El Debate de las Ideas
El Museo Latino de Washington y la defensa de la Hispanidad
El Museo Latino es una empresa política; se dedica a enseñar a las nuevas generaciones a ver la vida a través del prisma de una única lucha entre «el opresor y el oprimido»
Parece que John Leguizamo no está muy solicitado en Hollywood últimamente, así que la dirección del Museo Latino de Washington le envió a Madrid en noviembre con el objetivo de recabar apoyos para esa iniciativa. «Nuestra historia en Estados Unidos ha sido borrada», se lamentó el actor colombiano–estadounidense en un acto que tuvo lugar en la Casa de América.
Leguizamo sostuvo que el museo es necesario para volver a dar vida a esa historia. Y no se equivoca al afirmar que, sin duda, está siendo borrada. Esa historia, de hecho, está siendo reescrita por modernos estalinistas. Son gente como el propio Leguizamo y todos los demás implicados en el proyecto quienes lo están llevando a cabo.
En primer lugar, se está purgando la historia de la larga interacción de España con América del Norte y el Caribe. La experiencia de los cubano-americanos también ha sido prácticamente borrada. Se ha ignorado la participación voluntaria de los pueblos con apellido español en la Revolución de Texas contra México, y se ha rechazado prácticamente cualquier signo de patriotismo, asimilación y éxito por parte de los inmigrantes hispanoamericanos en Estados Unidos.
El museo presenta únicamente una visión simplista de una España malvada
Ello se debe a que el Museo Latino, oficialmente conocido como Museo Nacional del Americano Latino, es una empresa política; se dedica a enseñar a las nuevas generaciones a ver la vida a través del prisma de una única lucha entre «el opresor y el oprimido».
Se trata de la misma mentalidad que ha producido estudiantes que se identifican con los terroristas de Hamás y no muestran compasión por las mujeres que violan y masacran.
En cuanto a España, el museo presenta únicamente una visión simplista de una España malvada, colonizadora de indígenas nobles y de africanos traídos después, con la ayuda de una pérfida Iglesia católica que actúa como criada de los malvados colonizadores europeos.
Esto es lo que pudimos ver en la primera y hasta ahora única exposición del museo, «¡Presente! Una historia latina de los Estados Unidos», exhibida en la Galería de la Familia Molina. Actualmente la exposición se encuentra en el Museo de Historia Nacional, en el National Mall, una franja de terreno que separa la Casa Blanca del Congreso en Washington D.C.
El Museo Latino fue aprobado por el Congreso en 2020, dentro de una gigantesca ley ómnibus que autorizaba un gasto de casi un billón de dólares que el presidente Donald Trump no vio más alternativa que firmar. Aún no se ha construido el edificio que albergará dicho museo, por lo que la Galería Molina se considera la precursora del museo.
La segunda exposición exalta a los jóvenes radicales de la década de 1960
Después de que la Galería de la Familia Molina abriera sus puertas en el verano de 2022, unos cuantos fuimos a verla y nos pareció tan objetable –tan implacablemente marxista en su enfoque del oprimido contra el opresor– que la criticamos en diversas publicaciones.
Sin que nosotros lo supiéramos, el Museo Latino ya había encargado una segunda exposición, una para celebrar y exaltar a los jóvenes radicales de la década de 1960, tales como los Young Lords puertorriqueños, al tiempo que se execraba el capitalismo. A raíz de nuestras críticas a la exposición de la Galería Molina, el Smithsonian canceló discretamente sus trabajos relativos a esa segunda exposición a finales de 2022 y encargó una nueva sobre la música salsa (pensando, obviamente, que los comisarios marxistas no podrían politizarla, aunque cualquier cosa es posible).
Pero aquello no fue suficiente. Tras nuestras críticas, los republicanos de la Cámara de Representantes fueron a ver la exposición de la Galería Molina y les pareció tan censurable que cortaron la financiación al Museo Latino el verano pasado. Una negativa a financiar actividades como esta que permanece en el proyecto de ley presupuestaria de Interior, Medio Ambiente y Agencias Relacionadas.
Como Alfonso Aguilar, presidente del Latino Partnership for Conservative Principles, Joshua Trevino, jefe de inteligencia e investigación y director de Texas Identity en la Texas Public Policy Foundation en Austin, Texas, y yo escribimos en el periódico The Hill en agosto de 2022:
«La exposición, y el museo que la exhibe, están profundamente desconectados de la experiencia y la cultura de los latinos reales en Estados Unidos. Sólo da voz a los ideólogos izquierdistas, homenajea a los activistas transexuales, denigra el cristianismo, ataca el capitalismo, condena a Occidente, retrata a Estados Unidos como inicuo y opresor y distorsiona gravemente la historia. Promueve la clásica agenda opresor-oprimido del marxismo de manual».
Rechaza una visión más matizada de España, en la que se reconozca que ha desempeñado un papel civilizador en el Nuevo Mundo
Pero el sesgo antiespañol del Museo revela que, en el fondo, lo que los curadores y administradores del museo pretenden es presentar toda la civilización occidental como perteneciente a la categoría de los opresores, y a los pueblos indígenas del mundo como las grandes víctimas.
Por eso rechaza una visión más matizada de España, en la que se reconozca que ha desempeñado un papel civilizador en el Nuevo Mundo, como portadora del cristianismo, o de cosas tan básicas como la rueda o los animales de tiro, o de los indios y sus prácticas de sacrificios humanos a una escala tan enorme y horrorosa que sus enemigos se pusieron de parte de los españoles, lo que permitió su victoria a pesar de ser mucho menos numerosos.
Es poco realista pensar que los curadores y administradores del museo vayan a permitir que esa visión de la historia se exprese en su museo, en el hipotético caso de que los republicanos fueran tan insensatos como para volver a permitir su financiación.
Cuando un grupo de ciudadanos españoles, preocupados por la manipulación y el sesgo antiespañol de la exposición, escribió al director del museo, Jorge Zamanillo, para quejarse de esa ubicua propaganda antiespañola, Zamanillo respondió que la sección dedicada al dominio colonial de España haría hincapié únicamente en el sufrimiento de los súbditos coloniales, «sin centrarse en exploradores, conquistadores y misioneros».
Para asegurarse de que esos insolentes españoles entendían su mensaje, Zamanillo añadió:
«Independientemente de sus motivaciones, el resultado indefendible de la colonización europea fue la usurpación de tierras indígenas, el genocidio humano, tanto intencionado como no intencionado, la eliminación y sustitución cultural intencionada, y la esclavitud y servidumbre de millones de indígenas y africanos».
A Zamanillo se le escapa, por lo visto, que sin la era de los descubrimientos de España, o la de Inglaterra en Estados Unidos, no existiría ninguno de los países o pueblos que existen hoy. Colombia no sería Colombia, ni Cuba sería Cuba, ni Argentina sería Argentina. Maldecir esta historia, denunciarla y desear que no hubiera ocurrido, es decir que Ecuador, Perú y Brasil –o Estados Unidos y Canadá también– no deberían existir, y que todos estaríamos mejor si así fuera.
En otras palabras, es odio a uno mismo y una idiotez total, y Leguizamo es su perfecto portavoz.
- Mike González es Senior Fellow de la Heritage Foundation