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Emilio de Justo, a hombros por la puerta grande de Las Ventas

Emilio de Justo, a hombros por la puerta grande de Las VentasEFE

Segunda de San Isidro

Puerta Grande excesiva para De Justo, oreja de regalo para Rufo e infame lote para Morante

Rebajas en los trofeos de la mayor plaza del mundo, que se mostró con dureza exagerada con el triunfador de Sevilla

Más runrún y jaleo. Más prisas que en la primera en la segunda en los tendidos y, curiosamente, menos puntualidad a pesar de Morante, el figurón para profanos, entendidos y otros géneros. El que triunfó de primeras fue De Justo, tributo y secuela de aquel Domingo de Ramos, y no el toro, que en su parsimoniosa salida causó el inmediato, un prodigio de la técnica y de Las Ventas, alboroto aficionado que no cesó en la ametralladora de puyazos y las banderillas de una en una en medio del desconcierto allí abajo con un Patrón inútil.

563 quilos para llevar a Morante, que no pudo hacer nada más que tirar palante, al fondo del mar vestido de catafalco y plata muy lentamente, con menos de media estocada de peregrinación desde el 9 hasta el 2. Allí en toriles se fue a acular penosamente dando coces y con el de La Puebla siguiéndole el paso con el descabello descabellado. Fue a morir al fin Patrón, peligroso y reservón, en el 4 de mala manera y en el enésimo pinchazo del triunfador de Sevilla.

Emilio de Justo, en la segunda de San Isidro

Emilio de Justo, en la segunda de San IsidroEFE

Suelto llegó hasta los caballos, a uno y a otro por el desorden lidiador. Cuidado con él había que tener y lo tuvo fajándose De Justo por bajo, con poder y arrojo. El viento era otro problema. Le sacó el extremeño la tanda primero de estar fuera y luego de estar dentro. Y después más dentro. Con oficio e inteligencia le dio para estirarse dos veces con la izquierda ayudada. Faena medida y serena que remató adornándose Emilio a pesar de los elementos. Había oreja de no pinchar, pero pinchó. Dos veces. No le dejó el acelerón natural hasta la tercera, antes de las palmas.

Colorao ojo perdiz y cariacontecido, como con las antenas percibiendo ondas extraterrestres, apareció Cuarenta. Castigado en varas, despertó bien en banderillas y lo vio Tomás Rufo para brindar en los medios y lucirse perfecto, audaz, de rodillas, arrastrando el trapo como un pincel. La tercera tanda fue preciosa, lenta y de dominio, aunque sabía a poco con el toro que había, que era bueno, elegante y noble. Lo mató de espadazo en el sitio y la oreja fue un clamor que tuvo efecto: el primer trofeo generoso de la feria.

Morante, en la segunda de San Isidro

Morante, en la segunda de San IsidroEFE

Intentó estirarse Morante con Tramposo, pero no lo vio. Deslumbrado de capotes, guio al toro el buen Lili. Capotazos por alto para zafarse metidos en tablas. También Morante. Y ya no hubo más porque se paró en la muleta. Estoque de estoicismo. A abreviar y a recibir por manso, signo de torería, lo que el público no apreció. Sí los pinchazos, claro. Una buena colección que se llevó el sevillano en su primera tarde isidril.

Fue De Justo a brindar a los medios porque iba enfilado a cortarlo todo vistas las rebajas. Dos pases por bajo y luego todo los demás desde arriba, con la coronilla tocando el cielo. De calle se lo llevaba Emilio con la derecha y en el cambio con la izquierda. Toro grande, de grandeza. Bien picado. Las zapatillas del matador clavadas y las piernas abiertas, aposentado. Ya con la espada lo deslomó a trincherazos antes de matarlo a la primera. Muerte bonita, de elefante viejo que emprende la senda y da la vuelta al ruedo de los hombres que le dieron las dos orejas a De Justo, el mismo incomprensible premio comparado con aquella tarde mágica de Julio Aparicio, por ejemplo, pero cómo no dar las dos donde antes había habido una.

Embestía el sexto. Y no era poco. Que se lo pregunten a Morante, que se llevó lo intoreable y lo intolerable. Flojo Rufo citando a una distancia incomprensible en una corrida sin mucha historia a pesar de la Puerta Grande que le esperaba a Emilio de Justo.

FICHA DEL FESTEJO

  • Jueves 11 de mayo. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, segunda de abono. Corrida de toros. No hay billetes.
  • Morante de la Puebla (Negro y Plata). Bronca tras aviso y Bronca.
  • Emilio de Justo (Verde hoja y Oro). Palmas tras aviso y dos orejas.
  • Tomás Rufo (Tabaco y Oro). Oreja y silencio.
  • Incidencias: Tras el paseíllo, Emilio de Justo fue obligado a saludar por el público.

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