El ridículo de la organización de tenis en los Juegos Olímpicos que ha desvirtuado la competición
Las normas del torneo olímpico han provocado que muchos jugadores sin ranking entren al cuadro final y sean apalizados
Nadal responde a Djokovic por «su último baile» y carga contra la organización por los horarios
El tenis está siendo una de las competiciones que más interés ha despertado en esta primera semana de Juegos Olímpicos. La aparición de Rafa Nadal en la ceremonia inaugural, la dupla que forma con Carlos Alcaraz o el deseo de Novak Djokovic de conseguir en París el oro olímpico –único gran título que le falta en su palmarés– ha provocado que haya mucho ojos puestos en el complejo de Roland Garros.
De normal el tenis no es uno de los eventos estrella en las Olimpiadas, pero lo antes comentado le ha servido para ganarse un lugar importante en esta edición. Sin embargo, la organización no está acompañando y el cuadro masculino se ha gestionado de la peor manera posible y haciendo mucho daño a la competición, pues varios de los encuentros de primera ronda no han llegado ni a entrenamiento.
Las normas del evento son claras. Los cuadros masculino y femenino deben estar compuestos por 64 atletas. 56 de esos son determinados por el ranking ATP y WTA, aunque únicamente pueden haber cuatro miembros del mismo país en el cuadro. Por tanto, en caso de haber más jugadores, estos no pueden entrar y se baja en el ranking a los siguientes. Así se garantiza que un mayor número de países estén representados.
Otros seis cupos son plazas ITF, y otro es una plaza de universalidad. Las plazas ITF se conceden a los ganadores o finalistas de competiciones continentales en América (finalistas de individuales masculinos y femeninos en los Juegos Panamericanos de 2023), en Asia (campeones de individuales masculinos y femeninos en los Juegos Asiáticos de 2022) y en África (campeones de individuales masculinos y femeninos en los Juegos Africanos de 2023).
Las otras dos plazas de la ITF están reservadas para los campeones olímpicos o de Grand Slam de individuales que no se hayan clasificado por otros criterios, siempre que estén entre los 400 mejores de individuales y no hagan que su país supere su cuota máxima.
Los problemas del sistema
Hasta aquí todo bien y el cupo de jugadores de competiciones continentales tiene su lógica aunque después no rindan a gran nivel en el torneo. El problema llega con que el torneo no contempla la posibilidad de que algún jugador se retire antes de empezar, por lo que no viaja ningún tenista suplente y tiran de jugadores especializados en dobles para cubrir estas bajas. Un sinsentido, pues los tenistas de esta modalidad suelen ser o veteranos o jugadores que jamás han llegado a la élite como singlistas.
Matthew Ebden, Francisco Cabral, Robin Haase y Petros Tsitsipas son los jugadores de dobles que han entrado al cuadro principal. El resultado, demoledor para la organización. Todos han caído de paliza en una modalidad que en la que llevan años sin jugar y donde no tienen ranking ATP. Una situación de la que se han quejado voces tan autorizadas como la de Djokovic: «No entiendo por qué tienen que recurrir a alguien del dobles cuando hay otros individuales que por ranking pueden entrar y con tiempo para hacerlo».
La planificación de los horarios
El problema de los doblistas que han tenido que jugar individuales no ha sido el único y también ha habido quejas en los horarios, un clásico del tenis. La organización no está tratando de la misma manera el cuadro de dobles y el de individuales, algo lógico en el resto de eventos del circuito, pero no aquí.
Todas las medallas cuentan lo mismo y por ello los tenistas que habitualmente no compiten en dobles sí lo hacen en los Juegos, lo que les obliga muchas veces a doblar jornada, lo que es muy exigente para el cuerpo, pero es mejor que jugar en sesión nocturna un día y al siguiente en la diurna, como le pasó a Nadal. «¿A las 14:00 juego? No entiendo, son las 22:00 de la noche. Me parece una barbaridad», aseguró el balear al conocer el horario de su partido de primera ronda.
Aun así se las apañó para ganar y se cita con Novak Djokovic en la segunda ronda. Un capítulo más de las mejores rivalidades en la historia del deporte y que podría ser «el último baile». Así lo ve Nole, pero no Nadal: «¿Quién ha dicho último baile?».