El gran nivel «totalmente desapercibido» de Alonso evidencia que aspira a ser campeón si le dan un buen coche

Fernando Alonso está viviendo sus últimos años en Fórmula 1, eso es algo más que evidente. El asturiano tiene ya 43 primaveras y no le queda demasiado en el Gran Circo. Aun así, temporada tras temporada el asturiano sigue evidenciando que es uno de los mejores pilotos de la parrilla, sino el mejor. Nadie saca tanto provecho a sus coches que, en el caso de Alonso, no suelen ser muy buenos.

El Aston Martin de esta temporada, llamado AMR24, es un monoplaza de los más flojos. Carrera tras carrera se hace evidente que la escudería verde cuenta ahora mismo con un coche que tiene hasta difícil entrar en los puntos. Eso provoca que apenas esté llamando la atención lo hecho por Fernando Alonso en el 2024, pero lo cierto es que, tal y como él mismo ha comentado «es una de mis mejores temporadas».

Fernando Alonso es noveno en el campeonato de pilotos y es el primero de los mortales. Por encima tiene a los ocho de las escuderías grandes: McLaren, Ferrari, Red Bull y Mercedes. Eso ahora mismo es otra liga y el AMR24 no está ni cerca de competir contra ellos. De hecho, el asturiano está noveno con 58 puntos y no tiene ninguna opción de coger a Checo Pérez, octavo con 143.

Lo mismo pasa con el décimo del mundial, que tampoco aspira a pillar al español. Curiosamente es Lance Stroll con 24 puntos, lo que refleja a la perfección la diferencia de nivel entre uno y otro cuando ambos llevan el mismo coche. Fernando se ha codeado con los grandes monoplazas en alguna carrera y Stroll está en la pelea verdadera de Aston Martin, contra Haas, RB, Williams y Alpine.

Sigue siendo una garantía

Fijarse en la clasificación ayuda mucho a ver que Fernando Alonso seguiría aspirando a ganar el mundial de Fórmula 1 si contara con un buen coche. Desgraciadamente, lleva años sin tenerlo y tampoco parece que lo pueda conseguir la próxima temporada. Aston Martin es un proyecto ganador, pero las cosas llevan su tiempo, justo lo que no tiene Alonso en exceso.

El buen hacer del bicampeón mundial ha logrado que Aston Martin sea quinto en el mundial de constructores y lo tenga prácticamente asegurado. Saca 48 puntos a RB (que tiene 34) porque Fernando Alonso ha exprimido al máximo el AMR24 hasta el punto de que en algunas carreras, como por ejemplo la última, en Bakú, le ha sacado más jugo del que tenía para llevarse un valioso sexto puesto. «Otra buena carrera y esta vez con premio, quizá más del que merecíamos», dijo Alonso restándose mérito.

Esto es precisamente lo que hace grande a Alonso, que mientras otros como Hamilton se quejan constantemente de un coche competitivo, el asturiano trata de hacer milagros con monoplazas que no están ni para entrar en puntos, como demuestra la carrera de Stroll, decimoséptimo hasta que se retiró a falta de 5 vueltas.

«El coche era malísimo, era casi cómico», se quejó Hamilton de su Mercedes, al que su compañero metió en el podio. Es decir, todo excusas cuando los resultados no salen. El siete veces campeón del mundo ha llevado casi siempre el monoplaza más veloz de la parrilla y cuando esto ha dejado de pasar solo ha habido reproches a su equipo hasta que hace unos meses decidió cambiar de aires y moverse a Ferrari.

El enfado de Alonso

Alonso sabe que si quiere volver a ganar un campeonato tiene que esperar como mínimo hasta 2026. Es ahí cuando cambia el reglamento y ahora cuentan con el gurú de la aerodinámica, Adrian Newey. El mayor rival del asturiano en su carrera podría ayudarle a ser por última vez campeón, aunque hasta 2027 el coche no será al 100 % suyo. Momento en el que quizás ya no siga Alonso que, por ahora, tiene contrato con el equipo británico hasta 2026.

De todos modos, él sabe que a su edad debe ir renovando año a año y no le preocupa. Es consciente de que si sigue rindiendo a este nivel seguirá seguro. Lo que sí molesta al español es ver que recibe críticas y su nivel pasa «totalmente desapercibido». «Fines de semana inspirados sé que van a pasar totalmente desapercibidos, serán anónimos», ha dicho el español en varias ocasiones. No estar en los puestos de arriba genera que apenas se valore lo que consigue, que tiene un mérito tremendo.