Un Nadal sin rodaje cae ante el empuje de Alcaraz, el heredero con mayúsculas
El mallorquín sufrió los efectos de su falta de kilómetros tras la lesión ante el joven murciano, que jugó a un nivel inabordable por momentos y se cita con Djokovic en semifinales
El primer juego del tercer duelo de las generaciones fue un resumen microscópico de lo que iba a ser este partido. Alcaraz conduciendo y Nadal navegando entre los rápidos. Tres juegos y tres roturas en el ínterin de golpes de todos los colores, de estrategias metidas en estrategias, como matrioskas, una sucesión que paró Alcaraz en el cuarto con la agresividad de una juventud rozagante que atropellaba a Nadal.
El castillo del campeón de Miami
Al límite salvó la segunda rotura el mallorquín, que se veía sorprendido por la fuerza y la sutileza en la dejada del de Murcia. No iba a cejar, naturalmente, Nadal, pues, a pesar de todo, existía una llave para abrir el castillo del campeón de Miami. Le jugaba alto al de Manacor por el revés para abrirse el resto de la pista a la que llegaba tarde Nadal.
Empujaba Nadal a Alcaraz a los fondos para descolocarlo sin solución
El 4 a 2 y el 15 a 0 al resto eran suficientes señales de peligro, además de las visibles. Era raro ver a Nadal no llegar a dos dejadas consecutivas. Las ejecuta como el mejor de la historia el prodigio de El Palmar ante uno de los mejores restadores de dejadas de esa misma historia o de otra. Empujaba Nadal a Alcaraz a los fondos para descolocarlo sin solución.
Estaba dentro de la pista, como moviéndola a su antojo, una miniatura, de un Nadal que parecía mermado ante el riesgo y la inteligencia de su rival, dispuesto a cobrarse el primer Nadal de su vida. Era el 5 a 2 y el saque contra un Nadal que sufría ante su émulo igual que él mismo había predicho. El dominio arrollador de Carlitos en un primer set en el que Nadal apenas compareció anulado por la obsesión de un adolescente.
De Santillana a Butragueño
Los 19 puntos ganadores del murciano frente a los del de Mallorca fueron un dato revelador. Pero había un Nadal pequeño, no grande. Como Butragueño y Santillana, como Raúl y Butragueño. En el remate se le veían las costuras al campeón, al mayor de ellos, para un 15 a 30 de inicio otra vez amenazante. Lo resolvió Nadal a la carrera, con la vela mayor desplegada y una sensación de dinamismo como recuperada frente al muro, la red, que no caía debido a sus propios errores.
Alcaraz parecía sentir la revolución del liftado de Nadal y fallaba en el ataque retrasado, fuera de la pista
Era el error y el mínimo resquicio que aprovechaba Alcaraz para lanzarse y sacar del sitio a su contrario, que iba ya por dos ventajas para intentar sacar adelante su servicio. Lo consiguió para darse la oportunidad de continuar en la lucha, de empezar una nueva en el nuevo set en el que Alcaraz parecía sentir la revolución del liftado de Nadal y fallaba en el ataque retrasado, fuera de la pista. En cuanto entraba le venían los recuerdos y bastaba uno muy pequeño para devolverle a la juventud.
Del 0 a 40 al deuce para Alcaraz al servicio en un reciclaje exprés. Y luego a la ventaja poniéndose como un precipicio para sí mismo la línea de fondo que no quiso pisar para no caer y ganar. Era el segundo 0 a 40 que le remontaba a Nadal. Cada vez más invencible Alcaraz, no solo reflejado en Nadal sino en todo el circuito. Con semejante demostración, no se atisbaba un posible vencedor de Carlitos en este mundo.
El joven descalzo
Tuvo que derribarle con literalidad sobre la tierra, dispararle como un niño con su raqueta para ponerse el mallorquín con 2 a 1 y seguir vivo. Se había doblado el tobillo Carlos en la caída y pedía el fisio. Se dolía el joven descalzo como un pura sangre sin herradura porque se le había doblado de verdad el pie que tenían que embalsamarle.
Sin muelles no salían sus golpes y entonces Nadal se puso a jugar lo que antes no había podido
En el regreso parecía ido y estático la esperanza española que falló por cuatro veces sin moverse, como ausente, como si Nadal fuera Neruda y le susurrara: «Me gusta cuando callas…». Clavado el murciano, un caminante cuidadoso en lugar de un corredor, y abajo 3 a 1, caían los puntos a su alrededor. Sin muelles no salían sus golpes y entonces Nadal se puso a jugar lo que antes no había podido. Alguien se hirió en la grada, un golpe de calor, se comentaba, y el partido se paró. Saltaba Nadal como un boxeador en el interludio obligado y preguntaba por el proceder. Se probaba el pie Alcaraz en un movimiento suave, apoyado.
Se recuperó el espectador y el punto que faltaba para 4 a 1 de Nadal lo logró el con un buen saque que devolvió largo su rival. Trotaba el murciano en dirección a servir. Estaba más fresco, algo recobrado, el Tiempo Recobrado de Proust que volvía al ataque no se sabe si como señuelo o realidad. El caso es que lo puso por detrás de la línea donde Nadal dominaba hasta el 5 a 1.
La línea de fondo
La línea de fondo era el partido. Si Alcaraz estaba por delante el partido era suyo y al revés. Una línea de fondo, más allá del percance de Carlos, que era una sentencia. Sin la posibilidad de sobrepasarla, de surfearla, Alcaraz parecía perdido. 6 a 1 en el segundo para el de Manacor y Alcaraz que se marchaba al vestuario en busca de una solución para su casco.
Se hacía esperar Carlitos y Nadal saltaba de su asiento para bailar
Se hacía esperar Carlitos y Nadal saltaba de su asiento para bailar. Al fin apareció Alcaraz con camiseta nueva y blanca. En el primer punto Nadal lo sacó del cuadro al resto y luego lo asesinó con la derecha paralela. Se levantó Carlos como un zombi inmortal y con 40 a 15 levantó el puño después de casi una hora antes de ganar el primer juego y salió corriendo hacia el banco.
Había vuelto y el partido recomenzaba. No se sabía por qué derroteros, aunque se intuía que la movilidad proustiana iba a volver a poner en apuros a Nadal, que empataba con seguridad al inicio. Nadal quería descerrajar el servicio de su contrario, pero un pasante precisamente nadaliano, con parábola mientras Rafael subía, se lo impidió. Tuvo buena idea después el mallorquín, pero falló. Lo que pasó después fue una derecha cortada a contrapié del murciano para poner el 2 a 1.
Nadal, sin sitio para responder
Lo que parecía suceder es que el ímpetu alcaraziano crecía de nuevo, y con ello el pensar y la inteligencia en la defensa asombrosa que achacaba Nadal al servicio con 0 a 30. Los derroteros eran definitivamente los del primer set, con la línea de fondo por detrás de sus talones y las pelotas de su contrario estrelladas en la red. Era el 3 a 1 y saque para el no muerto, que en cada golpeo se metía más adentro y echaba un poco más atrás a Nadal, quien acababa sin sitio para responder.
Con el 4 a 1 ya no había posibilidad de respuesta, salvo una resurrección fantasmal del único fantasma de la tierra
Lo intentaba Nadal sin suerte y sin oportunidad. Estaba otra vez metido en el saco de su heredero con mayúsculas. Había golpes de Nadal sobresalientes que no eran problema para Alcaraz. Con el 4 a 1 ya no había posibilidad de respuesta, salvo una resurrección fantasmal del único fantasma de la tierra apabullado, aunque no lo parecía. Nadal sabía que aún podía tener una oportunidad y apuraba sus talentos y experiencia.
Lo demostró con el 4 a 2. Estaban allí los dos mejores jugadores del mundo en la actualidad. Al resto casi no había opción para el mallorquín con la línea tras la línea y otra más de Alcaraz. Toda aproximación se le marchaba al mallorquín, aunque aguantaba con el servicio abajo y el 5 a 3 de Carlitos que sacaba para ganar. La dejada, la gran dejada, le proporcionó la primera bola de partido, y el primer partido al final, del príncipe sobre el rey.