Víctor Manuel , Franco, la «amnistía chunga» y la equidistancia calculada
El cantante asturiano ha dicho que la amnistía es «muy chunga y muy fea», pero que está convencido de que va a ser útil. En 1966 le dedicaba una canción al Caudillo titulada Un gran hombre
De Víctor Manuel ( y de su mujer Ana Belén) siempre se ha dicho el tópico de los comunistas ricos. El desdén de su misma izquierda siempre ha despreciado, más con gestos que con argumentos (quizá porque no los haya para rebatir el tópico) ese sambenito. Pero al fin y al cabo es la etiqueta que la exitosa y conocida pareja lleva consigo prendida del vestido o de la chaqueta, como esos tramposos que adquieren una prenda ocultando el precinto para poder estrenarla una vez y luego devolverla al mismo tiempo que les devuelven el dinero.
A Víctor Manuel (déjese en este caso a Ana Belén aparte) siempre le han estado devolviendo el dinero porque él siempre ha estado agenciándose ropajes para cada época. La primera y más pasmosa de ellas, después de todo, aquella canción que le dedicó a Franco en 1966 titulada Un gran hombre. Esto sí que es usar la chaqueta y devolverla durante toda una vida. Más o menos en aquella época, dos años después, en 1968, Serrat se negó a cantar el La, la, La en Eurovisión si no era en catalán. Lo hizo por las presiones como representante de la Nova Cançó.
Juanito, como le llamaba su madre, estaba perdiendo a la audiencia en catalán después de ponerse a cantar en español, así que hizo el gesto por las cosas del parné: un ejercicio de equilibrio público-económico para quedar bien con todo el mundo. No fue ninguna reivindicación ideológica o de libertad, como se intentó vender, por supuesto. La discográfica entró en pánico y entonces Serrat empezó con el más difícil todavía en su eterno número de equilibrismo.
Pero al menos no le dedicó una canción a Franco, después de todo lo que ha venido después. Es un caso similar al de Miguel Ríos, el cantante que compuso la mayor parte de su obra recordada en los tiempos del dictador (famosa es su frase: «contra Franco se cantaba mejor») en los que triunfó. Miguel Ríos (Mike Ríos en los inicios) fue una estrella más que bien tratada en los tiempos de Franco, una figura homologada por el Régimen, aceptada y promocionada. Eso fue hace más de 50 años. Medio siglo después, en la última época preelectoral, Ríos decía cosas como que el franquismo había vuelto, no precisamente como entonces, que no le interesaba el dinero o que le alegraba «conservar su pertenencia a su clase social».
Y es cierto que lo ha hecho, conservar su pertenencia social, manteniéndose siempre cercano a quien maneja el poder, independientemente de quién sea. Esa equidistancia calculada y fundamental podría decirse que es el mayor talento (mayor, incluso, que el indudablemente artístico) de Ríos y también de Víctor Manuel, del que no se recuerdan éxitos cercanos (como de Ríos) en muchas décadas. Víctor Manuel ha dicho recientemente que «esta amnistía es muy chunga y muy fea», y al mismo tiempo ha asegurado tener «absoluta confianza en que va a ser útil». Es la equidistancia precisamente útil en su máxima y desvergonzada expresión. La amnistía le parece fatal a Víctor Manuel, pero sin embargo piensa que va ser buena.
Víctor Manuel (reciente Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes), como Miguel Ríos o Serrat y algunos mas, no pocos, sí puede estar, y bien que ha estado, al plato y a las tajadas, en contra del dicho popular. Muerto Franco, el artista asturiano se convirtió en el adalid comunista que no fue en vida de aquel, sino todo lo contrario. Muchas veces le han preguntado por aquella canción de fervor al Caudillo, y en una ocasión, no hace mucho, respondió: «¿Aquel resbalón de juventud cantando a Franco? Solo hay que mirar la letra para ver que es de un gilipollas desinformado». «A buenas horas, mangas verdes» (o rojas), diría más de uno de esa chaqueta.