El Mundial que cambió a Simeone: cronología de una revolución
Antes del Mundial de 2022, el Atlético estaba en un limbo futbolístico. Ahora son un equipo con identidad clara, aunque muy distinta a la que en su día tuvieron
Simeone, el ave fénix del Atlético de Madrid
Diego Simeone estaba contra las cuerdas. La afición pedía su cabeza. Sus jugadores no le escuchaban, o parecían incapaces de reproducir lo que el argentino les decía, lo que años antes les había impulsado hasta cumbres antes inexploradas para el Atlético Madrid. El cuarto puesto en un grupo de Champions con Oporto, Bayer Leverkusen y Brujas parecía el fin del camino.
Y lo peor es que, podría decirse, Simeone se lo había buscado. Era su culpa. Cuando el 'Cholo' llegó a la capital española, a finales de 2011, se encontró un club sumido en la mediocridad, sin grandes aspiraciones, sin optar a títulos, sin esperanza. Así que se puso manos a la obra.
Basándose en su carisma, y la importancia de su presencia dentro de la historia del club, decidió cambiar la institución desde los cimientos. Sumó un desconocido nivel de exigencia para el club en ese entonces con la figura de un líder que les guiara, potenciando propósito y sentido de pertenencia, llevando al club hasta lo más alto.
Y la institución cambió completamente. Por el medio, varios títulos importantes, algún no-título en Lisboa y Milán, y un cambio de estadio para simbolizar la nueva realidad y el cambio de paradigma. Se cambió a todos los niveles: deportivamente, económicamente, financieramente, institucionalmente... pero, ¿y futbolísticamente?
Tras su llegada en 2011, el 'Cholo' necesitaba mensaje para que creyeran en él. Y decidió construir su equipo desde la defensa, la cautela y la aparente inferioridad como motores competitivos. «Sé que mis jugadores las juegan bien, porque es a morir, y a morir los míos mueren, no le temen a la muerte. Sabemos que somos peores a otros equipos por jugadores, sabemos que lo somos, es nuestra virtud, el día que pensemos que somos mejores, nos meten cuatro», decía en 2015. Mensaje y más mensaje.
Que su idea calara en el vestuario era, pues, fundamental para las esperanzas de éxitos. Y caló, vaya que caló. Pero nada es eterno y, conforme la vieja guardia fue abandonando el equipo, por edad o a buscar otros retos, los nuevos no creaban una simbiosis tan perfecta. La relación no era tan recíproca.
Simeone actuaba a la desesperada, sobre la marcha, buscando recuperar el sistema sólido y reconocible para luchar por los títulos. Pasó a la defensa de tres centrales, y del doble pivote al pivote único en el camino para ganar la liga de 2021. Pero cuando tuvo que defender título, se encontró una plantilla más descompensada, dificultad para organizar roles. Nuevos tiempos.
Había pasado más de una década de su llegada al club. El fútbol había cambiado, el Atlético lo había hecho y él mismo también, pero ahora no se encontraba a sí mismo ni a los jugadores.
El Atlético del primer semestre de la temporada 2022/23 fue el Atlético menos de Simeone que ha habido. Y no porque pareciese de otro entrenador, sino porque no parecía de nadie. Un equipo roto, sin alma, con Antoine Griezmann jugando apenas 30 minutos por partido debido a los negocios con el Barcelona; sin idea. Cuando llegó el parón por el Mundial, Simeone estaba en un punto de quiebre.
Ese mes, mientras veía en su casa el Mundial, pensando en cómo reformular al Atlético, le iba dando vueltas al coco, buscando una solución.
Y resulta que la solución estaba enfrente de sus narices.
Argentina, su país, donde nació él, a la postre campeona del mundo, jugaba un gran fútbol. Un fútbol en el que fijarse y aprender. Y, por qué no, replicar. No tenía a Leo Messi en el Atlético, obviamente, pero tenía a Antoine Griezmann, el europeo que piensa, actúa y se comporta como un sudamericano.
Hay que subrayar este cambio y el origen del mismo. No es que Simeone haya dejado de construir el equipo desde la defensa para apostar por el balón, que lo ha hecho, sino que ha apostado por una forma sudamericana de organizarse en torno al balón, cambiando metodología y relación entre los jugadores mediante.
El 'Cholo' se dio cuenta que sus jugadores ya no le escuchaban, no creían en su anterior discurso. Así que elaboró un discurso para ellos. Un discurso que busca salir jugando desde atrás, con un central con libertad para salir en conducción y crear con balón: Mario Hermoso. Un discurso con un pivote único que se mueve mucho, allá donde esté el balón, sumándose a la circulación, un rol hecho por y para Koke Resurrección. Y un discurso que da plena libertad a su mejor jugador, Antoine Griezmann, que se mueve por todo el campo, activándoles a todos.
¿Qué es una forma sudamericana de organizarse en torno al balón? Una forma de jugar donde el equipo se junta en pocos metros, acumulando a muchos jugadores cerca del balón. Distancias estrechas y pases cortos, avanzando poco a poco, pero sin pausa. Lo que es el actual Atlético Madrid.
Es tan diferente este equipo al Atlético del pasado, que se podría decir, por extraño que suene, que el debe del equipo actual es la defensa. Que Simeone ha construido un equipo con muchas variantes con balón, propositivo, capaz de superar bloques rivales, pero que sufre cuando tiene que defender. Cuando no impone el discurso del partido.
No queda rastro de su primer Atlético. Ni del de hace un lustro. Lo que hay es un nuevo Atlético, una nueva forma de jugar y de pensar, con la esperanza de ser una nueva forma de ganar. Simeone ganó con unas ideas, las exprimió hasta el límite, vio que su proyecto se acababa y construyó uno nuevo, totalmente diferente. Como un nuevo entrenador, muy diferente. Pero siendo el mismo.