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Momento del estudio sobre 'La joven de la perla' en el museo Mauritshuis de La Haya

Momento del estudio sobre 'La joven de la perla' en el museo Mauritshuis de La HayaEFE

¿Por qué 'La joven de la perla' obsesiona tanto a quien la contempla? La neurociencia tiene la respuesta

El cerebro se activa de una manera «poderosa y positiva» al contemplar la obra original del cuadro de Vermeer

Hay una serie de pinturas que ocasionan una auténtica obsesión a quienes las contemplan, con independencia de sus conocimientos de arte o su familiarización previa con la obra.

Sucede con la Última cena de Da Vinci, o con la Mona Lisa, también del maestro florentino. Ocurre con Las Meninas de Velázquez o con El nacimiento de Venus de Botticelli.

Y, por su puesto, una de esas pinturas es La joven de la perla, de Johannes Vermeer. Todas esas pinturas tienen en común que sus autores han logrado componer una obra que trasciende lo artístico, que apunta directamente a lo sensorial y que logran provocar reacciones muy concretas en el espectador.

En el caso concreto de La joven de la perla de Vermeer, ¿qué tiene ese cuadro que provoca una reacción tan desbordante en quien la admira? La respuesta la tiene la neurociencia.

Según una investigación neurocientífica impulsada por el museo Mauritshuis de La Haya, donde se custodia el retrato pintado por Vermeer, y recogida por Efe, hay evidencias de que el cerebro se activa de un modo particular, de una manera «poderosa y positiva» cuando se está ante el cuadro.

Pero lo más curioso es que esa reacción se produce solo cuando se está ante la obra original, y no ante una copia o una reproducción.

Para lograr esa conclusión, el museo se ha servido de un electroencefalograma que ha mostrado que observar la pintura original de La joven de la perla produce una reacción emocional diez veces más fuerte que ver una reproducción, y activa fuertemente la precuña, la parte del cerebro involucrada en la conciencia, la reflexión y los recuerdos personales.

El estudio no se limitó sólo a La joven de la perla, sino que incluyó Autorretrato (Rembrandt, 1669), Lección de anatomía (Rembrandt, 1632), Vista de Delft (Vermeer, 1660-61) y La violinista (Van Honthorst, 1626), pero se puso especial foco en La Joven de la perla por la gran atención que atrae.

«Claramente, algo sucede en nuestros cerebros con esta obra en particular que hace que gente del otro lado del mundo, Japón o Estados Unidos, venga a experimentarla, así que quisimos saber qué la hace tan especial en comparación con otras pinturas», asegura Martin de Munnik, cofundador de Neurensics, una agencia de investigación independiente especializada en neurociencia del consumidor.

En realidad, todas las pinturas «mostraron en su forma real una necesidad de ser apreciadas mucho mayor que las mismas en reproducción» y esto indica que la observación del arte provoca una reacción emocional «poderosa», algo en lo que también influyen factores como la ambientación que lo rodea, el marco de la pintura y la iluminación, dijo.

Bucle de atención sostenida

Pero en comparación con las otras pinturas, detrás de la atención que recibe La joven de la perla «hay un fenómeno neurológico particular», y es que el espectador es «atrapado» por ella en un fenómeno único conocido como «bucle de atención sostenida», lo que hace que el espectador se quede más tiempo mirando esta pintura en comparación con cualquier otra investigada en este estudio.

Así, el encuentro entre espectador y la joven ocurre por pasos: el visitante primero observa los ojos y la boca, como suele ocurrir con las caras, y luego se dirige hacia la perla, llevando la atención de nuevo a los rasgos faciales, para luego volver a la perla, y así sucesivamente.

Además, al observar este cuadro de Vermeer, la parte del cerebro más estimulada, con diferencia, es la precuña, involucrada en la conciencia, la reflexión y los recuerdos de experiencias personales.

«Sabíamos que La joven era especial, pero el porqué fue una sorpresa para nosotros. El bucle de atención sostenida descubierto es la explicación detrás de todas las opiniones sobre la atención que la joven nos exige. Un impacto que se intensifica cuando la obra se admira en un museo», añade De Munnik.

Por su parte, Erik Scherder, profesor de neuropsicología en la Universidad Libre de Ámsterdam, subrayó que «observar el arte estimula el cerebro en diferentes niveles, provoca emoción, fomenta la fantasía y te hace reflexionar sobre lo que ves» y, como demuestra este estudio, «es una experiencia enriquecedora que activa el cerebro de manera óptima».

La investigación

Es cada vez más habitual encontrarse copias e interpretaciones de obras de arte en tazas, cuadernos, carpetas, objetos de decoración, entre otros, y «se podría pensar que las obras auténticas pierden relevancia, pero es todo lo contrario: lo auténtico se vuelve cada vez más importante», señaló Vera Carasso, directora de la Asociación de Museos.

Esta peculiar investigación se llevó a cabo en dos fases. La primera incluyó a diez personas, que usaron un rastreador ocular y un casco portátil de electroencefalograma, y recorrieron el museo observando las pinturas de la colección y luego vieron tres reproducciones de las pinturas en la biblioteca del Mauritshuis.

Después, otras diez personas realizaron la misma prueba, pero a la inversa, observando primero las copias y después visitando el museo para observar los originales. Los participantes tenían entre 21 y 65 años, y algunos habían visto la obra antes, mientras que para otros era su primera vez.

En la segunda fase de la investigación, se realizaron escáneres cerebrales de resonancia magnética funcional (fMRI) en la Universidad de Ámsterdam a 20 personas mientras observaban reproducciones de las cinco pinturas del Mauritshuis.

«Vemos reproducciones de pinturas famosas por todas partes, especialmente de La joven de la perla de Vermeer. Este estudio demuestra definitivamente que una visita al Mauritshuis o a otros museos tiene un gran valor emocional añadido», concluyó Martine Gosselink, directora general del Mauritshuis.

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