¿Qué es el Bálsamo de Fierabrás? El remedio mágico medieval parodiado por Cervantes en el Quijote
Cervantes empleó un curioso ungüento medieval que se creía que lo curaba todo para parodiar las novelas y poemas de caballería
El diccionario de la Real Academia Española define «bálsamo», en su cuarta acepción, como «medicamento compuesto de sustancias comúnmente aromáticas, que se aplica como remedio en las heridas, llagas y otras enfermedades».
Es decir, un bálsamo es un ungüento de uso tópico empleado para rebajar la inflamación de golpes y ayudar a cicatrizar heridas.
Muy populares en la medicina del siglo XVI y XVII, nadie en su sano juicio pensaría en la época en que Miguel de Cervantes Saavedra escribió El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha que un bálsamo se bebiera.
Sin embargo, uno de los elementos recurrentes más llamativos del Quijote es el Bálsamo de Fierabrás. Se trata de una surte de poción mágica elaborada por el mismo don Alonso Quijano, ante la atónita mirada de Sancho Panza, para curar prácticamente cualquier mal que aquejara al Caballero de la Triste Figura.
Lo más sorprendente de este ungüento descrito por Cervantes es que no se aplica sobre la piel, sino que se bebe.
El Bálsamo de Fierabrás es una más de los elementos absurdos que Cervantes introdujo en el Quijote para subrayar el carácter cómico de la novela y, sobre todo, la parodia a las tradicionales novelas y poemas de caballería y su recurso a dicho bálsamo como Deus ex machina medieval que soluciona cualquier situación enrevesada.
Para entender el sentido cómico y absurdo del Bálsamo de Fierabrás, lo primero es conocer la fuente de donde la obtuvo Cervantes.
Lo primero que hay que decir es que el escritor de Alcalá de Henares procedía de una familia de médicos, por lo que conocía bien las propiedades medicinales de determinadas plantas y estaba familiarizado con métodos de botica para la elaboración de remedios medicinales.
La fuente literaria procede de un cantar medieval francés protagonizado por Fier-a-bras, traducido literalmente al español como «brazo feroz».
Se trataba de un guerrero sarraceno procedente de la estirpe del emir Balante. Fier-a-bras portaba en su caballo dos barriles llenos de un misterioso bálsamo robados de Jerusalén y que habrían sido empleados para amortajar el cuerpo de Jesús tras la crucifixión.
Durante una pelea, Fier-a-bras perdió los barriles, que fue a parar a manos de uno de los Doce Pares de Francia (ejemplos de modelo de caballería para don Quijote), Oliveros. Gravemente herido por la batalla, Oliveros bebió del bálsamo y se curó de todas las heridas.
Esa leyenda, muy popular en la época de Cervantes, fue empleada en el Quijote para parodiar de forma inmisericorde la literatura de caballerías.
Así es como figura en los capítulos X y XVII de la primera parte del Quijote, donde, además, se detalla cómo se elaboraba el afamado bálsamo milagroso.
En el capítulo don Quijote y Sancho ya habían sufrido las consecuencias de sus pendencieras aventuras y el escudero, viendo que su amo sangraba por un oído, le ofrece «hilas y un poco de ungüento blanco».
Don Quijote lo rechaza y le explica que si dispusiera de los ingredientes para elaborar el Bálsamo de Fierabrás «con una sola gota se ahorraran tiempo y medicinas».
Sancho Panza le pregunta qué clase de bálsamo es ese y don Quijote le explica que se trata de un remedio, cuya receta tiene en la cabeza, y que «con con el cual no hay que tener temor a la muerte, ni hay pensar morir de ferida alguna».
En el capítulo XVII encontramos a don Quijote y Sancho Panza molidos a palos en la venta que creían castillo por, en opinión del ingenioso hidalgo, algún tipo de encantamiento.
Viendo el dolor de su escudero, don Quijote le revela su secreto y le dice que no se preocupe, que elaborará inmediatamente un bálsamo «con que sanaremos en un abrir y cerrar de ojos».
Pide entonces don Quijote a Sancho que acuda donde el «alcaide desta fortaleza» y le pida «un poco de aceite, vino, sal y romero para hacer el salutífero bálsamo».
Por lo tanto, ya sabemos de qué ingredientes está hecho el Bálsamo de Fierabrás: aceite, vino, sal y romero. La elección del romero no es casualidad, ya que se le atribuían propiedades curativas casi universales en la época de Cervantes. Aún hoy se comercializa el alcohol de Romero como remedio antiinflamatorio y lenitivo de uso tópico.
El caso es que el bálsamo, una vez ingerido por don Quijote, no tuvo el efecto esperado, pues «apenas lo acabó de beber, cuando comenzó a vomitar, de manera que no le quedó cosa en el estómago; y con las ansias y agitación del vómito le dio un sudor copiosísimo».
Con todo, el Bálsamo de Fierabrás ha pasado al imaginario popular como un remedio para todos los males y solución para todos los problemas, y así se emplea de forma coloquial.
Decir que alguien tiene el Bálsamo de Fierabrás es decir, de forma sarcástica, que es lo suficientemente arrogante como para creer que tiene la solución para todo.