Mucha agua y poco toro
Dos generosas orejas a Castella y Roca Rey, con flojos toros de García Jiménez, en el Domingo de Resurrección sevillano
Ni los más viejos del lugar recordaban una Semana Santa sevillana más lluviosa: para el campo –escucho a un señor –ha supuesto «oro molío». Para las cofradías, un desastre, que se llevó por delante la madrugá completa. Para la tan esperada corrida de toros, un grave problema.
No es momento de repetir aquí lo que en otra parte de El Debate aparece: esta corrida sevillana del Domingo de Resurrección es, sin duda, la más hermosa del año, sea cual sea su cartel. Va unida a la fiesta católica que nos infunde más esperanza, la Resurrección; también, a la consagración de la primavera, como la música de Stravinski.
Aunque los pronósticos del tiempo eran favorables, a la hora del comienzo de la corrida cayó el diluvio universal, que se unía a todos los anteriores: parecía imposible que pudiera celebrarse. Sin embargo, la lona y la buena labor de los operarios obraron el milagro. Con bastante retraso comenzó el festejo. Nadie nos pudo librar, en todo caso, del frío invernal ni del mal juego de los toros de Hermanos García Jiménez: flojos, descastados, sin emoción. Todos han hecho muy pobre pelea en varas. Las generosas orejas concedidas a Castella y Roca Rey no salvan la tarde.
Después de muchos dimes y diretes, sí actuó Morante. Con estas reses, apenas ha podido mostrar su gran estilo y lucirse en un par de verónicas, en cada toro. El primero, un bonito sardo, flaquea, va y viene. Lidia y clava banderillas muy bien Curro Javier, como siempre. Luce Morante su naturalidad, su gran estilo, logra algún precioso natural de mano baja y pincha sin confiarse.
El cuarto protesta, huye, mansea. Banderillea con muchas facultades Joao Ferreira. Apunta José Antonio su impecable estilo clásico pero el toro es otra birria y todo se derrumba. Además, mata muy mal, huyendo.
Castella ha mejorado mucho en su vuelta a los ruedos. Se le ve con ganas, como un buen profesional. El segundo, justo de presentación, se queda, saca genio pero, a la larga, es el de juego más interesante. Nadie daba un duro por el toro pero Sebastián le planta cara, se dobla con mucho oficio, le va sacando naturales estimables; ya con la espada en la mano, naturales de frente, en el estilo sevillano de Manolo Vázquez. Mata con decisión: oreja.
En el quinto, que flaquea, se luce Chacón con los palos. El toro pega cabezazos, se raja. En lo que no ha mejorado Castella es en su tendencia a alargar demasiado las faenas, cuando ya no hay nada que hacer: debería hacerlo.
Flaquea de salida el tercero y lo devuelven. El sobrero, de la misma ganadería, se mueve sin celo, muy suelto. Roca Rey logra sujetarlo: su trasteo es fácil pero tiene escasa emoción porque el toro es de esos actuales que «se dejan» (¡horrible expresión!). Alguna voz recuerda a Daniel Luque, con el que el peruano se niega a competir. Mata con decisión: generosa oreja.
Además de flojo, el último, un sobrero de Sorando, es manso, huye a chiqueros. Roca Rey se justifica con otro trasteo fácil. Un diestro poderoso, como él, necesita toros más encastados para calibrar su actual momento.
Mojados y ateridos hemos salido de la Maestranza, ya de noche cerrada. En 1889, después de grandes lluvias, Chueca estrenó con éxito, en el Teatro Apolo, su revista musical El año pasado por agua, en el que aparecía como personaje «Neptuno, rey de los mares». En esta Sevilla de enormes charcos, hubiera estado en su ambiente. Igual que los habitantes de Vetusta, a los que Clarín llama «anfibios». Los aficionados no somos como ellos pero todavía llevamos peor la sucesión de toros flojos y descastados, que plantean pocos problemas a las figuras. Con esos toros, aún cuando haya una sequía, la Fiesta naufraga.
FICHA
- Sevilla. Plaza de Toros de la Maestranza. Lleno de «No hay billetes». Toros de Hermanos García Jiménez, incluido el 3º, sobrero, con poca fuerza y casta; sexto, sobrero de Sorando, manso.
- MORANTE DE LA PUEBLA, de carmín y oro, pinchazo y estocada atravesada (silencio.) En el cuarto, tres pinchazos y descabello (silencio).
- SEBASTIÁN CASTELLA, de azul marino y blanco, estocada (oreja). En el quinto, pinchazo y estocada (silencio).
- ROCA REY, de verde esmeralda y oro, estocada (oreja). En el sexto, estocada (silencio).