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Joaquin Sabina y Fito Páez, cuando recogieron sus respectivos Grammy Latino en 2021 por su trayectoria artística

Joaquin Sabina y Fito Páez, cuando recogieron sus respectivos Grammy Latino en 2021 por su trayectoria artística

De Joaquín Sabina a Fito Páez: creadores de izquierdas que se desengañaron

El artista argentino es el último en sumarse a una larga lista de artistas y pensadores que evolucionaron de posturas 'progresistas' a otras más conservadoras, bien por madurez, bien por ver tocados sus propios intereses

«Ahora ya no soy tanto de izquierdas porque tengo ojos, oídos y cabeza para ver las cosas que están pasando. Y es muy triste». La frase que enarboló Joaquín Sabina hace unos meses fue todo un mazazo precisamente para esa izquierda cultural de la que él, acérrimo fundador del 'Club de la Ceja' de apoyo al socialismo de Zapatero, era máximo representante.

Hablaba Sabina de «ojos y oídos»: siempre los tuvo, pero la epifanía consistió en saberlos utilizar. O en que cambió la situación propia y entró, de repente, en su radio de visión. No es poco habitual encontrar a artistas que tras defender los «valores progresistas» en su juventud acaban virando hacia posturas más comedidas, incluso conservadoras, cuando alcanzan la madurez. O, en la mayoría de los casos, cuando ven sus privilegios tambalearse o ya no les interesa tanto luchar por «los valores del pueblo».

El último en sumarse a esta larga lista de «renegados de la izquierda» ha sido Fito Páez. Como cuenta El Debate, el histórico artista argentino, asiduo defensor de los gobiernos de izquierda, especialmente de los iberoamericanos, ha visto al régimen dictatorial cubano en plena acción para detener la difusión de un documental que protagoniza, La Habana de Fito. Tras ponerle trabas y cancelar su proyección, el régimen finalmente decidió censurarlo, eliminando varias escenas, y manipular el resultado final sin el permiso de sus creadores.

No solo han censurado el documental de Fito Páez, sino que la dictadura le ha declarado la guerra: a partir de ahora sus canciones ya no se podrán reproducir en ninguna radio del país, y queda prohibida su música en toda la isla.

Cancelación y censura

En general, artistas y creadores se declaran de izquierdas. Ocurre, y esto resulta incuestionable, que aquellos que manifiestan en público posicionamientos políticos demasiado conservadores se enfrentan a la marginación de sus colegas y son ignorados por el circuito que los mantiene en lo alto (prensa y premios). Por ello, es más habitual que hablen de su ideología los progresistas que los conservadores, inclinando la balanza (al menos pública) hacia la izquierda, cuando lo que opera en muchas ocasiones es la espiral del silencio.

Le pasó a Russian Red cuando en 2013 se declaró «conservadora» y tras un linchamiento mediático, desapareció del panorama musical. Le ha pasado al líder de Barón Rojo, y también al único cineasta que hace dinero (real) en este país, Santiago Segura. La nueva campaña ahora es contra Alaska y Mario Vaquerizo por atreverse a cuestionar de dónde procede la verdadera censura y la insoportable corrección política, ellos que lideraron La Movida y que ven ahora abocados a no abrir la boca si no quieren ser vapuleados o, peor aún, cancelados.

Por tomar el ejemplo más reciente, las palabras de Fito Páez, que habla desde la experiencia y a quien nadie podría acusar de no haber defendido a la izquierda toda su vida, micrófono en mano, han levantado oleadas de indignación entre los que hasta hace unos días lo veneraban. Y todo por descubrir, seis décadas después, que lo que realmente existe en Cuba: una dictadura represiva y violenta.

«Muy lamentables sus declaraciones», esgrime el politólogo Atilio Boron, que lo acusa de haber sido manipulado. «Ahora, en nombre de una gran mentira, corrompe todo lo absolutamente bello e impoluto de su carrera hablando mal de Fidel», ha escrito el cantautor Raúl Torres en sus redes sociales (mensaje que cierra con un ¡Viva Fidel! entre exclamaciones).

Quizá uno de los ejemplos más conocidos del relevante mundo de la cultura es Mario Vargas Llosa. Ya en 2010, en su discurso cuando recogió el Premio Nobel de Literatura, se pronunció sobre su ideario político e invitó a defender la «democracia liberal», que dijo, con todas sus limitaciones, sigue significando «el pluralismo, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder».

Lo que hasta ese momento sólo se había intuido, a partir de entonces fue claro y explícito: la izquierda debía retirarle su apoyo. Crítico con Cuba y Venezuela, lo es también con otros regímenes, «seudodemocracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua». Hace apenas un mes, declaraba en una conferencia en México: «No solo los autoritarismos y guerras imperialistas amenazan la libertad y la cultura, también la deformación académica de la cultura de la cancelación, esa especie de dictadura del pensamiento único que impide en la universidad, los medios y las redes sociales el libre intercambio de ideas en nombre de la corrección política y el fanatismo identitario».

muchos intelectuales hoy considerados conservadores eran los progresistas de los años ochenta y noventa, desde el propio José Luis Garci a Fernando Savater, Félix de Azúa, Andrés Trapiello o Javier Marías. Decía Francisco Umbral que «la derecha vive siempre del préstamo cultural de la izquierda». Quizá es la izquierda la que vive, durante los años de juventud de sus defensores, del préstamo de la derecha.

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