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Cinco esculturas de Alexander Calder, el artista que inventó el arte en movimiento

El también ingeniero mecánico estadounidense se hizo famoso por sus obras hechas con alambre, los «chupin» o juguetes móviles colgantes que evolucionaron a estructuras estables de gran tamaño

Mario de las Heras
Mario de las Heras

Madrid Actualizada 04:30

Josephine Baker (1927)

Josephine Baker (1927)

Lo de «juguetes móviles» lo dijo primero Marcel Duchamp, el mismo que convirtió un urinario en arte, al ver las cosas que hacía su colega Alexander, quien era conocido por llevar un rollo de alambre al hombro, como quien lleva un bolso, y unos alicates en el bolsillo, como quien lleva las llaves. Esta escultura no alcanza los 40 centímetros de alto y tras su terminación el artista la sujetaba desde la cabeza como si fuera una especie de títere. Un homenaje figurativo (realizó algunas más como Rómulo y Remo) a la artista estadounidense, o la rareza de un escultor que fue esencialmente abstracto.

Sin título (1935)

Sin título (1935)

La evolución del cambio de década trajo la madera en los móviles de Calder, en este caso como base. A estas obras las llamó Universos (todavía en tamaño pequeño), donde la abstracción ya está presente. Planetas, sistemas solares, el espacio... «Sentí que no había mejor modelo para mí... Esferas de diferentes tamaños, densidades, colores y volúmenes, flotando en el espacio, atravesando nubes... corrientes de aire, viscosidades y olores, de la mayor variedad y disparidad», dijo.

Arco de pétalos (1941)

Arco de pétalos (1941)

Arco de pétalos corresponde a la serie de obras que se mostraban colgadas del techo o sobre la pared y se movían con corrientes de aire expresamente diseñadas. Los pétalos son de metal pintado y la característica principal de esta obra responde a la ingeniería ya que sus elementos se equilibran de forma natural (no se doblan, ni se descomponen pese a su fragilidad) gracias al «cálculo artístico» del autor.

Nubes acústicas (1953)

Nubes acústicas (1953)

Ubicada en el aula magna de la Universidad de Venezuela en Caracas, estas nubes acústicas, como dice su nombre, fueron diseñadas con una doble intención «calderiana»: de arte y de ingeniería. Calder había sido contratado para hacer una de sus esculturas móviles en el exterior, pero los fuertes vientos de la zona hicieron desestimar el proyecto. El edificio tenía problemas de acústica y habían decidido instalar unos paneles en el techo para mejorarla. Cuando el artista se enteró de esto dijo que él podía convertir dichas pantallas también en elementos artísticos.

Tres discos (el hombre) (1967)

Tres discos (el hombre) (1967)

Una de las obras de mayor tamaño del artista de Pensilvania es esta ubicada en Montreal. Las dimensiones y la rigidez (aunque seguían siendo móviles en sus puntas y lados) caracterizaron esta etapa última de la carrera de Calder. Creada para la exposición universal de 1967, está hecha de una aleación de acero inoxidable y níquel, y el escultor solo entregó el boceto que se fabricó en una empresa metalúrgica en Francia. Después fue ensamblada en Canadá luego de su transporte en láminas.

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