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Un joven Matt (tenía 15 años) mira sonriente a su progenitor, J. D. Salinger, convertido ya en escritor consagrado (Nueva York, 1975)

Matt Salinger, con 15 años, mira a su padre, J. D. Salinger en Nueva York en 1975)© JD SALINGER LEGENDARY TRUST

J.D. Salinger «visita» por primera vez Madrid en la reconocible figura de su hijo, el 'guardián entre el centeno' de su obra

El actor Matt Salinger está en España por el 70º aniversario de Nueve Cuentos, siempre bajo la expectación del mito y como responsable de su esperada obra inédita

Matt Salinger, el Capitán América, llegó de Nueva York. El guardián entre cuatro libros, que se sepa, del monstruo de su padre: El Guardián entre el Centeno, Nueve Cuentos, Franny y Zooey, Levantad, carpinteros, la vida del tejado y Seymour, una introducción, aunque la sombra de casi medio siglo de silencio se cierne durante ese mismo medio siglo.

Dijo Matt que su padre se retiró de la vida literaria buscando el retiro más allá de la fama. Le gustaba el silencio. Quería una familia. Nunca guardó silencio con Matt, testigo privilegiado, un superhéroe que no ha venido a hablar de lo nuevo, sino del aniversario de lo viejo y de lo nuevo que hay en lo viejo del explorador de la Literatura que era J.D., el mismo que se decepcionó con el retorcimiento de su obra.

Matt Salinger, hijo y albacea de su padre, el escritor J.D. Salinger

Matt Salinger, hijo y albacea de su padre, el escritor J.D. Salinger

El lector voraz, de lo contemporáneo, de lo clásico, hasta de novelas de espías que tiene una obra oculta. La obra oculta que J.D. le dijo a Matt que publicara, incluso las «verrugas», lo feo, incluidas las anotaciones. Pero estas anotaciones son complicadas, notas a mano y a máquina. Calcula un año y medio. O más para terminar. Incluso con la ayuda del software con el que se deja la voz, en lugar de la vista.

'Nueve cuentos', primer libro de relatos de J. D. Salinger

'Nueve cuentos', primer libro de relatos de J. D. Salinger

Cuenta que tanto la biografía y el documental ya publicados adolecen de información fidedigna sobre la obra inédita, puesto que solo la conocen su mujer y su hijo, los albaceas. «Una vergüenza». Harvey Weinstein, el productor, quería confrontar, quería crear una polémica: «Ya conocemos todos a Harvey Weinstein».

El Guardián parece una novela sencilla, pero no lo es. Están entretejidos temas más complicados. J.D. escribía para su lector solitario, quería crear una comunidad como la que la Andolini le sugiere a Holden. Nueve Cuentos son joyas, cada uno de ellos. Lo dice su hijo. El diamante se crea ejerciendo la presión justa y eso es lo que hizo. Son diamantes. Los cuentos artesanos donde aparecen los niños como la mejor forma de conocer al autor que le hablaba a su hijo como a un igual y no como un niño. Una imagen distinta de la que tuvo (o al menos escribió) su hermana, un relato poco amable y acusatorio de distintas «costumbres» del mito.

«El guardián entre el centeno» de J. D. Salinger

«El guardián entre el centeno» de J. D. Salinger

El no experto en literatura, Matt, el actor, que se enfrenta a la obra de su padre como lector y se siente abrumado ante la prensa literaria. Los cuentos secretos no se van a publicar, porque él no quería. Son relatos de aprendizaje. Unos no le gustaban, le daban vergüenza, y otros sí. Pero no quería publicarlos. Un conflicto, el de publicar o no, que le acompañó toda su vida. Para él publicar no era sencillo, porque se involucraba muchísimo y le quitaba tiempo para escribir, y eso es lo que no quería.

Matt Salinger

Matt Salinger

Asegura Matt que es el mismo Salinger, el que vendrá, del publicado en vida, pero que con su evolución habrá sorpresas. Quizá entre los Glass, esa familia maravillosa a la que le hubiera gustado pertenecer. La guerra, su participación, la liberación de algunos de los campos de concentración, produjeron en él una necesidad de búsqueda. No iba a escribir best sellers, sino que quería ir más allá, quería buscar la belleza en soledad y tener la casa siempre caliente, porque juró no volver a pasar frío, igual que Escarlata O'Hara juró que no volvería a pasar hambre.

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