Javier Cercas rechaza el relato del nacionalismo en una entrevista en 'The Paris Review'
El autor de Soldados de Salamina, ya extinto referente literario de la izquierda, da una lección de objetividad ideológica y personal en la mítica revista donde han sido entrevistados los más grandes escritores del siglo XX
Ya es suficiente historia aparecer en una publicación literariamente santificada como The Paris Review, algo así como uno de esos lugares para los elegidos donde aparecen precisamente estos, publicados y retratados. Publicar en The Paris Review es un gran logro y ser entrevistado un honor para los restos.
Cercas queda así a la altura de Hemingway, Faulkner, Vargas Llosa, García Márquez, Kerouac, T. S. Eliot, Céline, Cela y así una heterogénea y exclusiva lista de autores con sus nombres ya cincelados en este rincón del cielo de las letras. En la entrevista, a cargo del escritor Andrés Barba, también español, se suceden las características de las grandes entrevistas pausadas y completas, conversaciones sin prisa, de la legendaria revista.
'The Paris Review' y 100 festivales de Venecia
El encuentro es vital y literario, mayormente esto último. Pero entre la vida y la literatura aparecen las referencias, los éxitos, los fracasos, las alegrías o los aprendizajes de una carrera ya larga de escritor que naufraga y que llega a puerto, y allí se reconoce y se encuentra y vive y aprende, entre otras cosas a canalizar el ímpetu de la juventud, incluido el ideológico, con el sentido común de la madurez.
Una madurez que le hace manifestarse sin radicalismos, con la templanza del matador existencial, tan diferente por ejemplo del bombero torero de Almodóvar. El mundo de la izquierda se ha hartado en estos días de decir que el director de cine ha hecho historia con el León de Oro de Venecia, pero no se va a hartar de decir que Javier Cercas ha hecho historia con su entrevista para The Paris Review, cien festivales de Venecia en comparación.
Pero no por la importancia del escenario, sino por el calibre de sus palabras, de su saber y de su decir. Se puede ser de izquierdas o de derechas y no caer en el mantra de cada lado, obcecada y voluntariamente, para obcecada y voluntariamente no volver a salir mientras se vive como no se predica. Es el concepto de la llamada «gauche divine», la izquierda divina que levita en su vida de ricos como Almodóvar y tantos otros.
Pero no se habla, no habla Cercas en su entrevista, de ricos de izquierdas, sino de sentido y sensibilidad como el título de Jane Austen que no firmó con su nombre sino como «by a lady» después de haber utilizado pseudónimos masculinos en una sociedad aun no preparada para las escritoras mujeres. Entonces no había esa preparación, pero ahora no parece haber preparación para salir de cada cerca (qué paradoja con Cercas) donde pastan los de un lado y los de otro.
Javier Cercas no pasta, sí habla y dice cosas propias, pensamientos personales y solo personales y hallazgos como «héroes de la traición» en referencia a Gutiérrez Mellado, Adolfo Suárez y Santiago Carrillo, «capaces de traicionar un pasado plagado de errores, un pasado dictatorial, para construir un futuro democrático». Seguramente muchos no estarán de acuerdo con la relación que hace el escritor sobre estas tres figuras, pero la originalidad es casi honestidad, aunque no se piense en ella.
Y no pensar en ella es casi el valor más notable. No pensar en ser honesto sino libre para ser honesto. El escritor que ironiza con seriedad y sin tapujos en The Paris Review con el relato establecido de que «todos éramos antifranquistas desde el principio», y con el de que «todos los republicanos eran buenos, que aquí no había asesinos en la retaguardia republicana, y que cualquiera que diga lo contrario es un fascista?». Y Javier Cercas es de izquierdas y tiene sentido y sensibilidad y vida en ellas, parece que al contrario que Almodóvar, por ejemplo, y su diatriba prefabricada ante los ojos del mundo en el escaparate de Venecia.
«El nacionalismo es una ficción»
Almodóvar, y no se quiere hablar de Almodóvar sino de Cercas (se hace para explicar al protagonista por representar casi la antítesis absoluta), tampoco ha dicho, ni dirá jamás cosas tan ciertas y bellas en lo terrible como que «El nacionalismo es una ficción». Y que «la ficción viene primero, luego los creyentes». Esto y otras cosas libres, aunque no le gusten a unos y a otros lo ha dicho en The Paris Review como si no lo dijera, como si no hiciera apología ideológica de nada. Como si solo hablara de la literatura que es su vida.