España cede en el lenguaje inclusivo de la izquierda, pero Francia, Italia y Alemania se oponen
Desde la llegada de Pedro Sánchez al poder, el desdoblamiento del lenguaje no sólo se ha impuesto en instituciones privadas, sino que poco a poco se infiltra en la administración pública, mientras la RAE y la Unión Europea advierten de que se trata de algo innecesario
«Utilizar el masculino genérico para designar los dos géneros es un hallazgo en la evolución del español muy importante, que tiene origen en el sánscrito, en las lenguas preclásicas. Cuesta mucho prescindir de esa herramienta y buscar una alternativa, porque es una herramienta muy económica». El académico de la RAE Darío Villanueva lo tiene claro cuando se trata de hablar y juzgar el lenguaje inclusivo: no solo es innecesario, sino que es, además, incorrecto.
Sin embargo, el lenguaje inclusivo campa a sus anchas en el Estado español. Desde que Pedro Sánchez llegó al poder, el desdoblamiento del lenguaje no sólo se ha impuesto en instituciones privadas, sino que poco a poco se ha infiltrado en la administración pública, convirtiéndose en punta de lanza en la llamada «batalla cultural».
El Ministerio de Igualdad, con Irene Montero y Ángela Rodríguez PAM a la cabeza, han establecido en diferentes declaraciones y documentos que el español es «sexista y poco inclusivo», proponiendo a cambio desdoblamientos del lenguaje, el uso de la «x» o la «e» para evitar el sufijo masculino o femenino.
Sin embargo, la RAE afirma que «el uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto».
Europa, contra el lenguaje inclusivo
Sin embargo, frente a la actitud laxa en España, países como Francia fortalecen su oposición al desdoblamiento del lenguaje. El francés es fundamental para la identidad nacional francesa, y no sólo por su pasado colonial. En la actualidad, la guerra cultural ha llegado a las puertas de la nación de Molière, y el predominio del francés de tambalea: de hecho, Macron hizo referencia al debate del lenguaje inclusivo en materia de género, y defendió proteger la pureza del francés «del aire de los tiempos».
El presidente de Francia ha dejado clara su oposición a la utilización de un lenguaje inclusivo en materia de género, afirmando que en francés «el masculino es lo neutro» y puede representar tanto a hombres como a mujeres. En línea con esta defensa y salvaguarda del idioma, un proyecto de ley presentado en el Senado pide prohibir el uso en público y en las empresas de los términos que se emplean en francés para «no ofender a las mujeres y a las personas no binarias».
Durante la inauguración en Villers-Cotterêts de un foro sobre lengua francesa, el presidente defendió la importancia del idioma común y atacó los nuevos términos, en su mayoría impronunciables, que incluyen «iel» para sustituir a los pronombres «il» y «elle» y la adición de sufijos para añadir los sentidos femenino y plural a los sustantivos y adjetivos de género masculino que se refieren a personas. Con este sistema, «sénateurs» se convierte en «sénateur.rice.s» y «cher lecteur» (querido lector) en «cher-e-s lecteur-rice-s».
Meloni, «el primer ministro»
En Italia, bajo la presidencia de Giorgia Meloni, se produce la misma defensa del idioma: el Gobierno ha adoptado una línea de rechazo absoluto por el lenguaje inclusivo en la nación mediterránea. Mantener la esencia y la corrección de la lengua italiana es la máxima de la Academia de la Crusca. La institución que vigila el uso correcto del italiano ha rechazado «taxativamente» los signos preponderantes del lenguaje inclusivo, como el asterisco o la «e» invertida, que no tendrán cabida en la lengua italiana. Así ha respondido a las dudas que se tenían sobre la paridad de género en los escritos jurídicos.
Esta decisión surgió tras la reunión que tuvo el Comité de Igualdad de Oportunidades del Consejo Directivo del Tribunal Supremo con la Crusca, donde se aclararon las dudas sobre cómo respetar la paridad en las actas judiciales y documentos burocráticos de toda índole. Los académicos italianos negaron recalcaron que «en una lengua como el italiano, con dos géneros gramaticales, el masculino y el femenino, el mejor instrumento para que se sientan representados todos los géneros y orientaciones sigue siendo el masculino plural no marcado».
La propia Meloni levantó la polémica en Italia después de anunciar que quiere ser denominada como «el primer ministro» en lugar de «la primera ministra», apostando por una declinación de género masculina en lugar de una femenina.
Como no podía ser de otra manera, y contando con las declinaciones que tiene un idioma como el alemán, el país liderado por Olaf Scholz ha decidido tomar distancia con el lenguaje inclusivo. En 2021, la entonces ministra interina de la Mujer, Christine Lambrecht, ahora exministra de Defensa, cargó contra el lenguaje inclusivo, llegando a enviar una circular a todas las instituciones bajo su mando, en la que se prohibía el uso de los asteriscos, barras, arrobas y neoformas del lenguaje inclusivo, en este mismo sentido el alcalde de Berlín, Kai Wegner, ha descartado usar el lenguaje de género neutro.
Además de España, hay otros países europeos que también han sucumbido a la corrección política, como Portugal o Suecia. En el país escandinavo se añadió el pronombre neutro a su diccionario oficial: tras el masculino «han» y el femenino «hon», los suecos llevan años utilizando «hen», que carece de género, algo que ha llegado también a la Academia.