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Compensación por overbooking y equipaje de mano gratis: las medidas que impone la UE a las aerolíneas

La variedad de regulaciones de las compañías aéreas europeas lleva tiempo desconcertando a los pasajeros y provocando confusión en los aeropuertos

Frente al creciente descontento de los viajeros con las condiciones, cada vez más caras, que imponen las aerolineas, la Unión Europea lleva meses intentando equilibrar los derechos de los pasajeros con los intereses comerciales de las compañías aereas.

Bruselas se prende la medalla de haber adoptado medidas en dos frentes críticos: la regulación del equipaje de mano y el manejo del overbooking. Y aunque los cambios suponen una victoria para el bando del consumidor, plantean nuevos desafíos para la gestión de las aerolíneas.

La diversidad de normativas de las aerolíneas de la UE en cuanto al tamaño y costo del equipaje de mano lleva siendo una fuente de confusión y frustración para los viajeros desde la pandemia.

En declaraciones a El Debate, Antonio Escobar Flórez, encargado de Comunicación en el Sindicato Independiente de Tripulantes de Cabina de Pasajeros de Líneas Aéreas (SITCPLA), explicó que implementar esta normativa supone un quebradero de cabeza.

«La idea de unificar estas normas en el mercado único europeo es lógica, pero su impacto en las operaciones aéreas aún no es concluyente. Hemos visto demandas y descontento de pasajeros, especialmente en vuelos cortos con aviones de fuselaje estrecho», afirmó Escobar Flórez.

Sin embargo, y según agregó el experto, «todavía estamos en una fase de transición. Cada aerolínea se adapta a su manera, dependiendo de sus capacidades y la competitividad del mercado. Esto afecta desde la tolerancia en las dimensiones del equipaje hasta las penalizaciones financieras, repercutiendo en el problema de la claridad en el precio final del servicio.»

De la misma manera, el Parlamento Europeo y la Comisión de Peticiones (PETI) encañonaron el problema del coste adicional del equipaje de mano. Basándose en una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), que reconoce el equipaje de mano como un «elemento indispensable» del pasajero, se ha aprobado una resolución que prohíbe a las aerolíneas cobrar un suplemento por este concepto, siempre y cuando el equipaje cumpla con requisitos razonables de peso y dimensiones.

Esta resolución tiene un impacto directo en aerolíneas, especialmente en las de bajo coste, que tradicionalmente han utilizado el cobro adicional por equipaje de mano como una fuente de ingresos. Empresas como Ryanair, Vueling, Easyjet y Volotea, algunas de las cuales ya han sido objeto de expedientes sancionadores por parte del Ministerio de Consumo, deberán ajustar sus políticas y estructuras de precios.

Ha sido, según Escobar Flórez, una iniciativa positiva desde el punto de vista de los pasajeros: «Desde la implementación de estas medidas, hemos notado cambios en la satisfacción de los pasajeros, aunque de manera desigual entre las aerolíneas. Por ejemplo, Ryanair adoptó un enfoque rígido que solucionó varios problemas enviando equipaje excesivo a la bodega con un cobro mínimo. Otras aerolíneas aún enfrentan desafíos, lo que lleva a retrasos y la necesidad de una mayor uniformidad en las políticas de equipaje de mano a nivel europeo.»

¿Solucionar el overbooking?

Por otra parte está el overbooking, práctica común en la industria aérea para maximizar la ocupación de los vuelos. La venta de más billetes de los que una aerolínea puede acomodar a menudo resulta en la negación de embarque a pasajeros contra su voluntad, lo que ha generado la necesidad de una regulación más estricta.

Las regulaciones de la UE en materia de overbooking son robustas y establecen claramente los derechos de los pasajeros en estas situaciones. Incluyen el derecho a compensaciones, reembolsos o reubicaciones en vuelos alternativos. Sin embargo, el desafío continúa en asegurarse de que todos los pasajeros estén adecuadamente informados sobre sus derechos.

Por eso, y aunque favorecen al consumidor, la implementación de estas medidas supone un reto para las aerolíneas, en especial para aquellas que basan su modelo de negocio en tarifas bajas y cargos adicionales. Adaptar sus políticas para cumplir con las nuevas regulaciones de la UE, sin sacrificar su rentabilidad, requiere una revisión estratégica.

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