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El banderillero Antonio Chacón protege con su cuerpo a Roca Rey tras la cogida

El banderillero Antonio Chacón protege con su cuerpo a Roca Rey tras la cogida

Antonio Chacón, el héroe de plata que salvó a Roca Rey y a Cayetano

El banderillero de la cuadrilla del peruano cubrió con su cuerpo a su torero y después se llevó al toro de Bañuelos con el mismo cuerpo lejos de la escabechina

A un Antonio Chacón le llamaron «El Rey del Flamenco» cuando cantaba por cartageneras, y a otro Antonio Chacón, que fue matador sin suerte y cambió el oro bañado de novillero por la plata de banderillero, quizá habría que llamarle «El Rey de los subalternos».

Su padre, también de nombre Antonio Chacón, fue matador y también banderillero, tradición torera desde todas las visiones. La de la muleta en los medios y la del capote de brega en las tablas, pendiente de su jefe, mientras se muerde la esclavina.

Antonio Chacón salvó el martes dos vidas en la Feria de Santiago: la de su matador Andrés Roca Rey y la de Cayetano. El peruano fue levantado fuera de las líneas como por una excavadora que derruye un edificio y fue llevado entre los pitones como un pedazo de chatarra hasta las tablas, donde se convirtió en una mancha de tinta indefinible sobre el rojo.

Segundos de terrible angustia en los tendidos, saldados con leves consecuencias al final, para Roca Rey y Cayetano, también cogido en el auxilio, en el quite valeroso con el cuerpo del que salió volteado también por dentro en la escabechina del toro de Bañuelos.

Cayetano, sí, le quitó el toro de encima a Roca Rey. Pero antes de que llegara el hijo de Paquirri, Antonio Chacón ya estaba metido en las tablas metiéndole el capote sobre los pitones que aprisionaban a su jefe. Cayetano sacó al toro por fuera, que hizo presa en él, y entonces Chacón puso su cuerpo a merced del terror manso para proteger a su torero sin zarandajas, cubriéndole con los brazos, mirando alrededor como un guardaespaldas.

En ese ínterin fue cuando Cayetano voló por los aires pasado también por las tablas, y en el momento justo Chacón, siempre presente, dejó al de Lima para llevarse también con el cuerpo, en ágil, valerosa y serena y torera intervención (quiso coger el capote del suelo, pero reaccionó sin tiempo y con instinto), el héroe de plata, al toro lejos de los vestidos que revoloteaban a su alrededor como reclamos para acabar con la pesadilla.

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