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Vista general de la plaza de San Pedro del Vaticano completamente vacía durante la pandemia

Vista general de la plaza de San Pedro del Vaticano completamente vacía durante la pandemiaEvandro Inetti

La mirada ansiosa de implantar cambios en la Iglesia tras el Concilio Vaticano II

Antología de 41 artículos publicados entre 1965 y 1968 en la revista Destino en los que se aprecian valoraciones sobre la liturgia, el debate en torno a la libertad religiosa y al impacto del mundo moderno

José Jiménez Lozano (1930-2020) fue uno de los escritores y periodistas españoles más reconocidos dentro de las generaciones recientes. Obtuvo el Premio Cervantes en 2002, y publicó cerca de un centenar de obras que abarcan ensayo, novela, poesía, diarios, relatos… Quizá su narración más conocida sea El mudejarillo (1992). Jiménez Lozano, bastante influido por el sacerdote –y también escritor y periodista– José Luis Martín Descalzo (1930-1991), representa un tipo de estética literaria, de visión del hombre y, sobre todo, de interpretación del cristianismo. Precisamente dentro de su trayectoria, destaca el acompañamiento de Martín Descalzo, que fue quien puso en contacto a Jiménez Lozano y a Miguel Delibes. Fruto de esta relación fue su vinculación con El Norte de Castilla a lo largo de casi cuarenta años: entró como colaborador –bajo la dirección de Delibes— y se jubiló en esta rotativa como director en 1995. Cuando en 1966 Delibes publica Cinco horas con Mario, estampa el nombre de José Jiménez Lozano en la dedicatoria. La afinidad humana y religiosa –que los alejaba del régimen franquista y de un modelo de catolicismo triunfante en sus juventudes– constituía una ligazón que ayuda a comprender sendos recorridos espirituales y literarios.

Portada de 'Cartas de un cristiano impaciente'

editorial verbum (2023). 292 páginas

Cartas de un cristiano impaciente

José Jiménez Lozano

En este volumen nos encontramos con el Jiménez Lozano articulista. Le habían costeado viajar a Roma durante las sesiones del Concilio Vaticano II, y publicó una gran cantidad de columnas y noticias al respecto. Jiménez Lozano se identificaba por completo con la atmósfera que rodeaba a la convocatoria y celebración del concilio, así como el fondo y letra de sus textos. A lo largo de estas páginas aparece una selección de unas cuarenta piezas de extensión similar a los artículos que hoy encontramos en prensa, y que en este libro ocupan, por lo general, de cuatro a ocho páginas en un formato de bolsillo. Las columnas se publicaron originalmente en la revista Destino –de raíces falangistas, aunque bastante crítica con el régimen de Franco según avanzaba el tiempo, y que dio pie a la editorial epónima, en la cual se imprimieron los libros de autores como Delibes o Josep Pla– entre 1965 y 1968. El título de este libro muestra cómo Jiménez Lozano ha pasado de ser un «cristiano en rebeldía» (1963) a un «cristiano impaciente» por poner en marcha el Concilio Vaticano II. Usando una expresión ratzingeriana, puede que esta impaciencia transmita a más de un lector la impresión de cierta ansia «rupturista».

El principal y más valioso interés y provecho de este libro radica aquí. Es un testimonio del momento en que se acaba de aprobar y cerrar el Concilio Vaticano II. No se trata sólo de esa impaciencia y exaltación, sino de algo más: en estas páginas observamos con nitidez –el estilo de Jiménez Lozano es diáfano, franco y fluido– el estado mental y las influencias intelectuales de entonces. Por eso hay una crítica contundente a la liturgia tradicional y al uso del latín –que, curiosamente, convive con una petición de mayor formación humanística–, y por eso hay una mirada sobre la historia de la Iglesia que hoy reformulamos y matizamos en mayor o menor grado. Por eso aparecen en estas páginas reiteradas menciones a Maritain, Bernanos, Bergson, Péguy, Bloy, Daniélou, además de elogios a personajes conflictivos –o polémicos– como Bartolomé de las Casas o Teilhard de Chardin y menciones asépticas a Sartre o Malraux, tras cierta crítica implícita a otros como Felipe II. No sólo llaman la atención las presencias de estos nombres, sino las ausencias de otros. En todo caso, la cuestión no estriba en que el lector se identifique con la postura o el juicio histórico de Jiménez Lozano, sino que lo escuche para entender el punto de partida de qué es lo que le ha estado sucediendo a la Iglesia y al catolicismo desde los años 60 hasta hoy. Un jugoso ejemplo es la forma positiva como el autor entiende bastantes rasgos de la Modernidad o el «mundo moderno».

Este libro, delicada y confiadamente prologado por Daniel Capó, es trabajo de una concienzuda labor de edición crítica a cargo del profesor José Bernardo San Juan (Universidad Rey Juan Carlos) y la doctoranda Preslava Boneva. En la introducción se aportan muchas claves imprescindibles sobre el autor y la época; por ejemplo, la visión que tenía Jiménez Lozano de la «convivencia» de las «tres culturas» durante la Edad Media y cómo ese modelo desapareció tras los Reyes Católicos y el gobierno de los Austrias.

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