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Imagen de archivo de una libreríaFSC / Europa Press

Así han salvado las sagas literarias para adolescentes las tasas de lectura entre los más jóvenes

Las sagas juveniles, muchas veces de escasa calidad y pensadas para un consumo rápido, están, sin embargo, empujando el crecimiento de las tasas de lecturas entre los más jóvenes, el sector de población que más lee

Es verdad ampliamente aceptada que los jóvenes, en España, no leen, que viven pegados a las pantallas y sumergidos en la realidad paralela de TikTok.

Y, sin embargo, ese tópico no es verdad o, por lo menos, habría que matizarlo. Los jóvenes y, sobre todo, los adolescentes leen y leen mucho. De hecho, es de los grupos de población que más lee en España.

Según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2024, elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), la lectura sigue creciendo año tras año en España como actividad de ocio, y ha superado por primera vez la barrera del 65 % de lectores.

Según el estudio, es la franja de lectores más jóvenes, la comprendida por la población entre 14 y 24 años, la que más lee en su tiempo libre, que alcanza el porcentaje del 75,3 % de lectores.

Sin embargo, la mayor parte de los jóvenes que han leído durante su etapa educativa, han retomado la lectura tras un paréntesis más o menos largo.

Según las listas de libros más vendidos y según varios barómetros, detrás de las elevadas tasas de lecturas entre los más jóvenes se encuentran las sagas literarias para adolescentes.

El boom de este tipo de lecturas comenzó con el redescubrimiento de la obra de Tolkien, El Señor de los Anillos, en los años 90. Experimentó un auge y consolidación con el fenómeno mundial que supuso la saga de Harry Potter y se ha mantenido en el tiempo, creciendo sin parar, con sagas como Los juegos del hambre de Suzanne Collins.

Los críticos de este modelo de atraer a los jóvenes a la lectura advierte que se trata de libros de baja calidad literaria, con alto componente ideológico de corte woke y con elementos que buscan la adicción al libro más que la formación del criterio del lector.

En ese sentido, el objetivo no es tanto que los jóvenes consuman literatura como quien consume comida basura o televisión de entretenimiento de bajo nivel. El objetivo debería ser que los jóvenes se acerquen a los clásicos.

Clásicos, muchos de ellos, especialmente accesibles a los jóvenes, y que son las lecturas que las generaciones anteriores han consumido: libros de Julio Verne, Jack London, Arthur Conan Doyle, Robert Louis Stevenson, o nuestros clásicos españoles, como Baroja, Pérez Galdós o Delibes.

O incluso grandes autores de los clásicos de la literatura juvenil e infantil, como Michael Ende (cuya adscripción al género juvenil con novelas tan adultas como Momo o La historia interminable es ampliamente discutida), Judith Kerr, Roald Dahl, Astrid Lindgren o Enid Blyton (autora de la saga de Los Cinco).

En 2024 y 2025 son varias las sagas juveniles que están tirando hacia arriba de las tasas de lectura entre los más jóvenes: Alas de Ónix, de Rebecca Yarros; Blackwater, de Michael McDowell; Las cadenas del rey, de Karine Bernal Lobo; y Powerless, de Lauren Roberts.

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