El siguiente deporte que podría caer ante los millones: los planes de Arabia Saudí con el baloncesto
Los petrodólares van aumentando su imperio y conquistan deportes sin parar, expandiendo hasta el infinito su poder
Arabia Saudí y una lluvia de millones que llega ya a todos los deportes
Ayuda una escena arquetípica en edad escolar. Un niño, físicamente superior a sus compañeros, aprovecha su preeminencia para hacerse con todos los juguetes, amasándolos todos para su consumo propio y dejando a sus compañeros con las manos vacías, indefensos ante la superioridad de su compañero. Una metáfora de lo que está ocurriendo ahora en el mundo deportivo y, más concretamente, con la avaricia de Arabia Saudí, que va conquistando deportes como si no costase. Próximo objetivo: el baloncesto.
No ha sido nunca el país saudí uno vinculado con la práctica de este deporte. El desierto no se lleva bien con la pelota anaranjada, más propia de Estados Unidos y de algunas partes de Europa, especialmente el este. Pero la ambición de los petrodólares no tiene fin y, tras arrasar con millones el fútbol, crear un circuito paralelo en golf, hacerse con un GP de Fórmula 1, organizar las NextGen Finals en tenis y tocar la puerta de otras disciplinas como ciclismo, atletismo o balonmano, el baloncesto es la siguiente presa en esta caza infinita.
El peculiar mundo del baloncesto mundial tiene una clara cima de la pirámide en la NBA. Estados Unidos monopoliza la atención del espectador y los mejores jugadores del mundo. Es difícil entrar ahí, pero no imposible. En los últimos años ya se han celebrado algunos partidos de pretemporada en el suelo saudí. La selección estadounidense también se ha desplazado allí para algún encuentro. La temporada regular sigue sin pisar terreno asiático, pero viendo que se van expandiendo a diferentes lugares del mundo (México, París, Londres) para disputar algún encuentro oficial, parece cuestión de tiempo que claudiquen a la llamada de los millones.
Mientras tanto, el nuevo torneo creado a mitad de temporada, una especie de Copa que este año, en su primera edición, llevó la denominación de In-Season Tournament ya se sabe que pasará a llamarse Emirates NBA Cup debido al patrocinio de la aerolínea.
La muestra más clara de que los petrodólares apuntan al baloncesto es que el actual presidente de la FIBA, la Federación Internacional que se dedica a regular las normas del baloncesto mundialmente, es el jeque qatarí Sheikh Saud Ali Al Thani. Se mantendrá en el cargo hasta 2027...año en el que su país, Qatar, organizará el Mundial de baloncesto.
Europa, el desembarco más probable
Mientras, los esfuerzos de los jeques se están concentrando en conseguir aterrizar en el baloncesto europeo, uno de más sencilla inclusión. Los clubes de la Euroliga han estado debatiendo en los últimos días la introducción en la competición de un equipo con sede en Dubái. Una incorporación que supondría un espaldarazo económico de 70 millones a una competición no sobrada de ingresos.
Algunos clubes, además de altos cargos de la competición, siguen teniendo sus reservas sobre esta inserción, pero parece que finalmente el dinero, como siempre, tiene las de ganar. Parece cuestión de tiempo que un club emiratí pase a formar parte de la Eurocup y la ABA League, una competición que juegan clubes de exrepúblicas yugoslavas. Si todo sigue su camino, de allí se llegaría a la Euroliga.
Y es que, para más inri, Abu Dabi también se postula como sede de hasta tres Final Four de la Euroliga en los próximos años, pago mediante de 75 millones de euros. La mejor competición europea de clubes vería así como su desenlace dejaría de estar en el Viejo Continente para desplazarse miles de kilómetros a un país con muy poca afición por el deporte.
Mientras el resto del mundo languidece a esta nueva realidad, sin soporte económico que les posibilite crecer, muchos ven como su única posibilidad de sobrevivir es vender el alma al diablo y sucumbir a los millones saudíes, que cada día ven más aumentado su poder. Todo forma parte de una estrategia, de un arma geopolítica, que busca enriquecerse lo máximo posible sin importar lo que deja atrás, metiendo sus crímenes y su falta de derechos humanos bajo la alfombra que es el negocio del deporte de élite.