor de La Casa Encendida que solo escribía en verano, una de las «dos palabras más hermosas» en la lengua de Henry James.

–Era la amistad de su padre con Lorca la de un falangista con un hombre de izquierdas?

–Cuando mi padre conoce a Lorca no era falangista, mi padre fecha el carnet en septiembre del 36, o sea que ya te puedes hacer idea hasta qué punto era falangista en ese momento. Su familia era falangista, él era católico y bueno. Y Lorca era más bien apolítico. Mi padre tenía ideas más conservadoras y Federico más cercanas a la izquierda. Mi padre en aquellos años era muy joven. Cuando le conoció debía de tener unos 18 y en agosto del 36, cuando se llevaron a Lorca, tenía 26. Lo que primaba en la relación entre Federico y mi padre era el respeto, la devoción y la admiración que tenía mi padre por él, como es lógico. Porque aparte de ser una persona estupenda, era un escritor maravilloso y un músico increíble. Era muchas cosas y además era muy divertido. Joaquín Amigo fue una persona importantísima que sacó a mi padre de Granada y le trajo a Madrid. Joaquín le dijo que donde triunfan los escritores es en Madrid. Joaquín era íntimo amigo de Federico también. Los dos fueron muy importantes en la famosa revista que se hizo en Granada, El Gallo. Esta amistad es como cuando llega Pablo Neruda, que también se hace muy amigo de mi padre y está dentro de su círculo.

Luis Rosales, entre otros, con su amigo Pablo Neruda

Luis Rosales junto con su amigo Pablo Neruda, ambos en el centroLuis Rosales Fouz

–¿Cómo fue la relación con Pablo Neruda?

–Pues una relación estrechísima. Neruda le cita en varios poemas suyos. Mi padre vivía muy cerca de él. Pablo vivía en la Casa de las Flores y mi padre en su «casa encendida» ya, que era Altamirano 34. Pero además mi padre también vivía mucho en casa de mi tía Esperanza, y la casa de mi tía Esperanza estaba a dos minutos andando de de la Casa de las Flores. Altamirano estaba a cinco minutos andando de la de Neruda y la casa de mi tía a dos. Se hicieron muy amigos. Iban a comprar al mercado y a Casa Manolo en Madrid, en la calle Princesa, el vino para sus tertulias y sus fiestas. Las fiestas en casa de Pablo Neruda eran conocidas. En una carta de Pepe Caballero, y es Lorca quien le presenta a Pepe a mi padre, cuenta que las fiestas de Pablo duraban tres días. Tres días, que se dice pronto. Y allí estaban los mejores, como Alberti y otros. Neruda le encarga a mi padre que saque los poemas y los libros suyos. Hubo problemas porque no querían publicar los poemas políticos y mi padre se opuso frontalmente. Querían que solo saliesen los poemas bonitos, pero al final se logró que salieran todos los poemas en esa edición que hizo mi padre, que siempre fue un liberal.

–¿Mal llamado «Poeta del Régimen»?

–Mi padre no fue el poeta del Régimen bajo ningún concepto. En el año 49 mi padre es director de una revista que se llama Vida Española. Era una revista con capital monárquico y una joya. Había unos dibujos maravillosos de Benjamín Palencia, de Pepe Escassi y de mucha gente estupenda. Había críticas de teatro y de libros, por supuesto. Tenía un espacio para la mujer, un espacio para la moda. Era una revista modernísima, de capital monárquico, de personas cercanas a don Juan.... Bueno, pues en el número cinco dijeron que había que sacar un editorial loando a Franco. Mi padre y los consejeros se negaron y la revista se acabó ahí. Este es un ejemplo de por qué mi padre no era un poeta del Régimen, pero hay más. Creo que en el año 62 mi padre era director de Cuadernos Hispanoamericanos. Iba a publicar un artículo, no escrito por él, que la censura le obligó a retirarlo. Él dijo que si no se publicaba dimitía. Y dimitió. No salió el artículo y dimitió. Eran tiempos difíciles. Todo era Régimen. Mi padre estuvo al principio con Dionisio Ridruejo, con toda la gente del grupo de Burgos, eran falangistas o cercanos. Dionisio fue director de propaganda, pero Dionisio después fue probablemente la persona más conocida que se enfrentó a Franco. Y eso es importante porque además salió de dentro. Era el director de propaganda de Franco durante la guerra, pero luego dijo no. Mi padre era íntimo amigo y cercano a Dionisio y a toda esta gente que compuso ese grupo de Burgos maravilloso, Pedro Laín, Rodrigo Uría...

'El Desencanto' fue una película espléndida, pero allí se dijo de todo y ellos lo que hicieron es coger la parte que les interesaba

–Y Leopoldo Panero...

–No te puedo asegurar que Leopoldo estuviera o no dentro de aquel grupo, pero lo que sí es seguro es que Leopoldo era un íntimo, absolutamente. Los dos hacen aquel famoso viaje por América, la poesía española sale al exterior. Estuvieron en Nueva York y en Cuba, donde a mi padre le llamaron asesino por lo de Lorca, pero le defienden todos los miembros importantes del partido comunista, que sabían lo que había sucedido. Hay una carta de la Asociación de Republicanos en el exilio a mi padre, en el año cincuenta y tantos, donde le escriben para agradecerle su posición.

–Dicen que en el estreno de la famosa película sobre los Panero, El Desencanto, su padre salió espantado.

–Sí. Se levantó y se fue. Todas las semanas venía Michi (el hijo menor de Leopoldo Panero), que era amigo mío, a comer a casa y nos contaba los avatares del rodaje. El Desencanto es una película estupenda. Fenomenal. Fue impresionante en aquellos años ver aquella película. Pero dicho lo dicho, la cantidad de horas de rodaje eran enormes. Allí se dijo de todo y ellos lo que hicieron es coger la parte que les interesaba. En el homenaje a Leopoldo en Astorga el único que aparece emocionado es mi padre, mientras la familia parece que está allí riéndose y demostrando su falta de amor por el padre y el marido muerto. Sacan esa escena y claro... Había una periodista, Maruja Torres, que escribía en Fotogramas, y hablaba a raíz de esto sobre los dos amigotes y tal. Hablaba de «hacer un Luis Rosales». Mi padre estaba indignado porque había una falta de respeto absoluta para con Leopoldo, y de forma importantísima e indirectamente también para él, que es la única persona de carne y hueso que sacan en aquella película que no fuera de la familia Panero. Fue un dolor grande y una traición.

No tenía tiempo para escribir. Empezó a hacerlo en verano. De un año a otro empezaba leyendo lo que había escrito el año anterior

–¿Cuándo escribía su padre?

–Su primer libro, Abril, aparece en el 35. Después saca el siguiente en el 49, La Casa Encendida. Yo me acuerdo de cuando estudiaba. En el libro de texto hablaban de la escasa producción literaria de Luis Rosales. En el 63 o 64 mis padres compran una casa en Cercedilla, animados por Leopoldo Panero, para tener un sitio donde escribir. Allí entonces escribía desde el 15 de julio hasta aproximadamente el 10 de septiembre. Tenía un mes largo de vacaciones. Él trabajaba por las mañanas en el Reader's Digest y por la tarde en el Instituto de Cultura Hispánica, así que no tenía tiempo para escribir. Empezó a hacerlo en el verano y entonces su producción empezó a aumentar. De un año a otro empezaba leyendo lo que había escrito el año anterior. Ahí cogía el tono y a partir de ahí mejoraba lo del año anterior y ya empezaba a escribir de nuevo.

–¿Es verdad que escribió La Casa Encendida en una semana?

–Yo creo que fueron seis días. Sus amigos poetas españoles y nicaragüenses le esperaban en el bar de abajo por la tarde ansiosos por leer lo que había escrito durante el día. Todos sabían que estaba escribiendo una obra extraordinaria y cada día le animaban. Fue una cosa muy bonita que poetas como él, muy importantes todos, Leopoldo, Luis, Felipe, Pablo, Antonio Cuadra, estuvieran esperando a que terminara para leerle cada día entusiasmados.

–¿Cuál es para usted el mejor libro de su padre como lector?

–Te tengo que decir tres: La Casa Encendida, Rimas y Diario de una Resurrección.

Imagen de la presentación del libro

Imagen de la presentación de 'Desde que tus pasos me abren el camino. Un paseo por el Madrid de Luis Rosales' en el Instituto Cervantes, con Luis Rosales Fouz en el centro

–Hay una fotografía de los dos, cuando su padre recibe el Cervantes, que parece reflejar la maravillosa relación que había entre ambos.

–Yo estoy muy orgulloso y muy agradecido a mis padres y a mi padre en concreto. Y además le tengo una gran admiración. Cuando eres hijo único, tienes un padre como mi padre y te llamas igual, si quieres ser alguien en la vida más vale dedicarte a otra cosa. Así que me dediqué a cosas mucho menos importantes. Cuando ya terminé de hacer esas cosas, en el año 2000, aproximadamente, un amigo me llama para decirme que está muy contento porque a su hija, que estaba estudiando en la Facultad de Filosofía, su catedrático de Literatura le había dicho que habían elegido La Casa Encendida como el libro del cuatrimestre para su estudio. Me quedé encantado y feliz. Pero un mes más tarde me llama y me dice que me tiene que dar una mala noticia, y era que habían retirado La Casa Encendida porque no se encontraba. Ahí aprendí que los libros, por muy buenos que sean, o están en el mercado o desaparecen, así que empecé a hacer lo posible para que la obra de mi padre sobreviviera, en las redes sociales, donde difundo los libros, los poemas y los recuerdos de mi padre, en homenajes como el de hoy en la Biblioteca Luis Rosales de Carabanchel y en proyectos como el que tengo en mente de proponer al Ministerio de Cultura la inclusión de la obra de mi padre en el Archivo Histórico Nacional.

El día que se llevaron a Lorca de la casa de los Rosales

El 16 de agosto de 1936 detuvieron a Federico García Lorca en casa de los Rosales. El hermano mayor le acompañó, pero no pudo evitar su detención. Luis Rosales protestó por escrito. Llegó incluso a conseguir una orden de libertad firmada por el gobernador militar de Granada que no sirvió porque le mintieron sobre el paradero de su amigo.

A los hermanos Rosales se les abrió una investigación y su vida llegó a correr peligro, pero todo terminó con una multa cuantiosa. Luis Rosales dijo después que en ningún momento la familia pensó que a Lorca pudiera pasarle algo: «No se pensó ni por un momento en la posibilidad de que pudiera sucederle algo a una persona literalmente inocente, como Federico era».

​En su dolor por la muerte del amigo, el poeta escribió: «¿Cómo se puede creer en nada, si es posible que en un país como éste y sólo por la ambición política personal de un individuo que no representaba, ni representa, ni representará nada se pueda asesinar impunemente al hombre más importante y más prometedor de España? Y cuando eso ocurre, ocurre porque es posible, ocurre por algo, porque se presenta una denuncia, porque esa denuncia se acepta, porque un gobernador se niega a recibir a la gente (a don Manuel de Falla, a mí, a muchas personas, que podíamos haberle dado una información amplia, completa y veraz sobre lo que era Federico de verdad), porque se condena injustamente a muerte a un inocente, y porque se le mata vilmente. ¡La vida del hombre más importante ha dependido de la ambición política de un don nadie, de un individuo que no ha representado literalmente nada!».
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