Sheriff 0 - Real Madrid 3
El Real Madrid ejecuta un perfecto ejercicio de solvencia
Los blancos logran la clasificación matemática para octavos de final de la Champions League que supone el pleno de liguillas en la historia de la competición
Jugar en una región llamada Transnistria, en un estadio llamado Sheriff, ya es toda una dificultad etimológica que enseguida empezó sobre el campo con una colección de nombres y de personajes tan subversivos como en una película de John Waters. Se daban prisa los locales con intenciones de apabullar, pero el Madrid aguantaba la mirada, que es una cosa que hace muy bien este año, aguantar la mirada incluso cuando parece que el que le mira es el Tyson de los nocauts en un minuto de los ochenta.
Si en Madrid hace frío, imagínense en un lugar llamado Transnistria, con evocaciones de estación espacial polar donde solo viven terribles criaturas salvajes que producen tarjetas amarillas, como la de Mendy, como mordiscos. Por la banda derecha de Rodrygo soplaban, sin embargo, brisas tropicales. Por allí, como desde Nassau (cantaban los Hombres G), llegó el gol del Madrid, de Benzema, en fuera de juego. El Madrid subía su sala de estar a las inmediaciones del área contraria lanzando el sedal desde los medios.
En una de esas se escapó Carvajal mientras Rodrygo se hacía el despistado por el interior, Carvajal por la Costa Azul y Rodrygo por la Provenza. Remató el brasileño, pero paró Athanasiadis. Seguían merodeando los blancos que atajaban el contraataque mental de los negros. Rodrygo la pisó en carrera como un ángel, pero el segundo recorte le trajo los demonios. Un movimiento celestial, torero, en cualquier caso. Lo más bonito hasta el momento de la noche.
El minuto 29 fue el minuto. Casemiro arrollado permitía un lanzamiento de falta que convirtió Alaba con la ayuda de la puntera de un transnistrista en una suerte de salto de la grulla. Luego el Madrid continuó ocupando la periferia del Sheriff, que era un poco como para provocarlo. Respondía el Sheriff a la contra, una contra en desbandada a la que acompañaba el Madrid como la moto de los ciclistas, como con la suficiencia de un motor.
Goles en bandeja
En el asedio madridista había un cucutrás entre los laterales y los extremos. Vinicius y Rodrygo metiéndose hacia el centro y Carvajal y Mendy adentrándose en los límites del fondo contrario. Eso producía el aturdimiento del equipo moldavo, pero también le abría un claro al otro lado por las esquinas del bosque madridista. Parecía acabado el primer tiempo, pero la conexión carlettiana y extremo/lateral sirvió una pelota en bandeja que Kroos metió en el agujero con una carambola del interior de su elegante taco.
Diez minutos de mareo, como de reverberación, en la segunda parte, dieron paso al tercero del Madrid con el mismo esquema del segundo: la aproximación desde los lados, la querencia del lateral por los medios en línea recta y la espera del chutador, en este caso Benzema, que percutió cruzado como un pistolero. En el sesenta se marchaba un amonestado Mendy por Marcelo. Después se sentaba Alaba, herido, y en su lugar apareció Nacho, al mismo tiempo que Lucas por Carvajal.
Los cambios produjeron un momentáneo desajuste, más por el despertar lógico de los recién llegados, que obligaron, primero a Courtois y después al palo, a impartir su justicia. Siguió una especie de calima. Una segunda parte dormida a pesar del movimiento y de los sustos, como el de Traoré y su mano en el corazón. Agotaba Ancelotti las sustituciones y salía a jugar el niño Blanco. Asensio llamó a la puerta helada del Sheriff por dos veces, pero nadie más respondió.
Ficha técnica
Real Madrid 3: Courtois; Carvajal, Militao, Alaba (Nacho, m.64), Mendy (Marcelo, m. 60); Casemiro (Blanco, m.84), Modric, Kroos; Rodrygo (Asensio, m.84), Vinicius y Benzema.
Goles: 0-1, M.30: Alaba. 0-2, M.45+1: Kroos. 0-3, M.55: Benzema.