Fundado en 1910
El escritor Xosé Carlos Caneiro, autor de 'Paraíso'

El escritor Xosé Carlos Caneiro, autor de 'Paraíso'

Xosé Carlos Caneiro, escritor

«Pedro Almodóvar es un cineasta absolutamente mediocre que dentro de 20 años nadie recordará»

El escritor gallego Xosé Carlos Caneiro vuelve a las librerías con Paraíso, un sorprendente fresco de la sociedad gallega donde lo real y el realismo mágico se entremezclan como en la vida misma

Xosé Carlos Caneiro vuelve a las librerías con Paraíso (Sial Pigmalión), con un universo gallego lleno de personajes, paisajes e historias que desbordan realismo mágico.

Un realismo mágico que marca el ADN de la sociedad gallega y que de la mano de los grandes escritores hispanoamericanos se convirtió en género literario universal.

El Debate habla con Caneiro de literatura, identidad y cultura con una preocupación central: la situación de los creadores en una España donde la cultura ha sido monopolizada por una izquierda empeñada en politizarlo todo.

Paraíso, escrita originalmente en gallego, llega ahora en español con un elenco de personajes que, inconfundiblemente, surgen del arraigo del autor a su tierra de Verín. ¿Qué hay de Verín en Ébora?

— Verín y Ébora son análogos, lo que sucede es que Verín existe físicamente y Ébora existe únicamente en mi imaginación y en la imaginación de los lectores. Pero sí es cierto que Ébora bebe en la frontera, en el paisaje espléndido del valle de Monterrey y también en las gentes de Monterrey.

— Usted es uno de los escritores en lengua gallega (también en español) más destacables del momento. Sin embargo, a veces parece que el escribir en gallego, aunque luego se traduzca al español, es un obstáculo para desarrollar una carrera literaria. Ahora hay un tímido fenómeno Cunqueiro, que empieza a leerse bastante en lengua castellana. ¿Usted tiene esa percepción?

— Sí, por supuesto. El gallego es un idioma de una comunidad autónoma de 2.800.000 personas. Traspasar las fronteras en español o en cualquier otro idioma —yo estoy traducido también en alemán o en coreano— es muy difícil.

Además, siempre he tenido la sensación de que existe un cupo para las lenguas cooficiales. Es decir, que haya un escritor o dos escritores catalanes, uno o dos vascos y uno o dos gallegos que realmente tienen bien distribuida su obra en España. Es la sensación que he tenido.

Yo ahora estoy en un momento en el que escribo tanto en gallego como en español y me encuentro igual de cómodo en ambas lenguas. El caso de Cunqueiro es estupendo que lo señales porque Cunqueiro es el gran inventor del realismo mágico que después nos copiaron los hispanoamericanos. Pero es un escritor esencial que, como yo, escribía también en gallego y en español.

— Vivimos en una España donde la cultura es política, y donde la izquierda desde hace años domina la cultura, dan lecciones de moral y adoctrinan a los ciudadanos. Ahí tenemos, por ejemplo, a personajes como Pedro Almodóvar que, recientemente, ha declarado con un desagradable paternalismo que «tener hijos es un acto egoísta».

— Parece que en España la cultura o es de izquierdas y nacionalista —o nacionalista, valen ambas conjunciones—, o no es cultura. Es decir, todos los que nos situamos en el ámbito conservador, liberal o católico no pertenecemos de facto a lo que ellos denominan, entre comillas, el mundo de la cultura.

Personalizando en Pedro Almodóvar yo creo que es un cineasta absolutamente mediocre y creo, en mi opinión, que dentro de 20 años nadie lo recordará. Destaca por su obsesión dogmática e ideológica y también por aparentar ser el cineasta más moderno del orbe. A mí me parece un cineasta huero, como dije antes, mediocre, zafio y muy vulgar. Su cine no me interesa en absoluto.

— Hay indicios de que vamos hacia una nueva actitud de censura creativa con prácticas como la cancelación de creadores que no comulgan con las verdades oficiales de la izquierda. ¿Está en riesgo la libertad creativa?

— Sin duda. Más que nunca. Yo nunca me he sentido más censurado, tengo 61 años, que en la contemporaneidad. Ahora mismo, muchos escritores se preguntan si deben escribir esto o deben escribir lo otro en función de la corrección política que conlleve el mensaje.

Por lo tanto, sí existe esa censura y existe, obviamente, la cultura de la cancelación. Todos los que no pensamos lo que dicta el mandarinato de la cultura oficial, que es, como dije antes, de izquierdas y nacionalista, estamos excluidos de ese mundo cultural. Así de triste es la realidad que estamos viviendo.

Nunca antes el ataque a la libertad de expresión fue más patente en España, por lo menos desde que yo tengo uso de razón. O sea, en 1975 se murió Franco y yo no recuerdo desde el 75 que la libertad de expresión haya estado más sepultada que ahora.

Es, algo que le debemos, obviamente, a dos presidentes socialistas que trabajaron la ideología más que ningún otro, que fueron en primer lugar, desde el año 2004 al 2011, Rodríguez Zapatero y desde el 2018 hasta la actualidad, Pedro Sánchez.

— Los últimos premios nacionales se han concedido a creadores de dudoso talento, pero de afinidad ideológica con el gobierno de PSOE-Sumar. El Premio Nacional de Teatro ha ido para el Teatro del Barrio (donde nació Podemos) y el Premio Nacional de Poesía para la independentista Chus Pato. ¿Cómo ha conseguido la izquierda monopolizar la cultura?

— Porque la derecha se ha cruzado de brazos. Esa es la respuesta exacta. A la derecha no le ha interesado, ignoro el motivo. La batalla cultural, la batalla de las ideas, la batalla ideológica nunca le ha interesado.

Ha sido y muy decepcionante el período que va del año 2011 al 2015 de mayoría absoluta de Mariano Rajoy. Se podía haber hecho muchas cosas y no se hicieron. Igual que con la mayoría absoluta del año 2000 de José María Aznar. No se ha dado la batalla ideológica. Yo ignoro el motivo, no sé por qué.

A mí me parece que es algo que la derecha ya da por perdido, pero eso no es la realidad en los países desarrollados, ni muchísimo menos. Un ejemplo notable lo tenemos en el lenguaje inclusivo.

En Francia el lenguaje inclusivo está prohibido en la escuela. Aquí en España, hasta los dirigentes, o algunos dirigentes, del Partido Popular utilizan la barbaridad gramatical que es decir «todos y todas». En Francia, como te digo, está prohibido en las escuelas. Aquí hasta ese lenguaje inclusivo lo promociona la derecha.

Es algo que a mí me resulta absolutamente incomprensible.

— Al leer Paraíso no he podido evitar el recordar a Cunqueiro y los paralelismos entre ese mundo que navega entre lo real y lo irreal del autor de Merlín y familia y el mundo literario de Caneiro. ¿Cuál es la importancia de Cunqueiro para su obra?

— Extraordinaria. Pero no solo Cunqueiro, también Valle-Inclán, Rafael Dieste, Torrente Ballester y Camilo José Cela son autores que me han marcado y son autores gallegos. Cunqueiro sí escribió mucho en gallego, los otros no, pero son autores genuinamente gallegos que pertenecen a una idiosincrasia particular y muy gallega.

En Galicia no existe un conflicto lingüístico como como algunos quieren proyectar

Camilo José Cela es gallego por encima de todo y es español por ser gallego, por encima de todo. Y esa connivencia entre las dos culturas es lo que debemos admitir como algo absolutamente normal. Yo escribo en gallego y en español con la misma soltura, eso creo. Y la convivencia de los dos idiomas aquí en Galicia es total. En Galicia no existe un conflicto lingüístico como algunos quieren proyectar. En absoluto.

— Paraíso tiene un contenido que podría clasificarse de realismo mágico y también es imposible evitar las comparaciones con Cien años de soledad de García Márquez y ver en Ébora un trasfondo de Macondo.

— Sin duda. Además, García Márquez bebe literariamente en su abuela gallega, que era Tranquilina Iguarán, y él lo encaró en numerosas ocasiones. Es un mundo mágico donde la realidad y la ficción se entremezclan. Yo bebo de esa tradición, que es una tradición gallega, y es una tradición también hispanoamericana.

No tengo ni ningún tipo de complejo por admitir que los maestros hispanoamericanos están muy presentes en mi obra, pero no solo en esta última, sino en las primeras novelas que escribí allá a finales de los años 80. Ya llevo casi 50 libros publicados, que es una barbaridad. Pero bueno, soy escritor y los escritores tenemos que dedicarnos a escribir y no a hacer declaraciones demagógicas como hacen algunos de mis colegas.

— La obra de Cunqueiro, la de Castelao, la de Ánxel Fole…, incluso la de los escritores gallegos en español, como Valle-Inclán o Emilia Pardo Bazán, ubican la cultura y literatura gallega en el contexto del realismo mágico que triunfó en Hispanoamérica. ¿Cómo se produjo esa fusión?

— Fundamentalmente, leyendo. Los autores estamos hechos de nuestras propias lecturas y las lecturas que han hecho los hispanoamericanos de la literatura española y, concretamente, de los literatos gallegos que escribieron español, o en español y gallego, como Cunqueiro, y las lecturas que hemos hecho los españoles de los hispanoamericanos se entremezclan y sale un tipo de literatura muy genuino y muy particular que no existe en otros países europeos.

En Alemania, en Francia, en el Reino Unido no existe esta simbiosis entre culturas tan alejadas y a la vez tan unidas, como son la cultura hispanoamericana y la cultura española que parten de la misma fuente.

— Los gallegos somos un tanto peculiares: presumimos de celtas, pero hablamos dos lenguas latinas, como son el gallego y el español; el galleguismo está tan metido en la identidad gallega que a veces parece que se vota al PP porque no se puede votar al PNV. Una peculiaridad que empapa a los personajes de Paraíso. ¿Los gallegos somos más surrealistas, o más realistas mágicos?

— Yo creo que somos más realistas mágicos. Aquí, además, se da la magia de que se han repetido cinco mayorías absolutas del Partido Popular, que es un partido conservador, pero es también un partido galleguista. Eso es lo bueno que tenemos los gallegos: somos capaces de ser españoles siendo gallegos y viceversa. Esa riqueza es palpable en mi obra y en la obra de otros autores gallegos.

Galicia es un vergel de la imaginación. Y somos por fortuna, y gracias a Dios, excedentarios en imaginación. Es una fortuna que sea así.

comentarios
tracking