El filósofo Immanuel Kant cumple 300 años sin salir de su pueblo
Kant está considerado como uno de los pensadores más importantes de la Historia de la Filosofía; precursor del Idealismo alemán y padre, entre otros, de la modernidad más voluntarista que hoy encontramos como pensamiento estandarizado en la sociedad.
El filósofo prusiano de la Ilustración, la luz racional, la voluntad y los escasos viajes, ya ha cumplido trescientos años en su Königsberg natal; del que dicen las malas lenguas que nunca abandonó y que recorría a diario en busca de la fórmula adecuada del bien vivir.
Kant está considerado como uno de los pensadores más importantes de la Historia de la Filosofía; precursor del Idealismo alemán y padre, entre otros, de la modernidad más voluntarista que hoy encontramos como pensamiento estandarizado en la sociedad.
La moral idealista
La buena voluntad de Kant presupone una ética formalista en la que cada hombre debe seguir una moral propia y que nace del conocimiento sobre si la acción elegida puede ser universal a todas las circunstancias y todos los momentos. O dicho de otra manera: «obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal» y no tratar a las personas como medios, sino como fines.
Para ello, haría falta llegar a pensar por uno mismo, acabar con los prejuicios y guiarse en la perfección de la coherencia.
El sujeto moral de Kant vendría a ser un virtuoso spinozista, capaz–a diferencia de la experiencia cotidiana del resto de los hombres– de obrar bien a partir de su voluntad y sus buenos propósitos. La subjetividad, la conciencia, la voluntad propia serían las últimas instancias ante las que hacer cuentas. Dios, por tanto, no tiene nada que ver con el comportamiento ni con la vida humana.
¿Basta la razón?
Como se puede comprobar por el devenir ideológico, social e incluso religioso de los últimos tres siglos, Kant se ha convertido en un pensador inconscientemente omnipresente, a la hora de formular el contexto y la manera adecuada de vivir en libertad y autonomía.
Sin el filosofo andarín de Königsberg, la cultura europea hubiera marchado por otros derroteros y, quizá, se hubiera hecho las mismas preguntas y lanzado otras hipótesis con sus métodos correspondientes. Pero, a la hora de la verdad, y una vez echado a andar el racionalismo en su versión más pura, jamás se ha podido responder totalmente, desde la sola razón, por el problema del mal, por el de la injusticia, por el del desorden o por el de la muerte, ya que la sola razón en sí misma, es débil y limitada.
En este sentido, el sujeto religioso y los predicadores del hecho religioso, tal y como se predica hoy en día desde los púlpitos, deben saber discernir adecuadamente, que es la razón, qué es la fe y si basta con la voluntad humana para alcanzar la verdad y el secreto de una vida moral.