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El 3 de marzo de 1983, a los 75 años, fallecía Georges Prosper Remi, historietista belga más conocido por el seudónimo artístico de Hergé

El 3 de marzo de 1983, a los 75 años, fallecía Georges Prosper Remi, historietista belga más conocido por el seudónimo artístico de Hergé

Tintín, en el ojo de la censura: entre la ideología y los derechos de autor

Una exposición inspirada en el intrépido periodista ha sido clausurada en Barcelona tras la reclamación del marido de la viuda de Hergé: «O cierra o aténgase a las consecuencias»

El 3 de marzo de 1983, a los 75 años, fallecía Georges Prosper Remi, historietista belga más conocido por el seudónimo artístico de Hergé, por ser ésa la pronunciación de sus iniciales invertidas (R.G.) en francés. Han pasado casi 40 años de la muerte del padre de Tintín, pero su legado sigue más presente que nunca.

Lo demuestran las películas que sobre él se siguen haciendo (por directores tan afamados como Steven Spielberg o Peter Jackson) o el hecho de que se hayan vendido más de 200 millones de álbumes en más de 60 idiomas. Pero la figura de este intrépido periodista también ha supuesto un terremoto en ocasiones, como cuando el pasado septiembre se quemaban sus cómics en Canadá por considerarse racistas. Y ahora, el problema se encuentra en los derechos de autor.

Nacho Simal (Zaragoza, 1974), dibujante, editor de la revista La Cruda y fundador del colectivo Estudiosos del Tema, trabajó durante cuatro años en un homenaje póstumo al universo Hergé (1907-1983) que inauguró el pasado 8 de octubre en la Galería Cromo de Barcelona, bajo el título Syldavia... que tuvo que cambiar por Simalia. La censura había comenzado, y se le prohibía utilizar ese «nombre inventado por Hergé». Comisariada por la crítica Mery Cuesta, la muestra constaba de una docena de obras de gran formato realizadas en distintas técnicas e inspiradas, muy libremente, en un universo de Tintín que inesperadamente toparía con una férrea censura.

«O cierra o aténgase a las consecuencias»

Sin embargo, tan solo dos semanas después de ser inaugurada, la exposición ha sido clausurada. El brusco cierre ha sido debido a una reclamación de Moulinsart, la empresa radicada en Bruselas que protege la propiedad intelectual de la obra de Hergé. Y las formas han sido autoritarias y amenazantes, ya que el correo electrónico ordenaba la «prohibición de mostrar y comercializar estas obras»: «O cierra usted o aténgase a las consecuencias».

¿Quién está detrás de Moulinsart? Nada más y nada menos que Nick Rodwell, segundo marido de Fanny Remi, viuda de Hergé, que montó la empresa con el fin de rentabilizar póstumamente la obra del dibujante belga. Y así, ante la mínima sospecha de que alguien puede estar lucrándose con la figura creada por el difunto marido de su esposa, recibe un burofax amenazante.

El pasado abril, Moulinsart ya reclamó en los tribunales de Marsella una compensación de 200.000 euros al escultor Peppone por daños y perjuicios tras exponer bustos del protagonista de la icónica historieta Las aventura de Tintín. Sin embargo, el artista se defendió cuestionando la autoría de uno de los personajes del cómic belga más famosos del mundo: «Para un artista, ser acusado de ser un tramposo, un imitador, es lo peor. Hergé se inspiró en el personaje Tintin Lupin, de 1898, un joven rubio que vestía pantalones del golf creado por el célebre ilustrador francés Benjamin Rabier (1864-1939). ¿Dónde está ahí la autoría?», reclamó entonces Peppone.

Si bien la viuda de Hergé, Fanny Hergé (ahora Fanny Vlamynck), es titular de los derechos desde la muerte del dibujante en 1983 junto a la firma Moulinsart, las continuas amenazas de litigio en nombre de la empresa de su marido están descontroladas. El guionista de cómics Antonio Altarriba publicó en 2008 un tributo en el centenario del dibujante titulado Tintín y el loto rosa. Homenaje a Hergé en su centenario, el cual se convirtió en un libro de difícil acceso... hasta que desapareció por completo. También sucedió en 2011, cuando un restaurador belga tuvo que retirar de su vidriera objetos inspirados en el mundo de Tintín, y en 2019, cuando el ilustrador Pascal Somon fue condenado a diez meses de prisión condicional y 32 mil euros de reparación por vender dibujos que evocaban al personaje.

Los vigilantes de Moulinsart continúan su labor de salvaguarda de la imagen de Tintín, aunque nadie sabe si están más centrados en continuar y conservar el legado de Hergé... o de explotarlo económicamente.

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