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Interpretación de Romeo y Julieta, de Charles-François Gounod, la nueva producción del Teatro Real de Madrid

Romeo y Julieta (en la imagen en una función en París de este mismo lunes) será parte medular del cartel de RealEFE

El Real buscará el tirón de la taquilla con óperas más populares

Carmen, El Trovador, Romeo y Julieta y Otello se vuelve a reunir junto a un puñado de títulos en concierto y varias interesantes novedades

Con el anuncio primaveral de la próxima estación lírica madrileña ha cundido ligero entusiasmo entre los aficionados a la ópera.

Parece que la travesía del desierto se ha superado en parte. Como el Metropolitan, y el grueso de los grandes teatros europeos que estos últimos días han presentado, una tras otras, sus programaciones para el próximo curso, el Real va a apostar, en el suyo, con bastante fuerza, por los títulos de repertorio.

Los huecos que se han podido ver, estos últimos días, en el teatro madrileño, a partir de obras poco frecuentes como el Mitridate de Mozart o L’uomo femmina de Galuppi, provocan quebrantos en las cuentas.

Y en previsión de la época de vacas flacas que viene para la cultura, en unos próximos tiempos marcados por los recortes presupuestarios a costa de futuras guerras, la taquilla solo parece funcionar a pleno rendimiento con la dieta más popular.

Verdi para el inicio, y también la clausura

Un ejemplo, la temporada 25/26 se abre y se cierra con Verdi, el gran operista italiano por excelencia: Otello e Il Trovatore.

Pero por el medio se proponen, además, ganchos casi siempre infalibles como Carmen, en una nueva producción de Damiano Micheletto (responsable de la Madama Butterfly acogida sin gran entusiasmo el año pasado), Romeo y Julieta, con la deseada Nadine Sierra, y el Händel habitualmente más apreciado, el de Julio César, aunque en este caso se trate de una versión en concierto.

Pese a los resultados dispares que esta modalidad presenta en la taquilla, y a competir abiertamente (aunque con precios muy superiores para las entradas) con la excelente temporada de ópera barroca que, hasta no hace mucho, solía ofrecer el Centro Nacional para la Difusión de la Música en el auditorio madrileño, el Real vuelve a insistir ahora en ofrecer demasiados títulos concertantes: Farnace e Il Giustino, ambas de Vivaldi; La reina de las hadas de Purcell; Armide de Jean Baptiste-Lully, y otro Händel, Ariodante.

Tendría más sentido servir alguna gran producción escenificada de estas joyas barrocas, que es lo que se le pide al Real, y dejar los conciertos para el CDNM. Pero ellos sabrán. Esta insistencia en acumular óperas, aunque sea privadas de un elemento esencial (la escena), se traslada también a otros repertorios.

Habrá más versiones de concierto de títulos como I Masnadieri, uno de los Verdis más insulsos, frente a la interesante Iris de Mascagni, aquí con el incombustible tenor Gregory Kunde.

Una nueva ópera sobre el riesgo de la demagogia

En total serán siete óperas concertantes por diez representadas, un equilibrio algo precario.

De estas últimas, dos serán estrenos contemporáneos: Enemigo del pueblo, de Francisco Coll, que se anuncia como una «creación de carácter político sobre el riesgo de que la democracia degenere en demagogia» (ejemplos no faltan, desde luego, sin salir de casa). La otra novedad se titula Los Estunmen, lleva la firma musical de Fernando Velázquez y se anuncia como otra «obra de violencia y dolor».

El repertorio no acapara toda la programación, como resulta lógico. Queda también espacio para el hallazgo de posibles gratas sorpresas, como las que pueden esperarse con esa delicia que es La novia vendida de Smetana, confiado a todo un experto en sacar sonrisas: el director de escena Laurent Pelly (encargado de la nueva producción).

En una cita que rastrea la huella indeleble de Shakespeare, no podía faltar la fantasía de El sueño de una noche de verano del inmenso Benjamin Britten, en una seguramente cautivadora apuesta de Deborah Warner, con Ivor Bolton en el foso.

Interpretación de Ariadna y Barba Azul, de Paul Dukas, en Lyon. Pronto llegará al Real

Interpretación de Ariadna y Barba Azul, de Paul Dukas, en Lyon. Pronto llegará al RealEFE

Y se acude al Barba Azul de Charles Perrault por partida doble, en sendas apuestas de indudable interés. Esa maravilla que es El castillo de Barbazul de Bartok se empareja con El mandarín maravilloso.

Para el regreso, 113 años después, de Ariana te Barbe-Bleue de Paul Dukas se acude a una nueva producción propia, en colaboración con la Ópera de Lyon, confiada a la batuta más interesante de cuantas han sido convocadas esta vez: Pinchas Steinberg.

El capítulo de los directores musicales evidencia, de manera precisa, la discreta modestia del Real en este capítulo fundamental para un gran coliseo: no esperen encontrarse aquí con Zubin Mehta, Teodor Currentzis, Riccardo Muti, Kyrill Petrenko, Semyon Bychkov o Christian Thielemann. Para eso tendrán que viajar.

En cambio, se ha hecho una apuesta por lograr atraer a algunas de las voces favoritas del panorama internacional en estos días. El Otello debería titularse aquí «Desdémona», porque la soprano Asmik Grigorian, que suele dar siempre lo mejor en escena, parece a priori más interesante de lo que Brian Jadge, un tenor escasamente sutil, pueda ofrecer en el célebre rol del moro.

Javier Camarena y Nadine Sierra repiten el Romeo y Julieta de Gounod que ya cantaron en Bilbao (allí con triunfo absoluto de la soprano). Y Anna Netrebko y Piotr Beczala calientan el Trovatore de la conclusión, aunque a nadie se le haya ocurrido hacerles cantar juntos.

Anna Netrebko y Juan Jesús Rodríguez, por separado

Esa es una de las principales debilidades de una programación que no termina de rematar algunos repartos. Situados entre las diferentes distribuciones de artistas para este título vibrante verdiano se encuentran los mencionados Netrebko, Beczala y el barítono onubense Juan Jesús Rodríguez.

Los tres juntos, más la mezzo Anita Rachvelishvili, si es cierto que ha recuperado sus superpoderes, podrían provocar taquicardias con sus descargas de canto verdiano como el de las buenas épocas. Pero tal parece que despertar emociones genuinas resultara una vulgaridad estos días.

De la Carmen se puede afirmar que se ha pensado que con el título y una buena protagonista (la mezzo Aigul Akhmethsina) basta. Aunque también ande por ahí metida en el segundo reparto la soprano española Miren Urbieta-Vega, una buena Micaela.

Los estupendos jóvenes cantantes españoles que estos días han acaparado recientes titulares al anunciarse las temporadas de París, Londres, La Scala, Munich y Berlín (Serena Sáenz, Rosalía Cid, Marina Monzó, …) brillan por su ausencia en la próxima temporada.

Al menos las quejas de Juan Jesús Rodríguez, que tuvo que renunciar a su merecido premio como Mejor cantante Lírico de 2023, en España, para hacerse escuchar, no han caído en saco roto. Superado el ostracismo, vuelven a contar con él para satisfacción del público, que lo adora.

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