Cuando Paulo Coelho dijo que James Joyce era superficial
El autor brasileño dijo, entre otras perlas, en una entrevista en 2012, que «si diseccionas Ulises, sale un tuit»
La misión literaria de Paulo Coelho casi podría decirse que consiste en renunciar a la literatura. En sus propias palabras: «hacer que lo difícil parezca simple» hasta el punto de la simplicidad «tonta» que hubiera dicho Woody Allen. Coelho critica a Joyce del mismo modo que Pérez-Reverte respondió a Umbral a propósito del estilo, o de su ausencia, según apuntaba el autor de Las Ninfas del académico creador del Capitán Alatriste.
Pérez-Reverte vende muchos libros y Umbral vendía pocos, del mismo modo que Coelho vende cantidades monstruosas de sus obras y Joyce se contentaba con algunos miles de ejemplares como limitadas joyas preciosas. Más de 300 millones de ejemplares de sus obras ha vendido el brasileño, que se apoya en este dato para sobreponerse a Ulises, que a pesar de toda su dificultad y experimentalismo fue el libro más vendido del XX.
'Ulises', «daño para la humanidad»
Hace casi un cuarto de siglo un comprador pagó 1,5 millones de euros por 27 páginas de un capítulo manuscrito por Joyce de su Ulises. Es dudoso que alguien pague una cantidad mínimamente similar por un manuscrito de Coelho, suponiendo que exista alguno. Pero el autor de obras tan superficiales (y tan lucrativas) como El Alquimista, piensa (o pensaba hace diez años) que el autor de Dublineses es superficial, y no solo eso, sino que su libro cumbre (hace falta tener descaro) significó un «daño para la humanidad»: «Uno de los libros que hizo daño a la humanidad fue Ulises, que es solo estilo. Ahí no hay nada. Si diseccionas Ulises, sale un tuit».
La monumentalidad de Ulises, su estilo monumental, produjo un «daño a la humanidad», según Coelho. Lo que parece una exageración desmedida y una falta de puntería que refleja una suerte de desprecio por la cultura de un escritor no solo interesado en «hacer que lo difícil parezca simple», sino en podar todos los elementos de la literatura que puedan hacer pensar al lector algo diferente, o algo más (o mucho más) de lo que el superventas brasileño simplifica.
Libros para iniciados y no para lectores avezados, deseosos de sumergirse en las profundidades para luego salir respirando a la luz. Todas las cosas de Coelho se encuentran mirando distraído el agua del mar que baña los pies en la playa, todo lo contrario de la teoría del iceberg de Hemingway, por la cual solo un octavo de la masa de la historia aparece en la superficie: la omisión de lo que el escritor conoce y el lector descubre, fascinado, al pasar las páginas.
De todo eso prescinde y a todo eso reprocha con violencia Coelho, que saca pecho de su memez, de los pastiches para los que roba de obras clásicas sin ningún reparo; como refiere la revista Gatopardo: Por ejemplo, Sun Tzu dice: «'Si quieres fingir cobardía para conocer la estrategia de los adversarios, primero tienes que ser extremadamente valiente, porque solo entonces puedes actuar como tímido de manera artificial', mientras que el libro del carioca aconseja: 'Un guerrero de la luz nunca se acobarda. La fuga puede ser un excelente arte de defensa, pero no debe ser usada cuando el miedo es grande'».
Libros perfectos para la venta masiva
Coelho procesa la información, los pensamientos, y los ofrece muy bien presentados, perfectos para la venta masiva, pero desprovistos de todas las «dificultades» que conforman su especialidad. No hay nada especial en los libros de Coelho, salvo que prefiguró las costumbres de la sociedad del futuro: ausencia de intimidad, de introspección, consumo «aliterario» rápido, pautas, frases podadas, no vaya alguien a escandalizarse. No vaya Joyce, ese dañador de la humanidad, a hacerle a alguien sentir mal o incómodo o hacerle pensar, al contrario que en el mundo de la plástica (de plástico) felicidad de Coelho, al que si se le disecciona no es que solo haya un tuit, sino un vacío insondable y el verdadero «daño a la humanidad» que con tanta imprudencia achacó a un genio.