¿Se puede ser rico y de izquierdas?
Marcelino Camacho, epítome de la izquierda más «auténtica», dijo que sería una «contradicción enorme» por «antagonismo entre sus intereses y su conciencia»
Los que lo son, ricos y de izquierdas, aducen que nada tiene que ver una cosa con la otra. ¿Tienen razón? Según el DRAE, un rico como adjetivo y primera acepción es «Adinerado, hacendado o acaudalado». Izquierda, según el diccionario, es el «Conjunto de personas que profesan ideas reformistas o, en general, no conservadoras». En principio parece que nada tienen que ver la velocidad con el tocino, al menos en la superficialidad del significado puro.
Dice la diseñadora Elena Benarroch en El País que para ella ser de izquierdas es ser tolerante. Entonces, ¿ser de derechas es ser intolerante? Aquí empieza a complicarse el asunto, porque solo puede ser un totalitarismo decir que ser de izquierdas es ser tolerante. Es como decir que ser de izquierdas es ser bueno, lo que equivaldría a decir que ser de derechas es ser malo.
«Riquezas compatibles»
El antiguo presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, fue grabado en un colegio diciéndole a los niños (de unos 5 años): «¿Messi cómo es?», a lo que los pobres párvulos respondían al unísono: «¡Bueeno!», y luego continuaba: «¿Y Cristiano cómo es?», a lo que aquellos decían, con mayor énfasis: «¡Maalooo!». Claro que Elena Benarroch en realidad es un caso particular, como todos, aunque no se diga.
La que es amiga de Felipe González dice que no le gusta Sánchez ni Feijóo. Y también que cómo no eliminen a Hamás corre peligro el mundo entero. José Antonio Marina dijo que hay riquezas compatibles con las ideas progresistas y otras que no. Gabriel Albiac le dijo a un servidor que la izquierda y la derecha son conceptos metafóricos surgidos durante la Revolución francesa y que hoy no significan nada.
Marcelino Camacho, epítome de la izquierda «pobre», si se permite el calificativo con lo que nos ocupa, dijo que un millonario de izquierdas era «una cosa rarísima» y aseguró sobre la misma idea de ser rico y de izquierdas que, quien lo fuera, estaría en una «contradicción enorme» por «antagonismo entre sus intereses y su conciencia». Aquí en Camacho, el hombre de izquierdas, el obrero, el sindicalista humilde, aparece la mayor crítica a la dualidad.
Curiosamente, a la Asamblea Popular de la China comunista, la llaman «El club de los millonarios». Gaspar Llamazares, antiguo líder de Izquierda Unida, oponía a la pregunta que qué tenía que ver su ideología con su patrimonio. Todo un razonamiento para acabar con el debate. El caso de Artiom Tasárov es uno de los más sorprendentes, paradójicos, contradictorios y quizá reveladores y hasta puede que definitivo:
«Integrar la riqueza en la ética»
Tasárov dirigía una cooperativa en la antigua Unión Soviética y apareció en la televisión de Moscú en 1989 para revelar que en el último mes había cobrado 3 millones de rublos de nómina (unos 5 millones de dólares). La razón fue la llamada perestroika de Gorbachov y los claros que se empezaron a abrir en el obsoleto sistema comunista. Tasárov vivía en una dictadura comunista obligado (no tenía por qué ser de izquierdas), pero quiso ser rico y consiguió serlo en la URSS que se resquebrajaba, pero seguía siendo la URSS.
Tasárov empezó a comprar viejos electrodomésticos japoneses a precios irrisorios y luego contrató a ingenieros para que los repararan. Después se puso a revender las piezas a su propio Gobierno a precios de nueva tecnología japonesa. Las cooperativas no podían facturar mucho dinero, de forma que el vacío legal lo encontró en que el sueldo de los cooperativistas no tenía límite fijado por ley, así que los millones de beneficios los imputaron a las nóminas.
Todo fue legal, pero contradictorio. O no. Según Albiac no lo es. No puede ser lo que no significa nada. Si no existe la derecha ni la izquierda, se puede ser rico de derechas y de izquierdas, porque equivaldría a ser simplemente rico. José Antonio Marina dijo que «La evolución del derecho de propiedad indica el modo de integrar la riqueza en el proyecto ético», una ampliación del concepto de la contradicción de Marcelino Camacho y el choque entre los intereses y la conciencia.
Quién sabe si la respuesta no la tiene ningún filósofo, ni ningún pensador, ni por supuesto ningún político sino un artista, como Paco de Lucía, quién un día dijo: «Fui de izquierdas hasta que gané los dos primeros millones de pesetas. Cuando los guardé en el banco, que no hice ni escuelas ni se lo di a los niños de África, cuando no hice nada por los demás con ese dinero, desde ese día no volví a decir públicamente que era de izquierdas».