El 'modelo España' sigue siendo la gran referencia europea con una nueva semifinal, la cuarta de las últimas cinco ediciones
Tenemos que retroceder a la Eurocopa de 2004, celebrada en Portugal, para encontrar la última ocasión en la que nuestra selección se fue a casa a las primeras de cambio
«Es penalti»: la prensa alemana encaja mal la victoria de España, aunque reconoce el fracaso de su selección
La agónica victoria de España ante Alemania en Stuttgart puso de manifiesto la capacidad de un equipo para sobreponerse ante la adversidad. Prácticamente sin piernas, los chicos de Luis de la Fuente sacaron alma y garra para noquear en el 119 a la gran favorita, poniendo así punto y final a la maldición que asolaba al combinado español desde hace cuatro décadas, incapaz de cosechar un triunfo ante una selección anfitriona.
La Selección española, comandada por un heroico Mikel Merino, conseguía dar a nuestro país unas nuevas semifinales, algo a lo que estamos familiarmente acostumbrados. Y es que independientemente de las tres eurocopas que nuestro país ha levantado a lo largo de la historia, en las últimas ediciones España ha conseguido protagonizar grandes gestas, llegando a cuatro de las últimas cinco ediciones.
2004, último fracaso europeo
Tenemos que retroceder 20 años atrás. Concretamente hasta la Eurocopa de 2004, celebrada en Portugal. En aquella ocasión, el equipo dirigido por Iñaki Sáez cosechó uno de los mayores ridículos de nuestra selección, quedando tercero de grupo.
Aunque es cierto que en aquel grupo se encontraba la anfitriona y finalista Portugal y la vencedora Grecia, lo cierto es que España se fue sin pena ni gloria de aquel campeonato, cosechando únicamente 4 puntos.
2008 y 2012, la gran inflexión
Tras uno de los mayores reveses de nuestra historia, la Eurocopa de 2008 se presentaba como una gran ocasión de dar un golpe sobre la mesa. Y así fue. La Roja, con el histórico Luis Aragonés como gran protagonista, llevó a cabo uno de los torneos más perfectos dentro del deporte rey. Seis partidos, cinco victorias y un único empate ante Italia –resuelto a favor de España en la tanda de penaltis–, poniendo de nuevo a nuestro país en el panorama futbolístico europeo.
La dinámica, lejos de cortarse, siguió alcanzando unos niveles de juego nunca vistos en la historia del fútbol. El Mundial de Sudáfrica sería el preludio de una nueva exhibición español en Europa. Se presentaba así la cita de 2012, celebrada en Ucrania y Polonia.
Los de Vicente del Bosque enamoraron a todo el continente con un juego prácticamente perfecto, sin ninguna fisura en cada una de las líneas de la plantilla. Prueba de ello fue el escandaloso 4-0 de aquella histórica final ante Italia. Nada parecía bajar del pedestal a una generación de futbolistas que ya habían hecho historia, mostrando a todo el mundo la excelencia de nuestro fútbol.
2016, regresan los fantasmas
La abrumadora superioridad de la Selección española entre 2008 y 2012 parecía eterna. Cada rival era sometido de manera justa y contundente por unos jugadores que siempre serán eternos en nuestra memoria. Llegábamos así a un nuevo campeonato, al de 2016, con la intención de conseguir nuestra tercera Eurocopa de manera consecutiva. Una nueva cita que llegaba dos años después del descalabro de Brasil, Mundial que pasaba a la historia negra de nuestro pañis tras la goleada de Países Bajos por 1-5 a nuestro combinado y la posterior eliminación en fase de grupos.
Las malas sensaciones se implantaron en el seno de una selección prácticamente envejecida y sin casi ideas nuevas. Y así se pudo ver durante todo el torneo. A pesar de las victorias ante República Checa y Turquía, España fue sometida por la Croacia de Modric en grupos y, más tarde, por Italia en los octavos de aquella competición. Volvíamos a irnos a casa a las primeras de cambio, sin un juego que marcara la diferencia y, prácticamente, sin capacidad de reacción.
2021 y 2024, golpe sobre la mesa
No fue la edición más brillante de nuestra selección, pero sí en la que dimos un nuevo golpe sobre la mesa. Llegaba de nuevo la Eurocopa, celebrada en 2021 como consecuencia de la pandemia del covid-19. Una cita en la que el equipo de Luis Enrique comenzó de manera dubitativa, cosechando dos empates ante Suecia y Polonia, y pasando de ronda con tan solo una victoria –ante Eslovaquia– en su haber. Sin embargo, con el paso de los partidos la selección fue encontrando sensaciones, llegando de manera heroica a las semifinales tras dejar por el camino a Croacia en octavos y a Suiza en cuartos –desde el punto de penalti–.
Parecía que el nombre de España estaría en esa final ante Inglaterra, pero llegó nuestro principal verdugo de los últimos años: Italia. Los de Roberto Mancini, prácticamente como si de una maquinaria perfectamente engrasada se tratara, realizó una competición prácticamente impoluta. Tras 120 minutos de auténtico infarto en los que cualquiera de los dos equipos pudo llevarse la clasificación, los 11 metros que nos dieron tanta suerte en cuartos nos fueron esquivos, mandando a España a casa a las puertas de una nueva final europea.
Así llegábamos al pasado viernes 5 de julio, fecha en la que Luis de la Fuente y Mikel Merino dieron a España la clasificación para disputar una nueva semifinal europea. El próximo escollo será la Francia de Kylian Mbappé, con la final del próximo 14 de julio como gran aliciente.