¿Por qué Juan Ramón Jiménez le declaró la guerra a la ortografía?

Juan Ramón Jiménez recibió el Premio Nobel de Literatura, por supuesto a pesar de su (a propósito) mala ortografía. La razón de su curiosa e insistente rebeldía fue que pensaba que el «Conjunto de normas que regulan la escritura de una lengua» debía ser tan libre como el lenguaje hablado.

Su rebelión fue absoluta a partir de 1949 y la publicación de su libro Poesías escojidas, con esa «j» provocadora. Un camorrista de la norma ortográfica que justificaba sus atentados así:

«Se me pide que esplique por qué escribo yo con jota las palabras en 'ge', 'gi'; por qué suprimo las 'b', las 'p', etc., en palabras como 'oscuro', 'setiembre', etc., por qué uso 's' en vez de 'x' en palabras como 'excelentísimo', etc. Primero, por amor a la sencillez, a la simplificación en este caso, por odio a lo inútil. Luego, porque creo que se debe escribir como se habla, y no hablar, en ningún caso, como se escribe. Después, por antipatía a lo pedante».

La «blanducha 'g'»

El autor de Platero y yo tenía un manifiesto conformado en distintas publicaciones y escritos al respecto: «¿Qué necesidad hay de poner una diéresis en la 'u' para escribir 'vergüenza'? Antiguamente 'hombre' se escribía sin 'h', como yo la escribo hoy. Además yo soy andaluz».

Contó que un tío suyo escribía así y le animó a seguirle. Y que lo hizo porque le gustaba: «Me acostumbré a escribir así desde niño, me pareció absurdo escribir de otra manera. Mi jota es más higiénica que la blanducha «g», y yo me llamo Juan Ramón Jiménez, y Jiménez viene de «Eximenes», en donde la «x» se ha transformado en jota para mayor abundamiento...».

Todo un catálogo de razones que acababan (o empezaban) en una sola: su terquedad reconocida y la diversión de ir en contra de los académicos y el capricho («lo más importante de nuestra vida», afirmó) de epatar y ser «jenial».