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Alcaraz

Carlos Alcaraz levanta el trofeo de MiamiAFP

Alcaraz gana el Masters 1000 de Miami y el primer gran título de su carrera

Remontó la estrategia de su rival en el primer set de forma magistral para conservar la ventaja con la que empezó el segundo tras el último empuje de un gran Casper Ruud

El servicio de Ruud comenzó escribiendo la historia, con Alcaraz encaramado a un balcón para empezar a jugarlo. Se lo llevó finalmente el noruego y después resistió los ataques de un Alcaraz por dos veces ansioso en el cambio de dirección a la red. Se hizo fuerte el número ocho del mundo al resto soportando la potencia del español y tomando una iniciativa de juego que buscaba trastocar Alcaraz por buen camino, aunque de momento insuficiente. Era el 0 a 3 para el noruego con una estrategia bien estudiada y ejecutada.

Tiraba al revés Ruud sin cuidado como el servicio, que no daba opciones, de momento, al español

Jugaba largo Casper Ruud la planicie de Alcaraz, agazapado como en un bunker del que salía como un saltamontes. El cuarto juego fue el estreno del murciano, finiquitándolo con una dejada a contrapié. Tiraba al revés Ruud sin cuidado como el servicio, que no daba opciones, de momento, al español, que sin embargo seguía lanzándose en los restos, patinando sobre la resina para no dar alas al rival. Parecía al límite el noruego y lo parecía aún más tras desperdiciar un 40 a 0.

Casper, el fantasma

Los cambios de altura del español le causaron cierto mareo del que pudo recuperarse con los pies bien clavados. Había fallado una dejada Alcaraz para el 2 a 3 y sobre ella se volvió a edificar Ruud, que verdaderamente era Casper, el fantasma, asustando con todos sus golpes. Tanto que al español no le dio tiempo a moverse tras el servicio con el resto de su contrario. Imposible de ver. Un golpe fantasmagórico de los que aprovechaba el noruego para ensayar al resto aprovechando su ventaja.

No pudo contener la derecha Casper, como si de repente estuvieran en Canterville y el español fuese uno de los niños Otis de la novela de Wilde

Le hacía jugar Alcaraz a Ruud, que era lo que no quería el noruego. Los fallos ofensivos al resto agassiano se convirtieron en aciertos para lograr dos bolas de rotura. Con la primera se equivocó, pero en la segunda no pudo contener la derecha Casper, como si de repente estuvieran en Canterville y el español fuese uno de los niños Otis de la novela de Wilde. Había cambiado el partido porque parecía que Ruud ya lo había dado todo. Pero cuidado. Iba a confirmar el español con unos saques que se levantaban por las esquinas y una respuesta paralela al intento fallido del noruego de regresar al inicio.

Alcaraz devuelve una pelota durante la final

Alcaraz devuelve una pelota durante la finalAFP

Cambiaba la velocidad Alcaraz y eso desestabilizaba al noruego que no sabía cómo ponerse. Era el saque lo que le salvaba para volverse a poner por delante con gran mérito pues le devolvía la presión al español después de la tensión de la remontada luego de un 1 a 4. Una presión que aparecía nada más empezar con una doble falta. Nada como la valentía innata de Carlos para rehacer la igualdad del juego con golpes ajustados y un remate heroico.

Alcaraz haciendo nadaladas, alcarazadas, en el fondo de la pista que provocaban el fallo en el ataque

Sabía Casper que era su momento y se lanzó antes de encontrarse con una devolución cruzada del español que lo dejó parado en la red. Pero volvió el noruego y casi para ponerse con ventaja. Una ventaja que fue para Carlos como el juego. 5 a 5 y Alcaraz haciendo nadaladas, alcarazadas, en el fondo de la pista que provocaban el fallo en el ataque. Lo ponía al límite el murciano con bolas altas y largas a un lado y a otro. Lo imito Ruud y lo ejecutó Alcaraz para procurarse dos bolas de rotura para el 6 a 5. Y lo hizo a la segunda.

Alcaraz ve Matrix

Era la primera vez que se ponía Alcaraz por delante en todo el partido. Y en el momento justo. Sacaba para el set con la madurez contrastada a los 18, la fama agigantándose como la de los más rápidos pistoleros del Oeste. Carlitos the Kid. A la caña en contra le siguió la vista y luego la dejada y el servicio. 40 a 15 y luego 40 a 30 tras una volea larga. La dejada la volvía a atrapar Ruud. Ya eran unas cuantas. Los tres errores hicieron mella para darle ventaja al resto al noruego. Pero la salvó Carlos con el servicio para después ponerse con ventaja y con el set.

Alcaraz era la Tramontana que volvía loco en Cadaqués al conserje del cuento de García Márquez

Un parcial salvado con maestría, con la comprensión del juego impresionante. Alcaraz ve Matrix al otro lado de la red. Las dudas pululaban alrededor del nórdico, un extraordinario jugador superado por los elementos con los que empezaba a hablar. Los elementos eran Alcaraz: la tormenta, el fuego, hasta el viento aquel, la Tramontana, que volvía loco en Cadaqués al conserje del cuento de García Márquez: un noruego en Miami.

Casper Ruud devuelve de derecha

Casper Ruud devuelve una pelota de derechaAFP

Era el 1 a 0 al resto para Alcaraz. No conseguía Ruud desestabilizar al español a pesar de que lo conseguía, pero Carlos devolvía en los lados a los pies, lejos de un rival con iniciativa, pero sin armas. Devolvía Alcaraz todo multiplicado en revoluciones. Una actuación cuasi mágica. Se despeñaba Ruud por un acantilado psicológico agarrándose a los salientes como podía. Era el 30 iguales, pero luego vendría el 30 a 40. No podía mantener el ritmo. Se caía Casper al tercer golpe mientras se lanzaba Alcaraz a por el título con ganadores al límite.

Lágrimas de Ferrero

Pero volvió Ruud en el cuarto para recuperar un break tras siete minutos de juego. Pudo irse a un lado y a otro, pero la definición de Alcaraz perdió eficacia, se diría que tensión. Iba a confirmar la rotura en blanco el noruego con el saque redivivo mientras la cabeza del español se reordenaba. Pedía el fisio en el cambio Casper, los tres minutos de tratamiento en la cadera, tras los que Alcaraz ganaba en blanco su saque con solvencia para el 4 a 2. Había entrado el partido en una parte flotante. Servicios en orden a la espera del 5 a 3 que terminó llegando con Ruud precipitándose a la desesperada con 30 iguales.

Lo iba a hacer el español tras el 5 a 4. Sin duda, sin temblor. 7-5 y 6-4. Con la seguridad de un grande que acaba de ganar un Grande, el antiguo quinto Grande en la década de los noventa, cuando se jugaba en Cayo Vizcaíno, rompiendo la maldición de los tenistas españoles masculinos en Florida y convirtiéndose en el más joven ganador, refugiado en las lágrimas de Ferrero, de la historia del torneo.

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