Entrevista con Daniel García Varo
«La marca que dejó una cruz colgada en la pared», posible indicio de presencia cristiana en la erupción del Vesubio
En el año 79, el Vesubio rugió expulsando «ira y fuego», como diría el protagonista de Gladiator. Su lava y sus cientos de toneladas de ardiente ceniza y piedra pómez sepultaron Pompeya, Oplontis, Estabia y Herculano, una «Marbella» de la época. Y también «un libro abierto» a la vida cotidiana de los romanos
Cuando estalló el Vesubio y su erupción –lava, ceniza que llovía y se transformaba en piedra pómez, gases tóxicos, calor sofocante– devoró varias ciudades situadas en el Golfo de Nápoles, gobernaba el mundo mediterráneo el emperador Tito, quien acababa de suceder a su padre Vespasiano. Tito había derrotado, casi diez años antes, a la nación judía levantada contra Roma; vestigio de aquella campaña militar es la destrucción del Templo de Jerusalén y el saqueo de la menorah, la cual, como se refleja en el correspondiente arco triunfal, se llevó a la Ciudad Eterna y se exhibió en el desfile de la victoria.
Ambas catástrofes –la del Vesubio y la de Judea– resultan de enorme significado para la historia. Una supuso la definitiva dispersión de los hebreos, la otra enterró la vida cotidiana de Roma para que –junto con los poemas de Marcial y de Juvenal– pudiéramos conocerla siglos después tal como era. De una de aquellas localidades sepultadas por el volcán partenopeo nos habla el joven historiador malagueño Daniel García Varo, que acaba de publicar Herculano, la ciudad del Vesubio (Almuzara).
–¿Qué era Herculano, una ciudad al uso o un entorno de privilegio?
–Se trataba de una ciudad de dimensiones reducidas que no llegaría a más de 5.000 habitantes. En este lugar, existía una vida cotidiana de trabajadores, pero también era un lugar al que acudían los ciudadanos de grandes ciudades para descansar y desconectar del ajetreo de la ciudad, construyendo enormes y lujosas viviendas. Sería algo así como la actual Marbella.
–¿Cómo surge esa ciudad?
–Esta ciudad fue fundada por los oscos sobre el siglo IV a.C. y fue ocupada por diversos pueblos itálicos. Tras la conquista de Roma en el siglo I a.C., la ciudad se convirtió en un municipium, transformándose en la ciudad que vemos hoy, aumentado la riqueza y las obras públicas gracias a las inversiones de los emperadores como Augusto.
–¿Cómo eran las casas de Herculano? ¿Había diferencias de unas a otras?
–En Herculano encontramos todo tipo de viviendas, desde las más modestas de reducidas dimensiones y escasa decoración junto a una pequeña tienda, hasta grandes villas con sus jardines y todo tipo de lujos. La planimetría de cada casa es prácticamente única, coinciden en la distribución de las salas, pero no en la forma. En estas ricas casas podíamos encontrar mármoles traídos desde África, esculturas de gran valor o pinturas que son verdaderas obras de arte.
Más de 2.000 rollos de papiro fueron encontrados en esta ciudad, la mayoría en la Villa de los Papiros
–¿En qué sentido Herculano o Pompeya han ayudado a comprender mejor la vida diaria en la Antigua Roma?
–Gracias a la conservación del lugar más íntimo del romano, su hogar, podemos conocer todo sobre ellos. Sus costumbres, su alimentación, sus profesiones, sus vestimentas, sus sentimientos, su humor, su vida sexual, su ocio, su religión... Cada casa es un libro abierto que nos cuenta no solo como vivían, si no la vida de sus propietarios y las dificultades a las que debían someterse cada día.
–¿Las casas de Herculano o Pompeya tienen algún parecido con las casas rústicas o solariegas que aún pueden verse en España o Italia?
–Sin ningún tipo de duda, la herencia de las viviendas en el Mediterráneo es un aspecto distinguido del mismo. La planta de estas viviendas ha sido un elemento que ha pervivido con el tiempo, de tal manera que las habitaciones se distribuían alrededor de un patio con una fuente. Se trata de un aspecto muy reconocido en los patios cordobeses, por poner un ejemplo.
–La Villa de los Papiros era enorme. ¿Tan grande como el estadio Santiago Bernabéu?
–Incluso más, como dos o tres campos Santiago Bernabéu. Solo el peristilo ocuparía las mismas dimensiones de largo que este famoso estadio, siendo una auténtica mansión digna de los dioses.
–¿Qué porcentaje de esa Villa se ha excavado o investigado? ¿Queda mucho?
–Prácticamente toda la Villa queda por excavar, solo se ha podido investigar a través de túneles que nos remontan al siglo XVIII. A día de hoy, solo se ha excavado la imponente entrada, quedando aún cientos de metros por explorar.
Cada casa nos cuenta la vida de sus propietarios y las dificultades a las que debían someterse cada día
–¿Cuál es la importancia de los textos y papiros de esta Villa?
–De entre los más de 2.000 papiros, se han podido leer unos 1.200. Los ya investigados nos hablan todos de filosofía, llegando a recuperar la obra perdida de «Las historias de Séneca el Viejo». Por ello es un aporte muy valioso a la filosofía y quién sabe si a la historia y otras temáticas con las nuevas investigaciones de los papiros que restan.
–¿En los próximos años se espera poder avanzar más en Herculano, o hay motivos técnicos o de presupuesto que lo impiden?
–La idea principal se basa en la conservación de lo ya encontrado, no obstante, se siguen realizando pequeños hallazgos y avances lentos en las excavaciones. Las subvenciones no son muy altas, lo que dificulta este avance. Además, al estar el Parque Arqueológico rodeado de la actual ciudad, es muy difícil extender las hectáreas de las excavaciones.
–¿Cómo fallecieron las personas cuyos cadáveres se han hallado? ¿En qué diferencia la erupción del Vesubio afectó de manera diferente a Herculano y Pompeya?
–De forma general, las víctimas fallecieron por la gran nube de gases a altas temperaturas que arrasó con todo a su paso, evaporando los órganos y tejidos. De esta manera, solo quedaron los esqueletos en la posición de su muerte. Esta es la gran diferencia con respecto a las víctimas de Pompeya, que fallecieron por las altas temperaturas y la acumulación de ceniza, quedando a día de hoy el hueco en la ceniza petrificada que habría estado ocupado por el cuerpo, la mayoría de los esqueletos no perduraron.
Entre los papiros de Herculano se ha recuperado la obra perdida de ‘Las historias de Séneca el Viejo’
–En una casa se ha encontrado lo que parece que era una cruz como objeto decorativo o de devoción ¿Cuál es su hipótesis al respecto?
–Este elemento se encontró en la Casa del Bicentenario. Allí se encontró un panel de estuco en la pared de forma cuadrangular y una oquedad cruciforme con un mueble carbonizado a sus pies. Hay quienes piensan que esta oquedad es la marca que dejó el mueble colgado, mientras que otros piensan que es la marca que dejó una cruz de madera colgada en la pared. Mi hipótesis tiene tendencia hacía el elemento cristiano, pues sabemos que San Pablo estuvo por la zona en el año 61 d.C. y han aparecido grafitis con nombres hebreos en la ciudad, por lo que no sería tan descabellado pensarlo.
–¿Cuáles son los descubrimientos más recientes y de mayor calado?
–En los últimos 14 años se han realizado investigaciones y hallazgos, como es el caso de un esqueleto encontrado inserto en una de las paredes laterales que limita al Parque Arqueológico el año 2021. Se trataba de un varón de unos cuarenta años de edad que probablemente murió a causa del desprendimiento de una viga de madera antes de la llegada de la nube ardiente. En cuanto a las investigaciones, ese mismo año se realizó un estudio sobre la dieta en Herculano, lo que arrojaría información sobre la diferencia en la dieta según el género y la profesión mediante el análisis de huesos. Se llegó a la conclusión de que los hombres tenían una tendencia mayor hacia los productos del mar y las mujeres hacia los productos provenientes de la tierra.
En Herculano, las víctimas fallecieron por la nube de gases a altas temperaturas que arrasó con todo a su paso, evaporando los órganos y tejidos
–Dentro de poco se cumplirán tres siglos del descubrimiento de Herculano y Pompeya. ¿Cuál es la importancia del que será Carlos III y del también español Roque de Alcubierre?
–Fueron los descubridores de las ruinas de, primero, Herculano (en 1738) y, diez años después, Pompeya. El ingeniero militar Roque Joaquín de Alcubierre fue el propulsor de estas excavaciones. La campaña fue dura, pues se debían excavar 25 metros de ceniza petrificada, lo que llevo a Alcubierre a realizar túneles para rescatar los hallazgos. Todos los descubrimientos eran dibujados y catalogados con suma precisión, un aspecto en el que Carlos III hizo hincapié. Por todo ello le debemos Herculano y Pompeya a estas dos figuras que realizaron una gran campaña.