
Detalle de cubierta de Cuando se apagan las luces
‘Cuando se apagan las luces’: ¿quiénes somos realmente cuando todo se desmorona?
A veces, lo más aterrador no es lo que sucede, sino lo que se intenta olvidar. Las sombras del pasado y los miedos del presente se entrelazan en una historia inquietante y conmovedora
La novelista Care Santos nos sorprende de nuevo por su capacidad de atraer a los jóvenes a la lectura y atraparlos desde la primera página con una novela juvenil que gusta también a los adultos. Aparentemente, la trama comienza con un inofensivo viaje de fin de estudios a Madrid por parte de un pequeño grupo de alumnos de artes que han finalizado sus estudios de bachillerato. Una inesperada parada en una gasolinera provoca que todo se desbarate.

Edebé (2024) 228 páginas
Cuando se apagan las luces
La primera parte de la novela ocurre en breves horas, la misma noche de la llegada a un hostal de la capital. Estos hechos los conoceremos de boca de la primera narradora, que va relatando sus recuerdos de esas ajetreadas horas nocturnas, en las que nadie entiende lo que pasa. Todo parece entrar dentro de la normalidad, hasta que se desata una extraña explosión, acompañada de un incendio y la desaparición de un par de jóvenes.
Con gran fuerza narrativa, una buena cantidad de hechos inesperados y, por qué no decirlo, sobrenaturales, la autora logra tener al lector en vilo durante la descripción del mencionado viaje, el cual quedará suspendido y finalizado esa misma noche, con la vuelta de los alumnos a sus casas.
Uno de los aspectos positivos que valoro es su desarrollo mediante capítulos muy breves a la par que significativos. Esto provoca que la lectura se vuelva ágil y rápida. A pesar de que contiene abundantes descripciones de los personajes principales, la acción es imparable, así como el interés que genera en el lector y las ganas de avanzar y de no abandonar la novela. En los capítulos de la primera parte, se tratan de una forma sencilla y cercana los problemas que suelen aquejar a la adolescencia. Se menciona cómo afecta a los jóvenes la separación de los padres, los celos e inseguridades, el apego a las pantallas, la mentira y la hipocresía en las parejas que viven de las apariencias, la problemática derivada de los vídeos que se cuelgan en las redes, el dolor que pueden causar, el suicidio juvenil, el dolor adolescente ante una ruptura y la homosexualidad escondida o manifiesta. También se tratan temas como el amor y la amistad, el apoyo de amigos y adultos.Me han inspirado especialmente las dos narradoras. La primera de ellas es la profesora de historia que acompaña a sus alumnos en el viaje. Se percibe, por encima de todo, su preocupación por ellos, sus ganas de ayudar siempre, su estrecha relación con el alumnado. Podemos apreciar cómo confían en ella, lo que muestra el trato de cercanía que buscan los estudiantes en sus maestros, muchas veces por falta de este en casa, además del apoyo y la escucha incondicional. Algunas de las frases más poderosas del relato salen de sus labios. Me llaman también la atención las charlas a la inversa, es decir, los consejos que algunos de los estudiantes le brindan a la profesora, en especial, cómo deben ser tratados los alumnos cuyas vidas penden de un hilo.
La segunda parte de la novela, entrañable y trágica al mismo tiempo, nos hace entender muchos de los aspectos que quedaron pendientes en la primera. La nueva narradora también es profesora de instituto y realiza un precioso tributo a la música de la década de los ochenta. Grupos como Scorpions, Depeche Mode… y el glam rock, heavy metal, gothic rock desfilan por las páginas como unos personajes más de la historia. Descubrimos, además, que el título de la novela, Cuando se apagan las luces, es la traducción de los primeros versos de «Carrie», de Europe.
En las últimas páginas confluyen dos importantes temas: las dudas que todo adolescente se cuestiona en algún momento: «¿quién no se ha preguntado a esa edad quién es, qué le importa, qué quiere ser o si preferiría ser otra persona distinta?», y la reflexión sobre el dolor de la pérdida, en todos los sentidos: la pérdida del amor, la pérdida de un ser querido, la pérdida de la unión familiar.
Con la prosa fresca y directa a la que nos tiene acostumbrados Care Santos, destacamos cómo ha logrado, con gran sensibilidad y sencillez, retratar las emociones y los altibajos de los jóvenes, contando la historia personal de varios de ellos. Personajes muy humanos y realistas, aun cuando pertenecen a dos generaciones diferentes, la de los casetes y la de Instagram. Esperanzados, a pesar de sus constantes luchas internas ante la intransigencia y presión de la sociedad que a veces, por desgracia, lleva a que se cometan actos extremos e irreparables.