Diez frases de Epicuro para encontrar la felicidad en el XXI más allá del estoicismo
Los epicúreos buscan el placer del alma con prudencia y los estoicos «solo» la racionalidad estricta, sin espacios para los afectos o la pasión
Estoico o epicúreo. En realidad ambas corrientes van hacia el mismo lugar, pero no del mismo modo. Las dos filosofías proponen su propio camino para alcanzar uno de los anhelos del hombre, la tranquilidad, la ataraxia.
Los epicúreos buscan el placer del alma con prudencia, es decir, ha de buscarse el placer prudente que no acarree consecuencias negativas que destruyan el ideal del placer. Los estoicos, en cambio, no lo buscan, o no exactamente, sino la racionalidad estricta, sin espacio para el afecto o la pasión.
Los principios estoicos parecen la panacea en el XXI presentados bajo distintas apariencias y con diferentes formas. Pero Epicuro ya tuvo algo que oponer a los posicionamientos de Zenón de Citio, el fundador del estoicismo, que en el fondo y no tanto renuncia a luchar.
diez frases de epicuro:
- «Lo que produce alegría insuperable es haber escapado a un mal grande»
- «Principio y fin de todo bien es el placer del vientre. Pues todo lo cabal y todo lo desmedido tienen su referencia en este»
- «Los dolores fuertes a la corta ceden, y los crónicos no tienen fuerza».
- «Gracias sean dadas a la bienaventurada naturaleza porque hizo las cosas necesarias asequibles, y las inasequibles no necesarias».
- «El que menos necesita del mañana es el que avanza con más gusto hacia él».
- Muchos, después de conseguir la riqueza, no encuentran la liberación de sus males, sino su sustitución por otros mayores".
- «La gente es infeliz o por miedo o por apetencia infinita y vana. Si la gente refrena esos impulsos está en disposición de conseguir para sí el bendito raciocinio».
- «La conformidad es la mayor de todas las riquezas».
- «A quien un poco no basta, a ese nada le basta».
- «Pasa desapercibido en tu vida».
La cuestión estoca es asumir lo que no puedes cambiar: una pasividad parcial que Epicuro se negó a aceptar, en parte enfrentándose a los males invencibles para los estoicos que aceptaban esta condición.
Por medio del estudio, del esfuerzo, de la actividad, Epicuro identificó las causas del sufrimiento de los hombres, estudió los hechos y de algún modo consiguió imponerse tanto o más que el estoicismo como manual de vida que, como este, buscó (y aún busca) las respuestas a la turbación de los hombres.
Epicuro constató, como Schopenhauer siglos después, que el hombre es esencialmente desgraciado y por ello su aspiración máxima es la felicidad representada en el placer que no es el goce puntual, no son Los placeres y los días de Proust, sino el conocimiento del todo, el saber en cuyo final, en la búsqueda y no en la aceptación estoica, se encuentra la felicidad.