Rafa Nadal, superado por el 'cañón' Tiafoe y eliminado del US Open
El tenista español se queda en octavos de final tras sucumbir ante el estadounidense (6-4, 4-6, 6-4 y 6-3)
Hasta aquí llegó la aventura neoyorkina de Rafa Nadal. Un Frances -de nombre, no de nacionalidad- le ha eliminado en la madrugada de este martes en un largo partido en el que Tiafoe ha mandado a casa a un Nadal superado por las circunstancias. Aquí se queda Rafa, en octavos del US Open, último Grand Slam de la temporada. No se encontró bien en el partido y el tenista local se llevó el encuentro en cuatro sets (6-4, 4-6, 6-4 y 6-3) en un esfuerzo enorme de fuerza y de dominio. Fue mejor que Nadal este Tiafoe, estadounidense de 24 años.
Con un break en el último juego del partido, totalmente superado Nadal a su servicio, consiguió Frances Tiafoe eliminar al español aupado por el público, que le apoyó por todos lados. Ese juego bien pudo ser el resumen perfecto del encuentro. No es para menos la alegría en Nueva York, ya que el verdugo de Nadal es una de las esperanzas del tenis de Estados Unidos. Tiafoe firmó en el US Open el partido de su vida y Nadal no supo reaccionar al cañón que fue su rival, con hasta 18 saques directos y unos golpes durísimos ante los que Rafa no pudo hacer nada. Ha caído eliminado en Nueva York en octavos.
De principio a fin fue mejor Tiafoe, con la única excepción del segundo set, en el que Nadal se levantó y dio síntomas de estar ante otra gesta en su carrera. Pero las fuerzas no le dieron. Quizá notó el esfuerzo superlativo de un año mayúsculo, con dos Grand Slam y unas semifinales de otro. Rafa llegó justo a Nueva York, con la única participación de Cincinnatti en la que cayó en primera ronda, y lo notó en cuanto tuvo enfrente a un rival muy fuerte, con cañonazos cada dos por tres y un gran nivel.
Tiafoe se llevó la primera manga tras ser seguro en su saque. En realidad lo fue siempre, no solo en esta manga. Ni una sola de break tuvo Nadal, que en cambio en el séptimo juego, con su servicio, vio como el estadounidense aprovechó la primera oportunidad de rotura que tuvo. Ese simple punto decantó el set e hizo ver que lo que tendría esta noche (tarde en Nueva York) sería un duro hueso de roer. Así fue, con un Tiafoe sin dar síntomas de agotamiento.
Ya en el segundo set reapareció Nadal, más seguro al saque. Fue igualmente parejo la segunda manga, con los dos defendiéndose al servicio. No es que ganaran al saque, es que directamente ni daban opción al rival de acercarse a la rotura. Fue en este momento un duelo de titanes en la central de Nueva York en la que quien más tenía que ganar era Tiafoe, novato en estas lides, sin este tipo de experiencias. Y quizá eso le pasó factura, porque cuando sacaba para alargar el set lo que hizo fue perder. Salvó una primera bola de set, pero Nadal aún con problemas es mucho Nadal. El español empató entonces el partido, que ya avanzaba con ser largo.
Empleó Tiafoe un tenis muy intenso, enérgico. Cada vez que pegaba a la bola daba casi miedo. Era un portento físico. Nadal ya había remontado en este torneo, pero es que Tiafoe emergió de la nada para hacer el partido de su vida. Volvió a dejar sin opciones de rotura a Nadal y en un calco de la primera manga... zas. Al séptimo juego rotura al español, ventaja ya en el set y nuevamente 6-4 para darse aire así mismo. Estaba seguro el estadounidense, aupado por una grada que sueña con ver a alguien local en toda una final. No estará en ella ni Nadal ni Medvedev. A la espera queda saber qué pasa con el número 1.
Si bien jamás Nadal se rinde, en el cuarto set se dio cuenta que este era el día de su rival. O no el suyo. Porque se llegó a poner el español 1-3 tras romperle por segunda vez el saque a Tiafoe, pero se hundió nada más conseguirlo. O reaccionó bien el estadounidense, allá cada uno que haga su lectura. Y es que Frances nada más ver como perdía su saque se lo quitó a Nadal. Contra break y a ganar. De 1-3 a 6-3, con cinco juegos consecutivos ante un Nadal que acabó claudicando. La central de Nueva York entró en éxtasis. No era falta de respeto a Nadal, todo lo contrario, era ilusión por ver que uno de los suyos, totalmente desconocido, estaba firmando una gesta.