Telegrama que Einstein envió a Unamuno
Encuentran un telegrama de apoyo que Einstein envió a Unamuno por su destierro
La misiva, fechada en torno a 1930, ha sido encontrada entre el abundante fondo que articula el legado del pensador y escritor español
Albert Einstein envió un telegrama de apoyo a Miguel de Unamuno como expresión de afecto y desagravio por el destierro y el exilio a los que fue sometido el escritor, pensador y escritor español en Fuerteventura, París y Hendaya entre 1924 y 1930.
La misiva, fechada en torno a 1930, ha sido encontrada entre el abundante fondo que articula el legado de Miguel de Unamuno, custodiado en la casa museo que gestiona la Universidad de Salamanca junto al edificio histórico del célebre Estudio Salmantino del que el pensador fue profesor y rector en diversas etapas.
El documento apareció durante la búsqueda realizada para preparar la celebración en 2026 de una exposición que divulgará la relación entre el filósofo y la ciencia, y que coordina Marta García Gasco.
«Valiente luchador»
Los remitentes son «sus amigos alemanes», y en la nota se refiere a Unamuno como un «valiente luchador, gran poeta y filósofo» que ha «soportado con noble orgullo» el exilio, y le saludan «con motivo de su gloriosa vuelta del honroso destierro».
Además de Einstein, firmaron el telegrama Alfred Doeblin, autor de la novela Berlin Alexanderplatz y Ernst Toller, uno de los dramaturgos más destacados de su época. El hallazgo nace de una observación de la investigadora García Gasco, a partir de una nota en un libro que le llevó a un número especial de La Gaceta Literaria, en 1930, donde se recogía el telegrama que con posterioridad buscó en el legado que custodia la Universidad.
Destierro en Fuerteventura
Miguel de Unamuno fue desterrado por el régimen del general Miguel Primo de Rivera, a quien el monarca Alfonso XIII había encomendado las riendas del país ante la crisis económica y especialmente política a raíz del desastre de la guerra de Marruecos y en concreto del Desastre de Annual.
Sus escritos irónicos contra Primo de Rivera, en ocasiones con insinuaciones sobre su vida privada, provocaron su destierro a Fuerteventura durante cinco meses, al que siguió un exilio en París de más de un año, en 1925, y una estancia posterior en Hendaya de un lustro antes de regresar a España.
