Bellingham lleva al Real Madrid a la final de la Supercopa y se apunta a un nuevo clásico

Tener a Bellingham es una bendición para cualquier entrenador, pero si encima está en un estado de forma pletórica es casi como jugar con trampas. El inglés ha recuperado la versión que mostró la pasada temporada y todo lo que toca lo convierte en oro. Esta vez, en la semifinal de la Supercopa de España ante el Mallorca, que se estaba atascando, fue quien más fe tuvo para dar al Real Madrid el gol necesario para lograr una victoria por 3-0.

No brillaron los de Ancelotti y jugaron a lo que quisieron los bermellones durante gran parte del encuentro. Es cierto que el equipo de Jagoba Arrasate no inquietó a Courtois, que podría no haber jugado y ni se habría notado, pero el Madrid tampoco castigó en exceso la meta rival y durante muchos minutos la amenaza de los penaltis estuvo ahí.

El Mallorca no es un rival fácil para el Real Madrid. En estos años que el equipo bermellón lleva en Primera División han sido varios los disgustos que ha dado al cuadro de Carlo Ancelotti. La intensidad que mete el conjunto balear, los fantasmas del pasado y la guerra Vinicius - Maffeo los convierte en duelos nada agradables para el equipo blanco, que no tardó nada en ver que el guion del duelo iba a ser el de siempre.

Dominaba el vigente campeón de Liga y disfrutaron de varias ocasiones para abrir la lata a las primeras de cambio. Su problema fue que la contundencia brillaba por su ausencia y ninguna de las oportunidades que tuvo terminó de inquietar a Greif, que ya se ha afianzado como titular en la meta bermellona. Lucas Vázquez, Rodrygo, Bellingham y Mbappé pudieron adelantar al Madrid, pero nadie estuvo fino.

Chispas entre Maffeo y Vinicius

Ya avisó Maffeo en la previa que noquearía a Vinicius en un combate de boxeo. El lateral hispanoargentino se tomó el duelo como si fuese una pelea y desde el principio tuvieron sus más y sus menos hasta que De Burgos Bengoetxea avisó a ambos futbolistas que quería calma. De poco sirvieron las palabras del trencilla, aunque por lo menos dio algo de lo que hablar en los 45 minutos, donde se vieron pocas acciones de gol y menos fútbol.

Todo eran tímidos intentos del Real Madrid, pero a la hora de la verdad no se mascaba el gol. El Mallorca estaba cómodo y su primer objetivo ya lo tenía conseguido, por lo que solo le faltaban 45 minutos para llegar a la lotería de los penaltis y dar la campanada.

La historia fue muy similar en la segunda mitad y en los primeros compases la noticia estuvo en un fuerte golpe en la cabeza que se dio Tchouaméni tras chocar con Larín. El francés, que está bien, salió mareado de esa acción y tuvo que pedir el cambio, así que Raúl Asencio saltó al césped en su lugar.

Por lo demás todo seguía igual, el Mallorca dejando correr el tiempo y el Real Madrid espeso, sin ideas en ataque y con mucho miedo por la posibilidad de tener que jugarse el pase a la final en la lotería de los penaltis. Tuvieron que juntarse las cuatro estrellas del conjunto blanco para acabar con la resistencia bermellona. Rodrygo recuperó el balón en el centro del campo, cedió para Mbappé, que le dio la pelota a Vinicius para que inventara.

Eso hizo el brasileño, que sirvió un centro espectacular y lo remató Rodrygo al poste, pero Mbappé recogió el rechace para estrellarse con Greif y que Jude cogiese el balón muerto y, ahora sí, hiciese el gol al meter la pelota por debajo de las piernas del meta eslovaco. Conexión letal de los cuatro de arriba para salvar la papeleta de un partido donde no volvió a pasar nada hasta el descuento, cuando Valjent se metió un gol en su propia portería y después Rodrygo aprovechó un centro de Lucas Vázquez para lograr un triunfo abultado.

Aun así, partido gris del Madrid, pero con el objetivo cumplido. El billete a la final de la Supercopa de España ya está sacado y ahí volverá a medir fuerzas con el Barcelona por cuarta vez consecutiva.