La magia de Joao Félix no es suficiente para conseguir la paz en el Metropolitano

Nunca antes desde que llegara Simeone al banquillo el ánimo rojiblanco estaba tan bajo. El golpe tras la eliminación de la Champions fue durísimo. Un golpe que se une al del rechazo por parte del fondo sur que promovió durante los días antes del encuentro una huelga de animación como castigo a lo ocurrido sobre el césped. Ni siquiera en una jornada como esta y ante una situación tan delicada el técnico argentino se acordaba de Joao Félix que volvía a ocupar plaza en el banquillo y que, más tarde, demostraría que hoy por hoy tiene que ser titular.

Un atlético, que arrastraba síntomas de ansiedad y parálisis psicológica, se adueñó de los primeros minutos del encuentro sin apenas resistencia del conjunto perico.

Sin embargo, la primera ocasión la tuvo el conjunto blanquiazul en botas de Joselu que no acertó a rematar un balón que acabó en las manos de Oblak.

El equipo de Simeone sufría para elaborar. Le costaba un mundo. Sin embargo, el Espanyol se empeñó en darle vida cuando a la media hora de juego se quedaba con diez por la expulsión de Cabrera, tras una pugna con Morata que enfilaba la portería rival.

A partir de ahí, el conjunto rojiblanco comenzó a avasallar el área rival. Marcos Llorente, tras un buen pase de Reinildo, envió el balón por encima del travesaño. Un Atlético desatado ya avisaba de que por la banda del mozambiqueño llegaría todo el peligro. Griezmann, Llorente, Kondogbia, Morata…Todos se acercaban a la portería rival, pero ninguno era capaz de batir a Lecomte.

Llegaba el descanso y veía el equipo rojiblanco como tanto ataque quedaba sin premio. A la vuelta de los vestuarios, Simeone metió más madera en ataque sacando a Correoa por De Paul.

Guerra Fría en el Metropolitano

La segunda parte comenzó como la primera, con un monólogo del Atlético en ataque , pero sin suerte.

Por si fuera poco, en el minuto 60, un nuevo fallo en la defensa rojiblanca fue aprovechado por Darder para adelantar al equipo perico y desatar la guerra en el Metropolitano. Los rojiblancos no podían con un equipo que jugaba con diez desde el principio del encuentro y se avivaba un fuego entre equipo y afición que se encuentra más caliente que nunca. Con el gol en contra Simeone encomendó la tarea de la remontada a Joao Félix

La ansiedad llegó a territorio colchonero con el balón que parecía no querer entrar en la puerta de Lecomte: Ni Griezmann ni Morata acertaban en sus remates.

El oxígeno de Joao Félix

Simeone tiró de todo lo que tenía en ataque y dio entrada a Cunha y Lemar en busca de la heroica. Sin embargo, a este Atleti le faltaba convicción. A quien le sobraba era a Joao Félix que dio oxígeno a su equipo con un golazo en el 79. Como en Cádiz, el luso volvía al rescate de su equipo. Simeone no confía en él, pero lo vivido sobre el césped debería ser suficiente para que el argentino le diera los galones que merece.

El momento de tensión que se vive en el conjunto colchonero es tal que Joao, tras marcar, se encaró con el fondo sur, en un desplante torero, que recibió los silbidos del respetable.

Los colchoneros volvieron a recurrir a la heroica para intentar llevarse un partido, ante un equipo que jugó con diez desde el minuto 30 de la primera parte y que evidenció las carencias que actualmente ofrece el conjunto de Simeone. El Atlético no culminó la heroica y se encontró, una vez más con su realidad: la de un equipo sin carácter y sin alma, quizás las dos características que siempre aglutinaban los rojiblancos. La herida rojiblanca sigue muy abierta y la guerra entre equipo y afición se recrudece, aun más, en una semana donde los rojiblancos han caído en Cádiz, les han eliminado de Europa y ha perdido dos puntos ante un equipo necesitado y en inferioridad numérica.