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Mario de las Heras
Mario de las Heras

¿Era Antonio Gala un buen escritor?

Desde que dejó de publicar, hace más de una década, la obra que durante un tiempo (largo) copó el candelero literario y más allá, ha estado sumida en el más profundo olvido

Madrid Actualizada 12:25

El escritor Antonio Gala

El escritor Antonio GalaGTRES

Hubo una época en que la gente, mayormente, se quedaba embobada escuchando en la televisión o en la radio a Antonio Gala, el escritor, poeta, dramaturgo, guionista de una época acabada a la que él mismo sobrevivió para ver desde el retiro el apagón casi inmediato de su estrella desde el mismo momento en que dejó de ponerle pilas.

Porque fue eso: las pilas. Antonio Gala fue un escritor imponente durante su tiempo porque no paró de echarle madera a la locomotora de sus libros. Cuando Gala aparecía en la televisión respondía como un encantador de serpientes ante unos espectadores con el espíritu levantado como el cuerpo de las cobras delante de su flautista indio.

Todos esos espectadores que se admiraban de las palabras pronunciadas, de todos esos bellos y adornados discursos sobre las cosas de la vida, pensaban que si aquel hombre podía hablar de ese modo sin ninguna preparación, imaginaban que sentado a su escritorio, en soledad y con tiempo, sus novelas tenían que ser superiores, magníficas.

El escritor Antonio Gala

El escritor Antonio Gala©KORPA

Y en el embrujo de su recitación, la lírica campaña de marketing, todo un hallazgo del publicista Gala, acudían a las librerías a comprar sus obras, de antemano convencidos de que lo que había en esas páginas era bueno porque tenía denominación de origen. Las palabras radiofónicas y las palabras escritas se mezclaban al leer estas últimas, al pasar las hojas, en un efecto casi psicotrópico de conjunción.

Antonio Gala lanzaba el sedal de su oratoria ajardinada y sobresaliente para que picaran el anzuelo de su literatura ¿menor?, que durante esa época pareció sin duda mayor. La interrogación viene a cuento del olvido de sus obras en cuanto dejó de escribirlas. Esas obras que no son clásicas, o no lo son (al menos todavía) porque estuvieron hechas para triunfar en el instante gracias a un equipo de ventas conformado por una verbosidad fastuosa, las nubes rosas (o carmesíes), dentro de las cuales viajaban las pasiones turcas o los corazones tardíos envueltos para regalo en el día del padre o de la madre.

El escritor Antonio Gala

El escritor Antonio GalaGTRES

No pareció querer mucho más, ni nada menos. Ni los premios ni los honores más prestigiosos le rondaron entre la mundanidad escogida de vender 100.000 ejemplares de la primera edición de ¡un libro de poemas! (El Poema de Tobías Desangelado).

Hace muchos años, uno acudió a un recital de poesía de Antonio Gala en Madrid donde el público, mayormente femenino, casi hacía la ola con cada verso rimbombantemente sonoro y preciosista; pero en la primera fila de la platea había un hombre de voz grave que, casi también con cada verso, decía: «¡Qué barbaridad!» o «¡Qué vergüenza!», escandalizado por el tono y el timbre de las flores que aquel hombre dejaba caer como los pétalos sobre los que después se colocaban sus libros en los escaparates, a sabiendas de que no muy tarde iban a marchitarse.

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