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Mural de Tàpies en la Expo 92

Mural de Tàpies en la Expo 92

¿Y si Tàpies hubiera sido una gran broma?

Se cumple el centenario del artista catalán y el público vuelve a asistir a una obra que se debate en los verdaderos efectos que produce entre quienes la contemplan

Antoni Tàpies cumple (hubiera cumplido) 100 años y regresa el público a contemplar las obras que no dejan indiferentes a algunos, pero sí a la mayoría. Picasso o Dalí no dejaron nunca indiferente a nadie, a admiradores y a recelosos, a expertos y a profanos. Ambos, como tantos otros, transmitieron sensaciones, sentimientos, impacto. El propio Tàpies dijo que «una obra de arte debería dejar perplejo al espectador, hacerlo meditar sobre el sentido de la vida». Nada más y nada menos que sobre «el sentido de la vida». No sobre algo menos elevado, incluso podría decirse pretencioso.

Escultura de Tàpies en lo alto del edificio de su fundación

Escultura de Tàpies en lo alto del edificio de su fundación

No sobre determinados o individualizados aspectos de la vida, un suponer: el amor, la amistad, los recuerdos, el paso del tiempo, el dolor, la tristeza. No, Tàpies decía que una obra de arte debe hacer meditar al espectador sobre el sentido de la vida. Y no se quiere decir exactamente que Tàpies haya sido una broma como se pregunta el titular, pero la pregunta cabe hacérsela, primero ante la tantas veces insondable subjetividad del arte, y segundo ante la capacidad de que todos esos signos y manchas y trazos y letras de pintura tan «nietzscheana» y «dostoievskicamente» inspiradas remitan al sentido de la vida. Digamos incluso a pensamientos más concretos sobre ese sentido tan definitivo.

Obra de Tàpies

Obra de Tàpies

Por ejemplo, ¿se puede llamar «mural», como género artístico, a lo que llaman «mural» en el pabellón de Cataluña de la Expo se Sevilla donde pone «Catalunya»? Hay un impulso grande, en el espectador general, no de hallar el sentido de la vida al observar este «mural», sino de considerarlo incluso un grafiti vulgar, no trabajado y por supuesto realizado sin tener que esconderse de nadie, con perdón. Es una sensación similar a la que produce el resto de sus obras, en diferentes grados, incluso las que alcanzan una temperatura cálida y no heladora.

7 de noviembre

7 de noviembre de Tàpies

A pesar de esto, la obra de Tàpies se encuentra en grandes colecciones públicas y privadas, ampliamente reconocida. La «broma» del arte se encuentra por todas partes, y no se refiere en este caso a Tàpies, sino a tantos otros. Hay auténticas «bromas» mayormente en los museos de arte contemporáneo de Occidente. La Tate Gallery de Londres, el MoMA de Nueva York, el centro Pompidou de París o el Museo Reina Sofía de Madrid. Y mucho más allá. Tàpies ha estado y está en muchos de ellos y otros famosas pinacotecas y lugares diversos como el Guggenheim o la Nationalgalerie de Berlín, incluido también, por ejemplo, el Palacio de la Generalidad.

Obra de Tàpies

Obra de Tàpies

En la sala Tarradellas del edificio de la Plaza de san Jaime de Barcelona se encuentran las llamadas Las cuatro crónicas, cuatro paneles donde se cuentan cuatro historias de la historia catalana o catalanista. En esa sala se reúne el gobierno catalán. De la obra se dicen cosas como que posee un «humanismo ambicioso», pero de nuevo aquí aparece la idea de la «broma» y no la del sentido de la vida. El simbolismo casi como palabra para todo, como bálsamo de fierabrás. Qué decir de la escultura ubicado en el edificio de la Fundación Tàpies en Barcelona. Una enredadera donde el sentido de la vida, ya casi básicamente, una broma sin comillas.

Tapies

Pintura con marcos de cama

No se va a decir que se puede no sentir nada ante la obra del artista catalán. Pero el sentido de la vida parece una ambición desmedida del mismo modo que no se puede evitar pensar que el prestigio del autor también lo es. La «broma» donde las expresividades son más bien limitadas e infinitas según lo que cada uno quiera ver y, sobre todo, según lo que los críticos quieran escribir.

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