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Los demonios del Padre Joan es la novela que Jaume Vives ha escrito en torno a un misterioso sacerdote y unos crímenes horrendos

Entrevista con el escritor

Jaume Vives: «La historia es una radiografía no solo de los problemas actuales, sino también del corazón del hombre»

La novela Los demonios del padre Joan es el sexto libro de este joven escritor, capaz de dormir en la calle o atravesar medio mundo para describir el terror islámico y volver para contarlo

En la última novela de Jaume Vives Los demonios del padre Joan, entre el misterio y los crímenes, cada vez más espeluznantes, aparece un sacerdote que acapara toda la atención, que parece saber más de lo que aparenta, y que se convierte en el centro de las sospechas y de la violencia. Y el joven autor ya va por su sexto libro, entre la convivencia con los más pobres de nuestro país, o las minorías perseguidas de Irak.

–Jaume, ¿por qué escribes?

–Por mi cabeza y por mi corazón pasan muchas cosas. A veces demasiadas y demasiado rápido. Y tengo la necesidad imperiosa de comunicar algunas de esas cosas. Las que creo que pueden hacer un bien al prójimo. Pero suelo pensar eso cuando esas cosas primero me han hecho un bien a mi; ya sea porque me han puesto en alerta, porque me han consolado o porque me han ayudado a entender de algún modo la realidad.

–¿Y qué encuentras en la acción de escribir?

–Pues a veces diversión, cuando se trata de temas muy polémicos y me imagino la cara de algunos lectores. En otras ocasiones desahogo, cuando se trata de temas que me producen considerable cabreo y sobre los que considero no se ha hablado suficiente. Es como la sensación del deber cumplido. A veces encuentro consuelo, cuando pongo palabras a realidades tristes que de algún modo me incumben. Y otras veces también satisfacción, cuando soy capaz de escribir fácil, que no quiere decir bello, lo que en ese momento pasa por mi cabeza. Cuando consigo encadenar palabras casi de forma espontánea.

Cuando hablo del corazón del hombre y de sus luchas aparece C.S Lewis; o cuando hablo del mundo moderno aparece John Senior. Ellos también han sido fuente de inspiración en cierto modo

–¿Es tu forma más natural de expresarte? Porque ya llevas seis libros...

–No es mi forma natural de expresarme. Soy más de dar la «turra» en persona en un bar. Si bien es cierto que en las épocas en las que tengo apalabrados varios artículos a la semana, tengo la sensación de que observo la realidad de un modo más tranquilo, como fijándome en la segunda capa de las cosas que veo y me pasan, y mi cabeza las suele trasladar automáticamente en artículos en mi cerebro. Primero se me ocurre un título, luego el resto. El proceso puede durar 20 minutos desde que he puesto título hasta que termino la pieza. La comprensión de esa realidad es previa y mucho más lenta, claro está.

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La nueva trepidante novela de Jaume Vives, en la editorial Libros libres

–A propósito del padre Joan, ¿en qué te has inspirado? ¿Era una historia sopesada o apareció de improviso?

–Pues la historia nació un día inesperado que tumbado en la cama sentí de repente muchas ganas, como no sentía desde que iba a la escuela con 15 años, de contar un cuento. En esta ocasión para adultos. Y empecé a escribir. En mi cabeza no había nada más que las ganas, así que comencé con una descripción exhaustiva de la habitación del que todavía no sabía que sería el protagonista, un sacerdote de los de antes. Y a medida que fui escribiendo, fui construyendo la trama. Creo que con esto respondo a tu pregunta. En la novela hay mucho de inspiración y muy poco de preparación. Sin embargo, creo que es una novela reflexiva, que se detiene en mucho temas, algunos de actualidad, para presentarlos de un modo alternativo y favorecer la reflexión. Y luego he querido que en la novela participaran otros autores que justo en ese momento yo estaba leyendo. Por eso cuando aparece la relación del hombre moderno con el trabajo y la propiedad aparece Belloc y su pensamiento. O por ejemplo cuando hablo del corazón del hombre y de sus luchas aparece C.S Lewis, o cuando hablo del mundo moderno aparece John Senior. Ellos también han sido fuente de inspiración en cierto modo. Y en cuanto a la trama de la novela, lo accidental es ficción y lo sustancial es real. Lo accidental son los asesinatos y las desapariciones, lo sustancial son los personajes, su corazón y sus luchas. En resumen, es una novela nada sopesada, que apareció de improviso pero, una vez escrita, la leí y observé que daba pie para sopesar muchos temas de actualidad; que son los que yo tenia dentro de mi corazón cuando la escribí.

–¿Qué nos cuentas en la historia del padre Joan?

Los demonios del padre Joan cuenta la historia de cualquier sacerdote. Pero no solo eso, también es la historia de cualquier cristiano, y no solo eso; también es la historia de cualquier persona. Creo que es una buena radiografía no solo de los problemas actuales, sino también del corazón del hombre de hoy. Eso es lo que cuenta, aunque engarzado en una novela de misterio.

El corazón de las personas que duermen en la calle es igual que el tuyo y el mío. Necesita amar y ser amado. Y en la medida en que no es capaz de amar o no se siente amado, se genera un vacío que buscamos llenar con otras cosas

–Me han dicho que la escribiste de una sentada. ¿Ha sido realmente así?

–Sí. Por eso te decía que fue inspiración. Yo soy totalmente incapaz de escribir una novela. Ya lo intenté anteriormente con el tema de los cristianos perseguidos, que es mi tema, y no fui capaz. Si hubiera querido escribir Los demonios del padre Joan tampoco habría podido. La inspiración me vino y la tuve durante una semana. Yo siempre digo que es una novelilla, no una novela. Así que no me quiero ni imaginar cómo habría quedado sin inspiración.

–También eres conocido por implicarte en las historias que escribes, que has vivido en la calle antes de escribir Pobres Pobres. ¿De dónde nace esa pasión?

–Pienso que para escribir bien de un tema hay que conocerlo en profundidad. Y una buena forma, aunque no la única de conocer bien una realidad, es vivirla de cerca, hablar con sus protagonistas, imaginarse, aunque muy imperfectamente, lo que sienten, oler lo mismo que ellos huelen y caminar por las mismas calles que ellos caminan. En definitiva, vivir con ellos.

Y te digo que no creo que sea el único modo de acercarse a una realidad, pero yo no sabría hacerlo de otra manera. Por eso me fui a la calle, y por eso me fui a Líbano e Irak. Esa es mi pasión: que realidades que creo que son importantes y que pueden ayudar al corazón del hombre en primer lugar se conozcan, y en segundo lugar se conozcan bien.

¿Qué descubriste con los vagabundos para escribir tu segundo libro Pobres, Pobres: 8 días viviendo en la calle?

–En la calle aprendí muchísimas cosas. Y me podría enrollar páginas y páginas contándote cosas que vi, viví y me explicaron y qué solo aparecen en las películas pero que en la realidad también suceden, incluso con más asiduidad. Pero como el espacio es limitado, te voy a contar lo más importante que descubrí, y es que el corazón de las personas que duermen en la calle es igual que el tuyo y el mío. Necesita amar y ser amado. Y en la medida en que no es capaz de amar o no se siente amado se genera un vacío que buscamos llenar con otras cosas, normalmente todavía peores que ese vacío. A lo mejor ellos se emborrachan un lunes por la mañana, o les descubren viendo pornografía en una biblioteca; y nosotros nos escandalizamos. Aunque la realidad es que, los que tenemos techo, hacemos lo mismo. Pero como vivimos en una sociedad con normas, todos esos desordenes los hacemos de un modo ordenado y los hemos normalizado. Nos escandaliza ver a un tipo borracho un lunes por la mañana y sentimos lástima por él, pero nosotros hacemos lo mismo cada viernes y cada sábado. El problema de fondo es el mismo, y el modo de huir es el mismo. Con el sexo sucede lo mismo, y aunque no vayamos masturbándonos detrás de árboles por las noches, hacemos cosas seguramente mucho peores. Al final, el ruido del que nos envolvemos para huir de la realidad de nuestro corazón es idéntico, aunque unos sigamos unas normas y otros vivan al margen de esos convencionalismos sociales.

–¿Qué te gustaría que quedara en tus lectores tras acercarse a tus libros?

–Que les enseñara a mirar la realidad desde una perspectiva distinta. Huyendo de esa mirada única que parece haber sobre todos los grandes temas de nuestro tiempo.

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