Hazard y la salida más esperada y difícil un año después de la promesa incumplida

No fue un político de esos que en campaña electoral prometen todo lo que quieren y que después cuesta cumplir. Fue un futbolista que en el éxtasis del mayor éxito deportivo dijo algo que un año después no solo no ha cumplido sino que ha hecho todo lo contrario.

Eden Hazard, micro en mano, hace exactamente un año a los pies de la Diosa Cibeles: «Madridistas, llevo tres años aquí con muchas lesiones, con muchas cosas... Pero el año que viene lo voy a dar todo por vosotros». No dio nada.

Esas palabras –dichas en la celebración por ganar la 14ª Copa de Europa– duelen ahora más en esa parte del madridismo que siempre creyó en el futbolista belga y en la otra parte que recuerda que aún está en la plantilla. Sí, Hazard sigue en el Real Madrid aunque no lo parezca. Y todavía le queda un año de contrato.

Con solo diez partidos disputados en una temporada en la que el Real Madrid ha jugado más de 60, Hazard es un fiasco con todas las letras. En esa decena de duelos apenas ha jugado minutos, todos ellos testimoniales. Solo en unos pocos en Glasgow (a inicios de septiembre y en la primera jornada de la fase de grupos de Champions) se vio a un Hazard medianamente bueno. Fue un espejismo.

Pasado muy presente

Eden es ya pasado del Real Madrid. Sin embargo sigue en la plantilla y seguirá si nadie lo remedia, es decir, si nadie se arriesga a ficharle este verano que en tres semanas comienza. Aún tiene contrato con el club blanco, que a buen seguro se lo daría a cualquier equipo que se interese de forma mínima por él. Incluso pondría todo de su parte para que alguien se lo lleve. El asunto es que nadie le quiere.

En la entidad tampoco es que tengan muchas ganas de verle en el día a día. Y Ancelotti, su entrenador también el año que viene, ya ha dejado claro que no cuenta con él. No tienen ni relación. Ni se hablan, tal y como lo reconoció el propio Hazard: «Hay respeto entre nosotros. Pero no voy a decir que nos hablamos, porque no nos hablamos».

El belga, en uno de esos ejemplos de futbolistas que prefieren cobrar antes que disfrutar de su profesión, quiere seguir en Madrid. Y no porque nadie le haya prometido que vaya a jugar (todo lo contrario). Sigue porque así cumple su contrato, sigue ganando de forma lícita dinero y ya el próximo año queda libre para negociar por él mismo su futuro, esperando que algún club se interese ya que ahí no tendrán que pagar un euro al Real Madrid, que trabajará intensamente este verano para que se vaya de una vez.

«Lo que le tenga que decir se lo diré en privado. Si no está contento, tiene que pedir al club una salida. Si está contento, se queda», dijo Ancelotti recientemente. Ni el técnico ni sus compañeros (tampoco el club) tienen queja sobre el trato personal del belga, siempre correcto. El asunto es futbolístico: no cuenta y los pocos minutos que ha tenido no los ha aprovechado.

Y además, aunque sea de forma informal, engañó al madridismo, al que prometió exactamente hace un año que lo «iba a dar todo» por ellos y ese «todo» es un paupérrimo bagaje a la altura de un equipo de regional.

El «y si» de Hazard

En el fútbol siempre quedará una duda: ¿Qué hubiera sido de Hazard en el Real Madrid sin aquella lesión ante el PSG en 2019, meses después de llegar? Su compañero de selección Meunier le hizo una dura entrada y rompió por completo la historia de un millonario fichaje. Nunca se llegará a saber qué hubiera ocurrido. Las lesiones le dejaron KO, pero su actitud también provocó que en el madridismo no se le tenga ya ni en cuenta, ni para bien ni para mal, lo peor que puede pasar a cualquier trabajador.