El espectáculo de Monchi, protagonista de un Sevilla en guerra
El director deportivo del club andaluz, que lucha por no descender a Segunda, bajó al césped para protestar al árbitro un gol anulado
El Sevilla logró este sábado una victoria agónica. Lo hizo de penalti, en los últimos minutos, y ante el Cádiz, un rival directo... por la salvación. Porque el equipo andaluz, en los últimos 15 años un clásico de competiciones europeas, está este año con el agua al cuello: lucha por no bajar a Segunda División.
En un partido dramático en el Pizjuán entre dos equipos en puestos de descenso, el Sevilla acabó llevándose tres puntos vitales que le alejan algo del descenso, aunque está a tan solo un punto de los puestos de peligro. Lo hizo gracias a un gol de Rakitic de penalti en el minuto 88, pena máxima provocada por Iván Alejo, que arruinó las esperanzas del Cádiz en siete minutos: salió al terreno de juego, vio una amarilla, hizo penalti, fue expulsado y su equipo perdió. Todo en un tramo muy pequeño de tiempo.
Monchi, protagonista
Pero más allá del resultado el protagonismo se lo llevó Monchi, el omnipresente director deportivo de un equipo en guerra. Porque si se recordará este partido en el sevillismo será porque la batalla en el seno del club ya ha estallado: la afición se congregó en la puerta principal del Sánchez Pizjuán antes del partido para pedir que se produzca toda una revolución en la entidad. Pidieron la dimisión de Pepe Castro, actual presidente, pero también cantaron contra José María del Nido, expresidente y figura que intenta de todas formas volver a dirigir al Sevilla.
En medio de ese ambiente irrumpió Monchi. Quizá sabía todo lo que estaba revuelto el sevillismo y se presentó como protagonista en una jugada muy polémica. Justo antes del descanso Eric Lamela marcó el que hubiera sido el 1-0, pero después de revisarlo en el VAR el colegiado Hernández Hernández lo anuló al entender que antes del tanto Óliver Torres había intervenido en la jugada. El futbolista extremeño estaba claramente en fuera de juego, pero no llegó a tocar el balón. Sí que intercedió en la jugada, motivo por el que el árbitro anuló en gol.
Nada más ver esa acción Monchi bajó al césped. Todo un director deportivo dejó el palco para ponerse en el mismo túnel de vestuarios a mostrar su enfado de forma pública. Primero se quedó quieto, pero después empezó a gritar. «Es una vergüenza», dijo muy cabreado Monchi, que después dio una patada a una botella mientras seguía con su espectáculo en la banda.
La presencia de Monchi allí ya suponía toda una novedad toda vez que un director deportivo no debe estar ahí, pero él bajó para hacer ver el cabreo que tenía y lo que él entendía que era una gran injusticia con su equipo. Actitudes así son ya habituales en los últimos tiempos de una figura muy querida por el sevillismo, pero también criticada por la mala planificación de la presente temporada.