Caminar y cantar
El canto da voz al corazón, pues de otro modo difícilmente podría expresarse la alegría de la promesa cumplida, la alegría de saber que la muerte no tiene la última palabra
Está todo preparado. Acaban de montar ya el escenario en la plaza de Cibeles. Hakuna, Carlos Baute, Andy y Lucas, Juan Peña y Grilex están llegando a Madrid. Todo también estamos expectantes por las palabras de Natcher, siempre divertidas y siempre mucho más locuaces de lo que puede aparentar en un primer nivel. Quedan pocas para la celebración de la fiesta de la Resurrección organizada por la Asociación Católica de Propagandistas. Es un momento idóneo para recordar (re-cordar, volver a pasar por el corazón) el verdadero sentido de este acto.
Como buen padre, el Papa Francisco, en una carta dirigida hace unos pocos días a la ACdP para mostrar su apoyo, nos regalaba unas palabras muy del estilo «francisco» (con ese característico uso del usted): «Caminen y canten». Casi dan ganas de asumirlo como lema de esta celebración. Y como lema para todo el año. Porque son palabras que dentro de unos meses, cuando haya pasado la emoción de este día, las tenemos que volver a pronunciar. Porque la fe tiene que ver con todas las dimensiones de nuestra vida. De lo contrario, de nada serviría esa fe.
Solo es posible comprender el motivo de la alegría festiva cuando quien celebra una fiesta participa de un acontecimiento real
Francisco también apunta a que el canto da voz al corazón, pues de otro modo difícilmente podría expresarse la alegría de la promesa cumplida, la alegría de saber que la muerte no tiene la última palabra, la alegría de Cristo Resucitado. Esto tiene una importancia capital. Toda acción humana, toda cultura, tiene que tener una firme raíz. La que propone la Iglesia es el motivo de esta fiesta. El único sentido que puede tener dedicar esfuerzo y tiempo. Solo es posible comprender el motivo de la alegría festiva cuando quien celebra una fiesta participa de un acontecimiento real.
Canten, nos decía Francisco. Sí. Pero también caminen. Hace unos días leía a Fabio Rosini (San José, editado por Rialp) unas palabras que bien explican esta solicitud del Papa: «es indispensable que la vida nueva sea encendida en nosotros, pero no podemos limitarnos únicamente a preservarla. Hay que expandirla, hacer que crezca, hay que potenciarla, para que se pueda convertir en una vida adulta».