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El cuento de las balanzas fiscales de Montero y lo pactado en Suiza por Cerdán y Puigdemont

La publicación del bodrio de las balanzas por parte de María Jesús Montero sólo ha servido para alimentar los delirios económicos de Puigdemont

Actualizada 04:30

Se habían comprometido con Puigdemont a publicar los datos para calcular las balanzas fiscales y así lo han hecho, que de sobra es sabido que los deseos del prófugo son órdenes de obligado cumplimiento para el sanchismo. Poco les ha importado la falacia que se esconde tras esta obsesión independentista que pretende convencernos a todos de que es Cataluña la que paga impuestos y recibe servicios y prestaciones públicas, en lugar de sus ciudadanos. El matiz ni mucho menos es baladí. Lo atestiguan los modelos de Alemania o Estados Unidos, donde se dan a conocer periódicamente las balanzas de los länder y los estados federados siguiendo el principio de ordinalidad, por el que se establece un ranking de lo que ha de aportar y percibir cada territorio. Cuando esa ratio se ve alterada, se toman medidas con carácter inmediato, pues el propósito no es otro que evitar agravios entre los contribuyentes que residen en un lugar determinado frente al resto.

Poco les ha importado la falacia que se esconde tras esta obsesión independentista que pretende convencernos a todos de que es Cataluña la que paga impuestos

Nada que ver con las cuentas que hacemos en España. Y menos aún con la primera guía para calcular las balanzas de la vicepresidenta Montero, que sólo ha venido a generar más barullo y confrontación entre comunidades. Para empezar, los datos del Instituto de Estudios Fiscales no están actualizados: se refieren al año 2021, ya que recopilarlos lleva su tiempo y ni siquiera están disponibles los de 2022. Es el primer fiasco del supuesto ejercicio de transparencia realizado por Hacienda. Resulta que las pocas nueces cosechadas después de tanto ruido aparecen podridas una vez que se abren. Y luego, ni de lejos están territorializadas todas las cifras, por lo que calcular la inversión recibida del Estado y el resto de las partidas se antoja una quimera. La cuestión es que, por incompleta y caótica, la información proporcionada no vale ni para calcular los saldos fiscales ni para reformar en última instancia, el sistema de financiación autonómica que nos dimos en 2009 y que lleva una década pendiente de revisión.

Los datos del Instituto de Estudios Fiscales no están actualizados

Decepcionados con esta primera entrega de datos, los expertos cruzan los dedos para que las siguientes prometidas por Hacienda vengan a clarificar algo más la situación. Pero se atreven a avanzar ya que es probable que las balanzas de 2021 acaben siendo muy parecidas a las que Cristóbal Montoro publicó en 2014. En ellas, el déficit de Cataluña estaba muy por debajo del de la Comunidad de Madrid. De hecho, con las cifras que hemos conocido estos días, Madrid aporta a las arcas del Estado cinco veces más que Cataluña. En concreto, 5.177 millones de euros frente a un saldo negativo de 146 millones. El montante se obtiene tras sumar los cuatro principales fondos de la balanza fiscal: Garantía, Suficiencia, Cooperación y Competitividad.

El objetivo del fugado es acreditar los 22.000 millones de déficit fiscal que arrastraría Cataluña

Claro que a Puigdemont esto le importa un bledo. Él a lo suyo, y está satisfecho, dice, con el paso que ha dado la ministra de Hacienda y número dos del PSOE, ya que les permitirá «disponer de un material esencial para abordar el debate sobre la soberanía fiscal de Cataluña». El objetivo del fugado es acreditar los 22.000 millones de déficit fiscal que arrastraría Cataluña, según la fantasiosa estimación de la Generalitat. Ahora, que, a dos meses de las elecciones catalanas, tampoco debe descartarse que Junts intente inflar esa cifra para diferenciarse del Gobierno de Aragonés, y así poder retratar a ERC como un partido que no es lo suficientemente exigente con Pedro Sánchez. En todo caso, el relato independentista no se queda en el déficit fiscal. También reivindican la supuesta «deuda histórica» del Estado con Cataluña, que ascendería a 450.000 millones, según inventan.

Cantidades al margen, la ambición de Junts pasa por pactar la concesión de un concierto económico a la vasca en las reuniones clandestinas que mantiene con Santos Cerdán en Suiza. Conseguida la ley para una amnistía total, la próxima meta volante de los separatistas consiste en cerrar «una modificación de la LOFCA que establezca una cláusula de excepción de Cataluña que facilite la cesión del 100 % de los tributos pagados en Cataluña», como figura en el pacto de investidura suscrito con el PSOE. Que nadie se llame a engaño.

La ambición de Junts pasa por pactar la concesión de un concierto económico a la vasca en las reuniones clandestinas

La publicación del bodrio de las balanzas por parte de María Jesús Montero, en fin, sólo ha servido para alimentar los delirios económicos de Puigdemont. Y de paso, para intentar enfrentar a las comunidades del Partido Popular, lanzando a las que están infrafinanciadas contra las más ricas. Estúpido favor haría en Génova al Gobierno si entraran al trapo. Como le gusta recordar a Ángel de la Fuente, quien es muy probablemente el mayor experto en las cuentas territoriales patrias, los individuos con más renta pagan más impuestos, pero eso no les da más derechos. Mientras los barones del PP estén de acuerdo con tal reflexión –aviso a navegantes–, el sanchismo habrá fracasado en su oscuro propósito.

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