Fundado en 1910
Tintín se adelantó más de una década a Armstrong y se convirtió, en el cómic de Hergé, en el primer hombre en pisar la Luna

Tintín se adelantó más de una década a Armstrong y se convirtió, en el cómic de Hergé, en el primer hombre en pisar la LunaEuropa Press

Cómo leer los libros de Tintín para sumergirse en los principales acontecimientos del siglo XX

La saga de libros de Hergé protagonizados por el joven periodista son un testimonio impagable de algunos de los más destacados hechos históricos del siglo XX

La mayoría de los fans de la serie de cómics de Tintín (novelas gráficas, les llamarían si el personaje hubiera nacido en los pretenciosos tiempos de hoy) se aficionaron al personaje de Hergé en su infancia. Algunos incluso aprendieron a leer con las aventuras del joven periodista y su amigo el capitán de la marina mercante, Archibald Haddock.

La amenidad de las aventuras, los valores de su protagonista, como la lealtad, la amistad, la valentía, la honestidad…, la intriga y misterio de sus argumentos son elementos que hacen que los jóvenes de cualquier generación se enganchen a Tintín desde la primera vez que uno de los cómics llega a sus manos.

Sin embargo, los cómics de Hergé tienen la virtud de seguir siendo no solo disfrutones, sino también un apetitoso alimento para el intelecto, cuando se alcanza la edad adulta. Y no solo entre aquellos que se iniciaron como tintinófilos en su infancia. Son frecuentes los casos de nuevos adeptos a las aventuras de Tintín entre lectores treintañeros que nunca habían estado en contacto con los libros.

Ese hecho revela que Tintín ha logrado convertirse en algo más que un mero entretenimiento ligero. Tintín es un producto que, sin ser únicamente accesible a una élite cultural, sí que ofrece un contenido que enriquece intelectualmente al lector.

¿Cómo ha logrado Hergé que unas historietas pensadas para niños y adolescentes se conviertan en un producto sesudo de alta cultura?

Lo primero, lo evidente. A diferencia de lo que ocurre con frecuencia hoy, la obra de Hergé pensada para niños y adolescentes los trata como seres humanos inteligentes, no como idiotas.

Firme defensor de los valores de los grupos de scouts, Hergé tiene un objetivo con sus cómics y, en particular en la serie de Tintín: formar a los niños para la edad adulta. Dotarlos de herramientas, conocimientos y una escala de valores que los prepare para cuando tengan que enfrentarse solos a los retos de la vida.

Por ello, sus cómics, sobre todo a partir de El Loto Azul (el quinto de la serie) son pequeñas enciclopedias de conocimientos bien documentados con una útil información histórica y geográfica.

¿Por qué casi todas las aventuras de Tintín se desarrollan fuera de su patria y, al ser posible, en países exóticos y lejanos? Es la manera que tiene Hergé de descubrir al lector un mundo amplio de infinitas posibilidades, con una diversidad de cultura, filosofía y realidades. En definitiva, es la manera de ampliar los horizontes, de abrir la mente y de promover la tolerancia.

La consecuencia de esa columna estructural es que los cómics de Tintín constituyen hoy un notable testimonio del siglo XX visto desde la óptica del alter ego de Hergé y, por lo tanto, de un joven europeo, cristiano, primero más conservador, con el tiempo más liberal, demócrata, humanista y anticomunista.

Las aventuras de Tintín son frenéticas, con un ritmo trepidante, con un sentido del humor a veces inquietante… Son historias adictivas que se adelantaron décadas a las películas de Indiana Jones, personaje que bebe, y mucho, de las historias de Hergé.

Una de las principales preocupaciones de Hergé en los cómics de Tintín es la denuncia de los totalitarismos y los golpes de Estado. Se puede decir que es una constante en casi todos los libros.

Desde la primera aventura publicada en 1930, Tintín en el País de los Soviets (álbum del que luego renegaría), Hergé denuncia el totalitarismo soviético, tal vez de una manera un tanto maniquea, aunque poca opción a grises había ante un régimen genocida como el de la URSS.

En Tintín en América describe con ironía y denuncia con amargura las tropelías del capitalismo antihumanista llevado al extremo en unos Estados Unidos que ya era la potencia hegemónica mundial.

En El Loto Azul, Hergé relata uno de los antecedentes directos de la Segunda Guerra Mundial: la invasión de China por parte de Japón. Ya de paso denuncia el imperialismo japonés, el militarismo y el racismo.

En La oreja rota y, sobre todo, en el magnífico y desternillante Tintín y los «Pícaros», Hergé denuncia las dictaduras militares en Hispanoamérica, las guerrillas revolucionarias y cómo el sistema perpetúa la pobreza endémica de las clases populares mientras las élites se quitan de en medio unas a otras para ostentar el poder.

Aunque la Segunda Guerra Mundial no se cita de forma directa (Hergé siempre tendrá el trauma de la destrucción de Europa por parte de los fascismos y el comunismo), sí hay referencias claras en varios de sus libros: Los ejemplos más claros los vemos en El Cetro de Ottokar y El asunto Tornasol.

Aunque los países ficticios en los que se desarrolla, Syldavia y Borduria, son un reflejo de los Balcanes, el régimen totalitario de Borduria y su afán expansionista y exterminador sobre la frágil y democrática Syldavia, son una evidente metáfora de la Rusia comunista y sus agresiones imperialistas antes, durante y después la Segunda Guerra Mundial.

Los jerarcas de Borduria, su obsesión por las armas de destrucción masiva, los uniformes de sus militares, su armamento, todo ello nos remite a los soldados del Ejército Rojo. Se ha argumentado también que, en realidad, Borduria es un espejo de la Alemania nazi.

Podría ser válida la hipótesis. Al fin y al cabo, nazismo alemán y comunismo soviético no eran muy diferentes en cuanto a sus estructuras criminales, sus objetivos genocidas y su expansionismo imperialista. Sin embargo, los jerarcas, los oficiales y los soldados de Borduria guardan evidentes paralelismos con el estalinismo.

En Tintín en el País del Oro Negro y, quizás más evidentemente, en Stock de Coque, se retrata el conflicto de Oriente Medio con referencias a las revoluciones árabes salafistas, la Legión Árabe jordana, la expulsión de la dinastía hachemí y la obsesión por las riquezas del petróleo.

Stock de Coque (que contiene una viñeta que la conecta de forma épica con las futuras películas de Indiana Jones), ofrece algunas de las escenas más memorables de la saga. En particular, el ataque a Tintín y el capitán por parte de aviones de combate denominados «mosquitos». Pocas veces se ha reflejado con tal eficacia y realismo un combate aéreo como en esa ocasión.

Ya para terminar, y sin ánimo de alargar más de la cuenta este artículo, el doble álbum constituido por Objetivo: la Luna y Aterrizaje en la Luna (publicados en 1950 y 1952) retrata la incipiente carrera espacial entre la Unión Soviética y Estados Unidos que tendría su momento álgido en el paseo lunar de Neil Armstrong en 1969.

Más de diez años antes, Hergé logró acertar en numerosas de sus hipótesis sobre cómo serían los futuros viajes espaciales a la Luna. En otros aspectos, erró el tiro por completo, pero la forma en que el escritor y dibujante belga logró acertar en muchas de sus previsiones todavía hoy son motivo de asombro.

comentarios
tracking