Tom Jones, el tigre de Gales y un alegre Bárbol de fantasía en el Botánico
El cantante británico, de 84 años, dio otra lección magistral de virtuosismo y de vida en su concierto en Madrid
Si uno se fija bien puede observar en Tom Jones la forma poderosa de un ent, los árboles que se mueven de Tolkien, más concretamente la de Bárbol, el guardián del bosque de Fangorn. Tom Jones es el guardián del Jardín Botánico y de todos los jardines del mundo que se está volviendo viejo (es mentira) y lo empieza contando como una plegaria íntima, sujetando la cascada vocal: I'm Growing Old.
Mientras él dice que envejece el público se estremece de la forma en que ya queda estremecido, preparado, para sucumbir al repertorio y, más que al repertorio, a la voz que es un don divino perfectamente apreciable en el alarido melódico. Un hombre de 84 años con un timbre inmortal que se contagia al cuerpo mortal, finito: «Graciass, muchas graciass», dijo, lleno de vida y alegría.
Como cuando dice que It's Not Unusual es una canción que tiene 60 años y se parte de la risa. Se troncha de su edad o más bien del paso del tiempo, al que campea con un humor que también es consecuencia del don. Asombroso el tono y el «yeah, yeah» con el que se empuja como un niño en monopatín. «Señoras, señoritasss», dice, y ya no queda ninguna por enamorar.
Tom Jones tiene la voz y el amor dentro. Y los devuelve. What's New Pussycat es un chorro de vida y Tom el dragón que lo expulsa. Un dragón que se ríe todo el rato. Una figura mitológica. Un Bárbol, un dragón... y va ser más cosas como una bomba sexual que antes ha precalentado el ambiente con The Windmills of Your Mind con su imagen vista en caleidoscopio. Una bomba sexual, una bestia que ruge y una estrella del pop que sonríe y hace sonreír mientras hace gorgoritos milagrosos y elegantes.
La voz que grabó Green Green Grass of Home de Jerry Lee Lewis en 1967 para volver a cantarla, mejor, en 2024. Se suceden las seducciones. Los 60, los 70, los 80 y los 20 del XXI de la prédica de Talking Reality Television Blues. Tom Jones con el aire de Tom Jones, el de la película de Tony Richardson o la novela de Henry Fielding. Parece la modernidad del ZOO TV antes de recordar medio siglo antes a Hank Williams en Tower Song.
El preámbulo de una joven, más joven que nunca, Delilah. La gente grita en los primeros compases y él acompaña, solícito, el momento donde la voz viaja por el tiempo. Una máquina del tiempo. Uno recuerda el Delilah que interpretó hace 20 años con Pavarotti en Pavarotti and Friends. Eso sí que fue una conjunción planetaria donde no hay sitio para la melancolía, solo lo justo hasta You Can't Live Your Hat On de Joe Cocker antes del beso de Prince que parece el fin, pero no lo es.
Johnny B. Goode
Qué alegría de vivir y de cantar. Tom Jones regresa para cantar tres temas más, el último Johnny B. Goode, la canción de Chuck Berry, de quien dijo Elvis Presley al mismo Tom Jones (que lo canta todo: la voz que atrae todas las canciones, como la de Elvis) que era el rey del rock and roll mientras el tigre de Gales sonríe, siempre sonríe, como el rey del Botánico. El alegre Bárbol del Botánico.