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18 de septiembre de 2024

El artista australiano Nick Cave

Nick Cave experimentó un giro en su carrera profesional y en su vida personal tras la muerte de su hijoAFP

Nick Cave se alza como el último creyente en el sentido de la belleza en el arte

Nick Cave emprende un camino trascendental a la búsqueda de Dios y la belleza en su disco 'Wild God'

Si fuera español y hubiera nacido en el Siglo de Oro, Nick Cave bien podría ser Francisco de Quevedo. Pero Cave es una estrella absoluta hija de los siglos XX y XXI alzado como un rara avis empeñado en un objetivo: la búsqueda de la belleza.

Cuando le preguntan al personaje (en todos los sentidos) Jep Gambardella (Toni Servillo), protagonista de La gran belleza, de Paolo Sorrentino, por qué no ha vuelto a escribir un libro, contesta: «Buscaba la gran belleza, pero no la he encontrado».

Marcado por las recientes muertes (en 2015 y 2022) de dos de sus hijos, Cave ha dado un puñetazo a su carrera con Wild God –cuyo sencillo Long dark night se inspira en la Noche oscura del alma de San Juan de la Cruz–, porque la acción creadora, ya sea artística o de cualquier otra naturaleza, siempre es un reflejo, o una sombra, de los demonios personales, pero también de la tendencia al bien de ese buen salvaje teorizado por Rousseau que todos llevamos dentro.

Pero, en definitiva, Wild God trata de lo mismo de lo que trata toda su discografía: de la búsqueda de la belleza.

Nick Cave irrumpió en el panorama musical en 1977, alcanzó la gloria en los 80 con sus The Bad Seeds y su rock oscuro arrastrado por una voz profunda a las profundidades del postpunk, donde habitan sus sombras y de donde salieron éxitos como Red Right Hand o ese inquietante y angustioso hito que es el álbum Murder Ballads.

El diario The Times destaca del australiano, afincado en Reino Unido, su serenidad, su traje negro, su pelo engominado y una irascibilidad que lo convierte en un personaje inclasificable. El redactor lo compara con las novelas de Cormac McCarthy o la pintura de Goya.

Precisamente, en conversación con The Times, Nick Cave habla de cómo la muerte de sus hijos ha dado forma a Wild God: «Esos momentos nos ayudan a comprender el mundo de una manera y nos muestran la hermosa capacidad que, como seres humanos, tenemos de superar diversas pérdidas».

«Aunque han sucedido cosas horribles, creo firmemente que el mundo, en sí mismo, tiende hacia la belleza y la bondad», afirmó. Una declaración que hace de Nick Cave un auténtico símbolo contracultural.

En un momento en el que la sociedad avanza precisamente la dirección contraria, negando la existencia de la verdad y, por lo tanto, la posibilidad de la belleza, Cave defiende lo contrario, que la búsqueda de la belleza no solo es posible, sino una necesidad del hombre.

«El mundo es hermoso y vale la pena abrir los ojos para ver lo hermoso que sigue siendo, no solo lo degradado que sentimos que se ha vuelto», señala tras expresar su preocupación por la «amargura existencial» que dice haber detectado en un mundo desmoralizado donde la gente se pregunta «¿qué sentido tiene casarse y tener hijos?».

La muerte de su hijo Arthur en 2015, tras precipitarse por un acantilado cuando tenía 15 años, supone un punto de ruptura en la vida de Cave: «Las cosas no han vuelto a ser como antes».

La trayectoria de Nick Cave ha estado marcada por la adicción a la heroína y los intentos de desintoxicación en una caída nihilista a un infierno que se detuvo con la muerte de sus hijos.

Se reconoce lector asiduo de la Biblia y un hombre religioso en constante búsqueda. Sus experiencias en su búsqueda de Dios quedaron recogidas en el libro Fe, esperanza y carnicería (Sexto Piso).

Buceando en las entradas del sitio web de Nick Cave, The Red Hand Files, donde conversa con los fans que le mandan mensajes, se puede ver en algunas de sus últimas entradas esa búsqueda de los trascendentes que es, en definitiva, lo verdadero y lo bello.

«Bien puede ser que Dios esté en las canciones en la misma medida en que Dios está en todas las cosas».

«Necesitamos formar una relación con lo sagrado o lo divino. Esto se puede encontrar en el arte, en la música, en la poesía, en la religión, donde reconocimos la fuerza inefable y omnipresente que mantiene unido al mundo».

«Sí, el mundo está enfermo, y sí, puede ser cruel, pero estaría mucho más enfermo y sería mucho más cruel si no fuera por los pintores, cineastas y compositores de canciones, de creadores de belleza que se abren paso entre la sangre y el lodo de las cosas».

«Desconfía de quien niegue al arte su verdadera naturaleza compleja y eterna, y lo utilice para sus propios fines políticos. El arte no debería sermonearnos, hablarnos con condescendencia ni reprendernos».

«El gran arte todavía nos ofrece la oportunidad de experimentar lo sagrado, lo misterioso y lo reverencial».

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