‘Testigo de cargo’, una estupenda historia de crímenes y juicios para gozar del teatro en Madrid
El Teatro Fernando Fernán Gómez representa hasta el 26 de enero una estupenda versión del clásico de Agatha Christie Testigo de cargo, protagonizada por un gran Fernando Guillén Cuervo
Representar hoy la obra de teatro Testigo de cargo, de Agatha Christie, resulta un reto más complejo de lo que puede parecer.
A la dificultad por la naturaleza de la obra, un intrincado drama judicial en el que se juzga a un hombre respetable por el asesinato de una anciana, se le suma la alargada sombra de la versión cinematográfica de 1957, dirigida por Billy Wilder y protagonizada por Charles Laughton.
Sin embargo, el Teatro Fernando Fernán Gómez de Madrid, donde se está representando hasta el 26 de enero la obra dirigida por Fernando Bernués y protagonizada por el actor Fernando Guillén Cuervo, no solo logra salir airoso del reto, sino que ofrece al público una de las propuestas teatrales más interesantes de esta temporada.
El argumento lleva la firma indiscutible de Agatha Christie: un crimen macabro, un brillante investigador, un torpe policía de Scotland Yard, un sospechoso, una serie de personajes de alta sociedad en apariencia respetables que ocultan muchos trapos sucios, numerosos puntos de giro y un final inesperado.
Fernando Guillén Cuervo interpreta al sagaz y sarcástico Sir Wilfrid Roberts, abogado penalista de gran éxito que no ha conocido la derrota en los tribunales a pesar de su afición a asumir casos en apariencia imposibles de ganar.
El reto de Guillén Cuervo a la hora de meterse en el papel es enorme pues, una vez más, la sombra de la versión cinematográfica firmada por Billy Wilder sobrevuela inevitablemente en su papel.
En particular, debía situarse frente a la icónica versión cinematográfica del personaje ofrecida por el gran Charles Laughton. Aquí lo fácil habría sido limitarse a imitar al actor británico, pero el resultado habría sido desastroso, pues Charles Laughton es un gigante de la interpretación inigualable.
Por el contrario, Guillén Cuervo construye su propio Sir Wilfrid Roberts como si no existiera la versión de Charles Laughton. Da vida a un personaje nuevo, opuesto al de la película, y sale victorioso con una interpretación portentosa, tal vez lo mejor de la obra, demostrando que es uno de nuestros más grandes actores en España en este momento.
Otro acierto de esta versión es su fidelidad al texto y espíritu de la obra original de Agatha Christie –marca de la casa del Fernán Gómez, por otro lado– que es muy de agradecer en una época en la que parece que adaptar un clásico consiste en destrozarlo, hacerlo irreconocible y pisotearlo.
La propuesta es muy interesante, subrayando la habitual ambigüedad argumental de la obra de Christie, recurriendo a hábiles y sutiles perlas de humor británico muy bien introducidas que logran arrancar la carcajada del público en más de una ocasión y, sobre todo, sin orillar los temas sobre los que reflexiona la genial escritora británica.
Como se hace palpable en las novelas, cuentos y obras de teatro de Agatha Christie, Testigo de cargo no trata solo de un crimen. Su verdadero tema es la perversidad humana que lleva a una persona a mentir, traicionar y asesinar para lograr un objetivo egoísta.
La puesta en escena del Testigo de cargo del Teatro Fernán Gómez también es un punto a destacar, precisamente por la sencillez de la escenografía, demostrando que con unos pocos elementos se puede configurar cualquier historia compleja con multitud de localizaciones.
El vestuario es impecable, fiel reproducción de las modas, usos y estilos de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Las demás interpretaciones, además de la de Fernando Guillén Cuervo, son también excepcionales, destacando a una Isabelle Stoffel que borda a su Christine con claros ecos, esta vez sí, a la gran interpretación de Marlene Dietrich en 1957 sin caer en el pastiche.
En resumen, el Teatro Fernando Fernán Gómez vuelve a mostrarse como uno de los espacios más apetecibles para disfrutar del buen teatro en la capital, con una propuesta sobresaliente del clásico de Agatha Christie cuyo ritmo, buenas interpretaciones y buena dirección dejará al espectador clavado en la butaca durante la hora tres cuartos que dura.