Imágenes de una realidad escondida, una oda a la cotidianeidad
Existe una necesidad de una mirada pausada para así poder contemplar la vida, la belleza
Recientemente acaba de presentarse en el Archivo Histórico Nacional la última obra de María Bahamonde, graduada en Humanidades y Periodismo por la Universidad CEU San Pablo. Con tan solo 16 años escribió su primer libro, Cabalgando por tierras de nadie, y hace unos meses ha sido publicado Imágenes de una realidad escondida (Sial Pigmalión, 2023).
Editorial: Sial Pigmalión. Páginas: 126
Imágenes de una realidad escondida
«Todo parte de la luz», me dijo, cuando quedamos hace unas semanas. «Todo parte de la luz, tanto en la fotografía como en la escritura». Luego leo las siguientes palabras en su libro: «En muchas ocasiones, partiendo desde este primer flash, que incluso puede ser un rayo de luz atravesando la hoja de un roble y reflejándose en el agua, se inspiran varias historias».
Esta cita me lleva al primer punto en el que querría profundizar: la necesidad de una mirada pausada para así poder contemplar la vida, la belleza. Sin esa mirada pausada, no se observa ese «rayo de luz atravesando la hoja de un roble y reflejándose en el agua». Como señala Higinio Marín, en su obra Humano, todavía humano, «toda originalidad implica una cierta quietud contemplativa». La propia Bahamonde escribe: «Para mí, el poder parar en un mundo que vive a contrarreloj es fundamental, por mi concepción de la vida, para poder amar despacio y pensar con paz. Lo Bello no se admira en un segundo, se necesita una vida entera para poder comprenderlo».
Ciertamente, la lectura de este libro es una mirada pausada en este ritmo frenético que invade nuestras vidas. La autora parece recordarnos que la escritura es un oficio artesanal, que escribir no entiende de prisas. Esa mirada pausada le lleva a crear una oda a la cotidianeidad. Así, también escribe: «En lo mundano podemos encontrar sonrisas del alma. En nuestra esencia está la capacidad de elección, de decidir cómo queremos vivir la realidad, un lugar desde el que admirar la creación de Dios». Esa alabanza a lo ordinario, cuya contemplación puede remitir a lo extraordinario, se refleja en las fotografías publicadas en el libro y en diversos pasajes. Las fotografías, todas ellas realizadas por la propia Bahamonde, remiten a su realidad más cercana, más íntima: rostros de su familia y amigos son los protagonistas de estas instantáneas. De entre los pasajes, especialmente, quisiera mencionar el último de los microrrelatos, titulado «Una tarde de invierno», en el que se muestra la felicidad de una familia que disfruta unida en un café. «A menudo la grandeza se percibe mejor en las cosas más simples», escribió Nuccio Ordine en su sublime obra La utilidad de lo inútil.
De nuevo, una idea lleva a otra: la oda a la cotidianeidad implica la necesidad del asombro, otro concepto clave del libro. Lamentablemente, nos cuesta, como reconoce Bahamonde, «pararnos a pensar y a admirar el mundo que nos rodea, a vivir con calma, desacelerando nuestro ritmo. Queremos llegar a un destino sin disfrutar del viaje», de este viaje de la vida. No nos percatamos de que el asombro es la puerta que nos lleva a la esencia de nuestra existencia. También escribe la autora: «La única criatura capaz de ver la Belleza en su más etérea esencia: el niño». Cuánto podemos aprender de la mirada de los niños. Su asombro y curiosidad nos pueden ayudar a nosotros a saber mirar.
Y del asombro llegamos a la Belleza, con mayúsculas. Son numerosas las reflexiones sobre ella que Bahamonde vuelca en su obra. Escojo una que recorre los distintos conceptos en los que nos hemos ido deteniendo: mirada pausada, oda a la cotidianeidad, necesidad del asombro y, ahora, la Belleza. Escribe María: «La Belleza supone uno de los elementos centrales de la obra, de toda la creación del hombre. Intento entenderla y admirarla desde las múltiples perspectivas que nos permite nuestra condición humana. Buscarla en las cosas pequeñas, en los hechos más humildes, en las circunstancias más modestas, en los detalles que componen nuestra imagen, en las miradas de los retratados, en el fondo del alma, porque solo el hombre puede admirar la Belleza». Frente a los estímulos causantes de constantes distracciones, la belleza requiere serenidad y cierto recogimiento para su contemplación. Necesitamos detenernos para dirigir nuestros sentidos hacia aquello que es objeto de nuestro asombro, pues la belleza suscita la maravilla y esta capacidad de admiración ante lo bello es algo característico del ser humano.
El libro se divide en tres partes: la primera es más parecida a su anterior obra, prosa poética; la segunda, más reflexiva-filosófica; y la tercera la configuran pequeñas historias vistas a través de una ventana, miradas «con prismáticos», como la autora misma señala. Yo añadiría que son como instantáneas fotográficas compuestas por palabras, como la titulada «Una cuestión de tiempo». En esta última parte resuenan ecos de su anterior libro, Cabalgando por tierras de nadie, como cuando escribe: «textos inmortales que cabalgan por tierras inhóspitas» y también, aunque a escondidas, encontramos confidencias. Así, en uno de estos pequeños relatos leemos: «La palabra escrita es para mí la mejor forma y la más sincera de decirle al mundo lo que quiero».
Especialmente, destacan las reflexiones sobre el tiempo, la felicidad, el arte, la vida, la Belleza, el legado… Muchas de ellas parecen aforismos que merecen y precisan, de nuevo, un tiempo pausado de meditación. Les comparto algunos de ellos. Felicidad: «ser objetivo de la alegría de otro, que, como nosotros, aspira a la eternidad más profunda e indisoluble»; lealtad: «la confianza de saber que el que está al otro lado no se va a doblegar a la traición»; amor; «la esencia misma de nuestra vida (…) El que lo tiene lo sufre y el que no lo tiene, sufre»; o familia: «origen de todo (…), el hogar que no escogemos, roca segura a la que acudir en tiempos de tiniebla».
Bahamonde también escribe que, de alguna forma, la búsqueda de la Belleza ha estado siempre en sus creaciones artísticas. Esperamos que esta joven escritora y fotógrafa siga anhelando esa búsqueda de la Belleza y nos la siga mostrando en siguientes obras.